Sociedad y Vida

Frente al espejo
Venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos 
Cuando digo que tenemos que convencernos de que venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos (Vivir III) ya sé que estoy exagerando, pero solo un poquito. Venimos solos… hasta cierto punto, claro. Los primeros meses-años de nuestras vidas los pasamos como seres totalmente dependientes. Somos animales sociales y como tal nos es imprescindible la relación con los demás, a lo largo de toda la vida, conviene recordarlo. Pero ya en los primeros años aprendemos primero a conocernos, el niño descubre asombrado que eso que mueve ahí abajo es un pie y es su pie, y lo puede mover a su voluntad, después a tocarnos y posteriormente a reconocernos: el impacto en la personalidad de la primera vez que una persona se ve a sí misma en un espejo y “visualiza” que esa imagen completa es ella misma. Esa reflexión es profundamente humana y solo se da cuando el infante ha adquirido una cierta madurez. A un niño/a de unos meses le  puedes enseñar un espejo que le da igual, a lo sumo le hará gracia que lo que ve se ríe a la vez que él. Algunos psicoanalistas, como Lacan, han desarrollado verdaderos tratados sobre el choque frente al espejo y su influencia en el desarrollo de una personalidad independiente, la construcción de nuestro propio yo, y que, sorprendentemente, se puede dar entre los seis y los dieciocho meses (ver: “estadio del espejo” de Jacques Lacan, p. ej. en Wikipedia).
A partir de los 7 años comienzan los ritos del paso, del tránsito de la infancia al mundo de los adultos, que suelen estar resueltos en torno a los 9 años en la mayoría de las culturas tradicionales (ya sea la “primera comunión” u otras pruebas más duras). Decíamos que solo a partir de los 7-9 años el ser empieza a abandonar la infancia para empezar a ser persona “mayor” y comienza a pensar que a lo mejor no todo el mundo está pendiente de él (para bien o para mal). Que lo que vemos es una realidad independiente a nosotros y que lo que nos pasa es en buena medida producto de lo que hacemos y que hay otros aspectos que no controlamos ni vamos a controlar nunca. Y, lo que es peor, que en este mundo tenemos que buscarnos la vida y, más aún, que si uno desaparece, la vida y el mundo seguirán su curso, seguirán igual. Triste pero es así.   
Lo que quiero expresar con que “estamos solos…“ es especialmente que:
·        Cada persona es todo un universo, distinto y maravilloso. Por mucho que vivamos en comunidad, en familia, en pareja,… cada persona es un ser irrepetible y debe aprender a decidir por sí misma. Esto también está relacionado con los Derechos Humanos: históricamente a buena parte de la sociedad se le ha negado sistemáticamente esta capacidad de decisión, el libre albedrío (y aún se les niega en algunas subculturas): niñas o mujeres que son obligadas a casarse por motivos económicos, personas que son de hecho “vendidas” o tratadas como esclavos. Infancia a la que se le negaba ser “persona” hasta la mayoría de edad, ancianos a los que se les priva de su capacidad de decisión –se les considera una carga porque ya no producen-, etc.
·        Por mucho que los demás nos aconsejen, nos ayuden o desayuden, nos quieran o nos odien… las decisiones importantes de nuestra vida las toma uno para uno, una persona para sí misma, no los demás. No le echemos la culpa a nadie de nuestros errores. Que cuando nos miremos al espejo nos digamos (ahora sí, de mayor y plenamente consciente): ese/a soy yo, ahí estoy, para bien o para mal, las decisiones que he tomado tomadas están, lo que hice y lo que deje de hacer fui yo quien lo decidió, no fue por/im-puesto de los demás, pero pertenece al pasado… ¡no le demos más vueltas!      
·        El Duelo. La soledad bien vivida es especialmente importante cuando se nos muere un ser querido o nos ocurre alguna importante desgracia. Por mucho que sean muy necesarios los abrazos, besos y apoyos de los demás, hasta que una persona no es capaz de encontrarse a solas consigo misma, a solas en una habitación, en su casa y pueda pensar sosegadamente… y se diga: sí, ha  muerto, es terrible, pero tengo que seguir viviendo. Hasta que eso no ocurre no comienza realmente el duelo. Hay situaciones en que uno está liado con el fallecimiento, gente y gente que te llama, que te muestra su apoyo, te da el pésame,… con toda su buena voluntad, pero que lo que hacen es distraerte, confundirte, molestarte, cuando una comienza a salir de la situación, a superarla, encontrándose a si misma, alguien te llama para darte el pésame y mostrar su apoyo, y es como comenzar el proceso de nuevo. Mejor apagar los teléfonos. Todo esto lo que hace es retrasar que uno se encuentre consigo mismo y pueda al menos “comenzar” a comprender y por lo tanto empezar a  superar la situación. No nos refugiemos ni evadamos en los demás. Lo que podemos conseguir es retrasar y alargar el sufrimiento necesario e inevitable. 
    Vivir en soledad sin aislamiento
“Vivir la soledad”: también en este tema me parecen acertadas las palabras de Doria cuando dice: “… así como la soledad y el retiro es una bendición para el alma, por  el contrario el aislamiento puede ser enfermizo y patológico por lo que conviene proceder a resolverlo con valor e inteligencia.”
Para ser persona es necesario estar consigo mismo, estar en soledad en la meditación…. Hay mucha personas que desgraciadamente se les niega esa posibilidad de estar a  solas, incluso físicamente: si la mayor parte del día se está trabajando, o estudiando, y el resto se pasa en transporte y en familia y viviendo, cada vez más, en pisos/en espacios hacinados… es imposible el disfrute de la soledad, de la vida en contemplación pausada, del disfrute de la auto-evasión en la meditación personal. Esa que es necesario para madurar y para ser capaz de analizar la realidad, tanto de los grandes problemas como de las pausas del día a día.  
Sobre la independencia y la no necesidad de aprobación
“Abraham Maslow: La más alta cualidad de un ser realizado consiste en ser independiente de la buena opinión de los demás. Esta idea hace referencia a la superación de esa necesidad soterrada de complacer a los demás, para que en el fondo ‘nos quieran’” (Doria,  pág. 19).
Tenemos un cierto miedo soterrado a que si no complacemos a los demás se producirá el desamor. El que queramos que nuestras opiniones sean constantemente compartidas, apoyadas y aprobadas por los demás está muy en relación con nuestro Ego, con el deseo inalcanzable y constante de satisfacer al Ego. Aparte de otros aspectos múltiples, que darían para mucho debate, como el miedo prehistórico y comunal de que si los demás no tienen buena opinión sobre nosotros podemos ser “expulsados del grupo”, quedarnos sin amor y sin nada, de cuando la expulsión del grupo significaba la muerte irremediable.
Por el contrario, el interés constante en complacer a los demás tiene también una motivación egoísta pero más sana que la anterior: está en relación con el mimetismo. Aspiramos a hacer/ver al otro feliz para aumentar nuestra propia felicidad, para contagiarnos de esa felicidad compartida. Lo cual es una aspiración sana y natural. El que “rían nuestros chistes” no es solo para satisfacer a nuestro Ego, sino también para reírnos nosotros mismos, la risa es contagiosa y beneficiosa… ojalá sepamos también reírnos de nosotros mismos. 
Referencias
Doria, Jose Mª. "Materiales  para el Proceso de Educación de las Emociones en 40 días", Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (apartado: Diario de un psiconauta), y consultas realizadas en:  http://blog.jmdoria.com/
Bibliografía. Recomendados:
Krishnananda (2007): De la Codependencia a la Libertad: cara a cara con el miedo. Mostoles (Madrid): editorial Gulaab. El autor realmente se llama Thomas O. Trobe y es un médico siquiatra norteamericano. Mezcla sus vivencias personales con análisis sicológicos y recomendaciones de ejercicios para el análisis "interior", analizar las vivencias personales, los problemas de pareja, familiares (relación que tuvimos con los padres),...
Tolle, Eckhart: se hizo famoso con su obra de 1997 (edición en español 2006): El poder del ahora. Otra obra suya más actual y breve (2009): Un nuevo mundo, ahora. Barcelona: Debolsillo.
Toda la obra de Epicuro. http://es.wikipedia.org/wiki/Epicuro
(Alberich, diciembre 2013)



Titulo de la entrada
¿Vivir en pareja sin perder libertad? o ¿vivir el amor siendo independientes? (Vivir! III).
(noviembre 2013)



Veamos algunas de las características definitorias de las cinco maneras diferentes de relacionarse:

Características
Alternativas, ejemplos,…
Dependencia
La dependencia se da como primer escalón del ser humano: desde que nacemos dependemos de alguien, en primer lugar y totalmente, de la madre y también (pero menos) del padre. El tema de la dependencia da para mucho debate (volveremos sobre esto), el problema es cuando una sociedad produce constantemente personas para ser dependientes de los demás durante toda la vida: de la madre-padre, del maestro, del cabeza de familia, de la autoridad, del Estado,… Cuando no se educa para conseguir personas libres, críticas e independientes. Así cuando algo sale mal la responsabilidad es casi siempre de los demás: me aconsejaron mal, me obligaron a escoger esto o lo otro (el trabajo, la casa, la pareja,…). O cuando decimos “yo lo haría pero es que tengo familia, tengo pareja...”
Cuando llega el enamoramiento pasamos de la libertad al “no puedo vivir sin mi pareja”, como sinónimo de “es que estoy enamorado”, como si ese fenómeno maravilloso que es enamorarse conllevara inevitablemente una carga para sí y para la otra persona.
Educar en libertad y críticamente.
Convencernos de que venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos (1).
Lo cual no supone rechazar la enorme felicidad que supone amar, convivir  y  compartir, que son sentimientos absolutamente naturales.
Pero nosotros somos los responsables de nuestros actos, no los demás.
Codependencia
Codependencia es dos ‘dependientes juntos’. Doria: “Una relación en la que los controles, los celos, los reproches y los enganches de atracción y rechazo supone la tónica de las ataduras y apegos. Este nivel recuerda el aforismo que dice: Dos palomas atadas por una pata suman cuatro alas, pero no pueden volar. … se desenvuelve entre vaivenes de goce y sufrimiento, entre el éxtasis y la tortura… el amor y el odio se alternan con suma facilidad. Recuerde que: el opuesto del amor no es el odio sino la indiferencia.
‘Nos complementamos de tal forma que no podríamos vivir el uno sin el otro’… Es como decir que siendo cojo de la pierna izquierda busca otro cojo pero de la derecha, se complementan pero dependen, el día que uno de ellos se va del equipo se derrumba… Los roles llegan al extremo que lo que le falta a uno en vez de trabajarlo y desarrollarlo opta por aceptar su mutilación y dejar que sea ‘el otro’ el que lo aporte…”
“Nadie es estrictamente responsable de los sentimientos ajenos. Expresiones como ‘me estas amargando la vida’ me has desilusionado... suponen no asumir la propia autonomía emocional… Usted no es responsable de la vida emocional de nadie. Si alguien le dice sufrir por su causa es porque esa persona lo permite. En nombre de la entrega y el amor le ha dado a usted un poder sobre ella que se basa en el patrón de dependencia.”
El antídoto por excelencia es el desarrollo personal. “Se desprendería de frases que no se considerarían ofensivas del tipo de: Cariño sin ti también lo paso bien, soy feliz… pero te elijo para compartir mi felicidad…”. Esto nos permitiría dar paso a los siguientes niveles de independencia.
Independencia
“Las personas que no esperan que les den peces, porque saben que tienen una caña de pescar en la que ponen la energía…
Fritz Perls:
Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo
No estoy en este mundo para llenar tus expectativas. Y tú no estás en este mundo para llenar las mías. Tú eres tú y yo soy yo. Y si, por casualidad, nos encontramos es hermoso.
Cada realidad humana es diferente, cada relación también. Hay que partir del reconocimiento de que si estás en relación íntima con alguien la “independencia total“ no existe. 
Co-independencia
Dos independientes unidos. “Dos ‘naranjas enteras’ que, desde su autonomía e individualidad, deciden unirse en sinergias de amor. En muchos casos, este tipo de relaciones suelen iniciarse incluso con espacios físicos diferentes, como por ejemplo, casas distintas, situación que se prolonga hasta que deciden vivir en relación de sumas mutuas, sin ningún tipo de resta.”
Aquí matizo a Doria (o discrepo): si una pareja en que viven separados (los conocidos como LAT,living apart together) deciden pasar a vivir juntos, siempre habrá pérdidas y ganancias. El cambio es muy fuerte, radical. Se ganará en algunos aspectos. Verse más y más cómodamente, por ejemplo, pero inevitablemente se perderá en otros. Se perderán espacios de intimidad, de reflexión, de libertad, de sana soledad… Por eso se debe tener especial cuidado y no precipitarse. Es tal vez recomendable hacerlo progresivamente, a pasos, por ejemplo no dejar la casa propia, siempre que económicamente se pueda, claro. Y empezar por fines de semana juntos, vacaciones,… no abandonar los espacios propios de soledad-libertad.
“En este escalón no se produce el tan frecuente temor a la pérdida de amor por causa del triunfo del otro… En este nivel la relación es gratuita, es decir, que no se salva a nadie de nada ni resuelve ningún problema.” Del ”te quiero porque te necesito” al “permanezco contigo porque te amo”.
Hay que buscar y pactar los espacios de libertad y de convivencia.

“El nivel de coindependencia conlleva que cada cual tenga sus propios amigos que no necesariamente tienen que ser conocidos o colonizados por el otro…. Que las reuniones familiares que cada miembro tiene con su propia familia no tengan necesariamente que ser compartidas…”
Inter-Independencia/red de independientes
Una red de relaciones independientes.
La persona está “abierta a una red esencial de afectividad y cooperación. Su verdadero compromiso se establece con la calidad de la relación que es capaz de crear en ese instante. Su familia es la familia humana...”
Esto puede quedar así expresado muy bonito pero la verdad es que se entiende poco o se podría interpretar de múltiples maneras. Aquí tendríamos desde experiencias de relaciones diversas-múltiples, de diferentes tipos, en diferentes planos. Los que cité de amistad - afectividad, relaciones íntimas o no, grupo de aficiones en convivencia, parentesco-descendencia,…, a relaciones del tipo “poliamor” (ver otros artículos en este blog) o, incluso, interpretarse como una cierta neo-poligamia (poliginia o poliandria, bisexualidad, etc.) que, por otra parte, siempre ha existido en la humanidad. Minoritariamente, pero que es parte de nuestra historia. 
No lo considero un “nivel superior” de relaciones, sino más bien un estadio o espacio diferente, que para algunas personas puede ser lo ideal y para otras no. Depende de cada persona, de cada libertad, de cada situación y desarrollo personal.  

Vivir cada instante, cada momento, Vivir!Aquí y Ahora.

Fuente: elaboración propia a partir de los textos de J. Mª Doria (que se citan siempre entrecomillados) “Relaciones Sanas y Conscientes”.

Los cinco tipos de relaciones citados nunca se dan aislados y/o en estado puro. Lo que se dice de cada tipo tiene más que ver con la forma de vivir (la relación) interna y personalmente cada una que con aspectos exteriores (compartir casa o no, mono o poli....) aunque, insisto, todo está relacionado entre sí.
(1)               En la próxima entrega de esta serie hablaremos del tema de la soledad. 
Referencias
Doria, Jose Mª. He utilizado documentos de: "Materiales  para el Proceso de Educación de las Emociones en 40 días", Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (apartado: Diario de un psiconauta), y consultas realizadas en: blog.jmdoria.com
Escuela Española Desarrollo Transpersonal:
Vallés, Carlos G. 1990. Ligero de equipaje. Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo. Santander: Ed. Sal Terrae.
(T.A. noviembre 2013)

Aceptar a los demás, aceptar a la pareja tal cual (Vivir II)

Pensar que si quiero cambiar puedo hacerlo o que si la otra persona quiere y me quiere, puede, tiene sus limitaciones. Se puede cambiar en algo pero no en todo. Se cambia en algunas cosas pero no en las fundamentales. Pensar que somos seres totalmente libres y que nos podemos automodelar es otro espejismo.  
“El deseo de cambiar a los otros, tanto como el deseo de cambiarse a sí mismo, viene fundamentalmente de la intolerancia, y por eso viene torcido de raíz. Si el factor de intolerancia está totalmente ausente, el cambio es sano y positivo; pero, de ordinario, hay siempre una dosis de intolerancia en el deseo de cambiar, y eso lo hace peligroso.” (Vallés, 1990: pág. 35). Sobre el deseo irrefrenable de cambio, en el sentido de la no aceptación y de la obcecación por algo, Carlos Vallés cita a Tony de Mello cuando decía sin ambages: “¿Estás dispuesto a vivir con tu problema? Asunto concluido. Si no puedes cambiarlo, acéptalo. Y la aceptación misma es la que preparará el camino para el cambio, si es que ha de producirse.” (Vallés, 1990:33).
Desde luego esto no supone la aceptación sin más, ni el conformismo. “Aceptar la realidad no quiere decir, en manera alguna, tolerar cualquier tipo de conformismo, pasividad o apatía…” (Vallés, 1990:37). Tony de Mello, como otros autores (Tolle,…) y en muchas tradiciones antiguas (p.ej. del budismo) ya nos explicaban que precisamente para poder cambiar lo primero es aceptar la realidad tal cual y aprender a vivir con ella. La obsesión por el cambio, que nace de la intolerancia, es fácilmente el primer impedimento para no cambiar una realidad concreta. 
Pero TODOS cambiamos. Todos vamos cambiando, unas veces lentamente (las más de las veces) y otras la vida nos da algún golpe y nos hace cambiar. Puede ser por la inevitable muerte de algún ser querido, separaciones, perdida del trabajo… También por los sucesos y las noticias buenas: enamoramientos, viajes, nuevo trabajo… Aunque parece bastante comprobado que el carácter de cada persona se “forja” en los primeros años de la vida, incluso los primeros meses son los más decisivos. A los siete años (o antes) la personalidad está completamente definida y a partir de los nueve los cambios van a ser mínimos. Y cuanto más mayor es una persona los cambios van a ser menores y más difíciles, más nos costará cambiar de carácter y de costumbres. En las nuevas parejas también se van produciendo cambios mutuos, aunque a veces no se perciban conscientemente. Lo cual es lógico si pensamos que la interacción es muy fuerte y constante. Como dice el refrán: todo se pega menos la hermosura. Cada uno influye en el otro decisivamente. Pero para bien y para mal. Por todo lo dicho: aceptemos a nuestra pareja ¡tal cual! (y si quiere cambiar qué cambie).  
¿Cómo nos relacionamos con nuestra pareja?
Estar preparados para el cambio, para las rupturas: “A cada final de pareja, la sociedad y la cultura le llamaban ‘fracaso’, sin embargo yo le llamaba aprendizaje y caducidad del modelo de relación”, Jose Mª Doria, en los cuadernos de “Diario de un psiconauta”, nos habla de estos cambios y diferencia cinco tipos de relaciones de pareja, desde la dependencia total (abusiva y bastante corriente) a la máxima libertad entre personas que se relacionan y se aman. Aunque él lo relata más bien como como diferentes niveles, escalones por los que se puede ir subiendo, también se puede considerar  que son sobre todo diferentes formas de vivir las relaciones, transitando en un sentido u otro, según las personas, situaciones y momentos de la vida. Las diferentes posibilidades y/o niveles serían:
·        Dependencia. Una persona depende totalmente de la otra “no puedo vivir sin mi pareja”.
·        Codependencia. Dos ‘dependientes juntos’.
·        Independencia. Libertad. Tú eres tú y yo soy yo. Y si, por casualidad, nos encontramos es hermoso (F. Perls).
·        Co-independencia. Suma de independencias.
·        Inter-independencia. Estar en una red de relaciones.
Estas diferentes posibilidades/formas de relacionarse están inevitablemente en los debates y las “peleas” de muchas parejas. Se trataría de abrir un espacio para reflexionar sobre estos temas de forma sosegada, alejándose de los lugares comunes, de los dramatismos emocionales,... observando las costumbres y las pautas culturales, las nuevas necesidades y las viejas de cada persona y grupo (la próxima semana profundizamos en estas cinco posibilidades o niveles).
Referencias
Doria, Jose Mª. He utilizado documentos de: "Materiales  para el Proceso de Educación de las Emociones en 40 días", Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (apartado: Diario de un psiconauta), y consultas realizadas en:  http://blog.jmdoria.com/
Vallés, Carlos G. 1990. Ligero de equipaje. Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo. Santander: Ed. Sal Terrae.

Aceptar a los demás, aceptar a la pareja tal cual (Vivir I)

(octubre 2013)
Voy a tratar en varios artículos las diferentes formas de vivir la pareja y las relaciones afectivo-amorosas. Retomo primero lo que decíamos al principio de este Blog (ver en “Sociedad” “Relaciones familiares en tiempos de cambio”):
Antes, en la sociedad de nuestros abuelos o bisabuelos, con una esperanza de vida media de unos 50 años, cuando pasabas de esa edad eras considerado un “viejo”. Ahora, los que leemos estas líneas vamos a vivir entorno a los 85-90 años, por lo que es corriente que se vivan varios matrimonios, con una duración casi semejante a lo que antes era uno. Muchas personas se separan de su pareja después de 20, 25 años o más y les queda tiempo para emparejarse otra o dos veces más. También cambias de trabajo (muchas más veces que antes y si lo encuentras y de qué tipo…), de residencia,… y no digamos ya de productos que antes considerábamos que nos iban  a acompañar durante buena parte de nuestra vida: el coche, los muebles, el piso… El mercado nos diceconsume, consume… que lo nuevo te hará sentirte joven. Sin embargo cada experiencia es “única” y no es lo mismo el noviazgo a los 20 que a los 30 o a los 50. Compararlos, querer revivir un nuevo enamoramiento como puro, joven y bello, solo con lo que nos gustó de los anteriores y con nada de lo que provocó la separación… seguramente nos hará caer de nuevo en nuestros defectos y errores, los mismos pero multiplicados.

Querer que el otro cambie
Una de las causas más comunes de enfrentamientos y estériles discusiones en las parejas es querer que el otro cambie. Al principio de una relación todo parece maravilloso. Incluso los errores (o "imperfecciones") del otro nos parecerán virtudes. Efecto del espejismo, de las distorsiones sobre la realidad que produce el enamoramiento. Después, esos pequeños “defectos”, formas de ser, carácter, manías… iremos comentándolos, suavemente, paso a paso. Desde los de mayor tamaño a los más insignificantes de la vida cotidiana (“¿podrías tirar la basura más a menudo?”, “si cambiaras de ropa parecerías más joven” “¿podríamos cambiar la tele de canal? es que ver siempre lo mismo…”). Después, con el tiempo, vendrán las objeciones cada vez más profundas o punzantes. “Sí, eres una persona maravillosa, pero deberías cambiar esto o lo otro… Es que ya no soporto que hagas…”. Y después de unos años de convivencia, habitualmente 4 o 5, es muy común o separarse o dedicar más tiempo a la discusión estéril que a la comunicación.
Dicen algunos especialistas que la raíz de estos problemas es que, cuando nos enamoramos, vemos en la otra persona lo ideal, lo maravilloso y la imagen de lo perfecto ¿por qué? Porque proyectamos sobre la otra persona nuestra propia personalidad idealizada, queremos ver nuestro “yo perfecto”, sin defecto alguno. Queremos ver realizado nuestro yo único y perfecto en el otro y, aún más, idealizamos que la unión del yo con el otro en un solo será lo máximo, la imagen perfecta de la felicidad. Y así proyectamos todo tipo de fantasías. Imaginamos un mundo perfecto, sin impurezas, tendremos un mundo feliz si conseguimos estar con la otra persona. Nos enamoramos de una imagen. Imagen que luego se irá desvaneciendo poco a poco.
Cuando vemos los defectos que estaban ahí y que no nos gustan, y que no queríamos ver, muchos de los defectos que no nos gustan de nosotros mismos, lo criticamos. Y parece ser que sobre todo no soportamos aquello que no queremos que nos vean en nosotros mismos, cuando lo vemos en la otra persona. “Tal vez merezca la pena observar que aquella habilidad que nos atraiga de forma un poco exagerada en el otro, es casualmente la parcela que debemos desarrollar nosotros” (Doria, J. Mª), la parcela de nuestra personalidad que deberíamos de trabajar y observar sobre nosotros mismos.
La obsesión por la perfección tiene raíces religiosas y de auto-culpabilización. Si no somos perfectos y felices es por el pecado, el Original y el nuestro de cada día, que nos expulsó del Paraíso terrenal, aquel sitio donde todo era perfecto, puro y no existía el sufrimiento, ni la fealdad… Si no somos de determinada manera pensamos que es porque realmente no queremos serlo, porque somos débiles o caemos en el “pecado”. Es algo que debemos corregir.
Pero el análisis científico de la realidad nos indica algo bien distinto: lo puro, lo perfecto no existe de forma absoluta y si somos de determinada manera (el carácter, la personalidad) es por múltiples factores, evolutivos, de cultura, genéticos, familiares,… y uno no puede cambiar de carácter y de costumbres como si fuera cambiar de camisa. Uno de los errores del denominado “pensamiento positivo” (muy positivo en otros aspectos) es predicar que si real y profundamente quieres una cosa, siempre la consigues. En última instancia: Si realmente quieres un trabajo, ese trabajo, lo conseguirás (¿da igual que haya 1 millón de parados que 6?). Esto lleva a múltiples insatisfacciones personales, aparte de no querer analizar la sociedad, el sistema, los problemas estructurales sociales. Es más fácil culpabilizarse a sí mismo y/o a los demás más cercanos: mi falta de formación, mi mala suerte, mi familia-malas amistades,… los que vinieron de fuera y ahora nos quitan el trabajo…, esto es más fácil que pensar/analizar que las responsabilidades principales son de un sistema profundamente injusto y desigualitario. Es más fácil pelearte con tu vecino que con un rico o que denunciar activamente al banquero-político-oligarca que no ves y que está perfectamente protegido por todo el sistema.
Y esto no quita las responsabilidades que tiene cada persona y lo que puede hacer cada uno.

(Sobre la independencia y el libre albedrío hablaremos en los siguientes artículos).

Diversidad social de la población mayor. Grupos y subgrupos.

Tomás Alberich (sept. 2013)



En sus necesidades expresadas y en las características de su pasado más reciente, presente y futuro inmediato, la población mayor nos muestra una gran diversidad y pluralidad. Podemos hablar de dos grandes grupos: tercera y cuarta edad, o “viejos-jóvenes” activos y “viejos-ancianos” dependientes, pero realmente los grupos, factores y situaciones posibles entre la población son, como veremos, muchos más.
Características de la población mayor en España
Recogemos a continuación algunas de las características recientes y de un futuro muy cercano, que en parte ya es presente, de la población mayor española:



Grupos y subgrupos
Para analizar las características y problemáticas de la población mayor habrá que tener en cuenta numerosas variables y diferentes factores, dada la heterogeneidad de la población. Para ello deberemos recordar las “cuatro edades” posibles en que envejecemos (edad cronológica, física-biológica, psicológica y social-cultural) y otros aspectos. Esto nos será útil, por ejemplo, para realizar una investigación social sobre nuestros mayores en un municipio o un territorio concreto, con el objetivo de tener información suficiente que nos oriente para la elaboración de programas y proyectos de acción.
FACTORES Y SITUACIONES POSIBLES
  1. Físico-orgánicos y de los sentidos: buena salud, deterioro bajo, medio, alto. Discapacidad y Dependencia (diferentes grados y niveles).
  2. Psicológico-mentales. Situación subjetiva de bienestar (buen humor, alegría). Tristeza. Depresión. Enfermedad mental.
  3. Educativo-culturales: Nivel de estudios alto (universitarios), medio (bachiller) o bajo (sólo enseñanza obligatoria, estudios primarios o sin estudios). Nivel y actividad cultural intensa, activa, media o inexistente. Ocio activo o pasivo. Utilización de las TIC. 
  4. Situación social/familiar. Vive sólo, en pareja, en familia con varias generaciones, en otras situaciones o unidades de convivencia (ver 2ª transición demográfica).
  5. Relaciones Sociales. Redes Formales e Informales. Diferentes niveles de relación (redes intensas, medias o inexistentes): participación en asociaciones, grupos de voluntariado, colectivos de aficiones, de ayuda mutua, redes de amistad. No participación pública. Relaciones solo familiares. Sin relaciones: soledad-aislamiento.
  6. Económicos. Clase alta, media o baja. Vivienda en propiedad/alquiler.
  7. Cronológica. Grupos de edad (60-69,70-79,80-89, 90 y más).
El cruce de estas variables nos dará como resultado diferentes grupos y subgrupos y escenarios posibles. Así por ejemplo una persona mayor que en el factor 4, social/familiar, esté ubicada en el grupo “soledad-aislamiento” y en el 2 esté en “tristeza” o “depresión”, fácilmente puede desarrollar enfermedades, patologías o síndromes como el de Diógenes. Por el contrario, si en un municipio contamos con un grupo numeroso de mayores ubicados en “buena salud”, nivel cultural alto o medio e ingresos económicos medios, para este grupo tendremos que desarrollar políticas de animación sociocultural, ocio, viajes, etc. diferentes a las dirigidas a otros grupos de mayores. En todos los territorios tendremos diferentes grupos de población, la cuestión es saber el peso de cada uno. Por ejemplo es fácil escuchar que lo más importante para los mayores es que se desarrollen los recursos y servicios relacionados con la dependencia, cuando en esta situación (de falta de autonomía personal) se encuentran apenas un tercio de la población mayor de 65 años y la mayoría lo que demandan son aspectos relacionados con el ocio activo, cultura, pensiones...

Necesitamos saber el número de nuestros mayores que se encuadra en cada uno de los subgrupos citados para poder actuar con arreglo a sus necesidades y demandas para así poder diseñar políticas adecuadas desde las instituciones públicas y sociales (asociaciones, movimientos sociales, fundaciones, et
c).

Bibliografía y Referencias: 
Alberich, Tomás, Ana Barranco y Eva Funes. 2008. Intervención Social y Sanitaria con Mayores. Madrid: Dykinson. 
Vizcaíno Martí, Jordi. 2000. Envejecimiento y atención social. Elementos para su análisis y planificación. Barcelona: Ed. Herder.  

Relaciones familiares en tiempos de cambio: parejas, poliamor y mayores

(artículo publicado en la Revista mensual Agora15, Sierra del Guadarrama-Madrid, diciembre 2011)

El hombre nunca puede saber lo que quiere en la vida, porque no tiene vidas pasadas para compararlas ni vidas futuras para enmendarlas.
 Milan Kundera.

En el siglo pasado se vivió en Europa la primera transición demográfica, en la que se pasó de una familia extensa (abuelos, padres y bastantes hijos viviendo casi siempre en el mismo hogar) a un núcleo familiar reducido, típico del hogar urbano de la segunda mitad del siglo XX: sólo padres y muy pocos hijos viviendo en una misma vivienda. La tercera edad viviendo cada vez más en su propia casa y, una minoría dependiente, en centros especializados (residencias, centros de día,…).

En el presente siglo se está produciendo la que ya es conocida como segunda transición demográfica. Entre sus características estaría la existencia de (Gil Calvo, 2006): “núcleos familiares unipersonales (solteros/as, divorciados/as, viudas), monoparentales o matrifocales (madres sin pareja), reconstituidas (parejas de segundas o terceras nupcias con hijos procedentes de uniones anteriores) y familias de cohabitantes: uniones informales de parejas sin legalizar o registrar, tengan o no hijos a cargo, donde el vínculo conyugal no existe o es frágil e inestable”. Entre las nuevas formas familiares hay que incluir también a las parejas de homosexuales y LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales); las nuevas parejas que viven juntos pero separados (living apart together, LAT), según el momento y dependiendo del lugar de trabajo, las posibles relaciones, los hijos,… buscando las ventajas de la independencia (cada uno en su casa) pero manteniendo una relación de pareja estable. Cada vez más parejas sin hijos o con un solo (con lo que supone para la educación). Entre los mayores, algunos casos son bien conocidos, como el de las nuevas parejas que no “legalizan” su situación para no perder las pensiones de viudedad o verlas sustancialmente reducidas, viviendo juntos o no son parejas que deciden no casarse o registrarse por puro interés económico.

Todo parece indicar que en el futuro próximo esta multiplicidad de posibilidades de relación y de constitución de diferentes tipos de familia seguirá aumentando (o de hogar o de unidad de convivencia, también tenemos que buscar nuevas denominaciones más abiertas que la tradicional de “familia”). Así, estamos pasando de la familia pareja-monógama para toda la vida a las diferentes relaciones en tiempos y planos diversos.

Dado el alargamiento de la vida, se debate sobre si nos mantenemos en la monogamia pero con monogamias sucesivas, hay quien propugna que la tendencia es a monogamias simultáneas o en dirección al poliamor (Thalmann, 2008) como alternativa actual de lo que fueron propuestas radicales de los años sesenta/setenta (revolución sexual, movimiento hippy,..). Lo incuestionable es que hasta hace menos de un siglo, en cualquier país y clase social, las parejas estaban unidas una media de 20 a 30 años, por un proceso natural: uno de los dos fallecía en ese tiempo. Actualmente en los países longevos (mayoría de los desarrollados y España de los que más del mundo) vamos a vivir 60 a 70 años de “adultos”. Vamos a vivir varias vidas. No ya el equivalente a dos de las anteriores, de las que vivieron nuestros abuelos o bisabuelos, si no seguramente tres o incluso cuatro. ¿Qué va a ocurrir con todo este tiempo en nuestras relaciones de pareja-amistad-familia?
Las relaciones intimas se inician antes y con más seguridad, al haber caído los tabúes sexuales, desaparecidos en algunos casos, cambiados en otros. Los jóvenes no se casan ni viven en pareja estable hasta que alcanzan los 25 o 30 años como media pero a estas edades ya han tenido diversas experiencias sexuales y de relaciones amorosas. Saben que terreno pisan cuando deciden vivir en pareja. A esas edades no se sabe mucho pero al menos más que antes, cuando se llegaba en virginidad.

El antiguo sueño romántico de la pareja monógama, para toda la vida, y “hasta que la muerte nos separe” (y el que quedaba vivo estará recordando eternamente al amor desaparecido…) cada vez se da menos. Esta pareja ideal y tan reconocida en la literatura (escrita y visual) ha tenido unos tiempos muy acotados en la historia de la humanidad: se populariza en Europa con los cuentos románticos de final de la Edad Media y desde hace tiempo va camino de su desaparición. Aunque algunos se empeñen durante toda su vida en buscar su media naranja, su príncipe o princesa. La persona que, milagrosamente, nació para ser tu pareja, tu complemento ideal. El romanticismo realmente propugnaba satisfacer todas las necesidades de relación social con una sola persona. Es más, nos decía que no somos persona completa hasta que no encontramos a nuestra media naranja (como su propio nombre indica). Es un ideal que fracasa constantemente pero que aún permanece en nuestro imaginario colectivo. Y fracasa porque se quiere satisfacer con la misma persona al menos cinco planos distintos de relación que, si nos fijamos, no tiene porque cumplir nuestra pareja, casi nunca los cumple y de hecho es casi imposible:

Primero la reproducción, la descendencia: tener hijos, criarlos, ponerse de acuerdo en su educación y en un solo hogar, la economía doméstica,… son dos planos en uno: un hogar único es más barato que cada uno por su cuenta, y compartir - ayudarse económicamente, en una sociedad en que los dos adultos trabajan pero que uno puede tener tiempos en paro, buscando trabajo, bajas para el cuidado de los hijos… es un complemento ideal y seguramente la razón más antigua para la monogamia, el asegurar la crianza de los bebés, ya que nacemos como totalmente dependientes (a diferencia de otros animales). 2º El mundo del sexo, la necesidad de relaciones sexuales que todas las personas tenemos. 3º Los afectos, compartir sentimientos, abrazos, caricias, secretos... 4º La pareja intelectual, necesidad de compartir opiniones, tratar de comprender juntos el mundo, crear una visión común, debatiendo, discutiendo, interpretando y ayudándose... y 5º compartir aficiones, hobbies, ocio, actividades culturales, deportes,... (las vacaciones ¿juntos o por separado? -ya hay agencias de viaje especializadas...). Y lo queremos todo en uno.
Los tres primeros planos se han visto tradicionalmente como una obligación de la pareja única familiar-reproductora y a veces los cinco. Pero históricamente entre los poderosos, la burguesía o las clases sociales altas ha sido bastante común que cada plano haya sido ocupado por diferentes personas: amistades íntimas, amantes, concubinas y los “amigos”, el grupo de hombres –de aficiones/actividades reservadas para ellos, para los compañeros de trabajo, para los del casino o para el club. Mientras, a las mujeres se les obligaba a estar en casa, a no tener relaciones sociales –sólo familiares- y, si las tenían, serían relaciones privadas con otras mujeres, algunas veces semiclandestinas. Hoy toca su democratización, tanto para hombres como mujeres, que no sea algo reservado para los pudientes o para las élites. Como ha ocurrido con la democratización de la esperanza de vida.

Seguramente siempre habrá parejas que vivan juntos y felices 50 o más años. Pero son una minoría. No se trata de contraponer unos modelos familiares a otros. Todos existirán y coexistirán sin tener que ser moralmente mejores o peores. En París más del 40% de las viviendas particulares están hoy ocupadas por una sola persona. Para unos esto es triste, es muestra de aislamiento y soledad, sobre todo en lo que respecta a los mayores. Para otros es el futuro, es la tendencia. ¿Viven así obligados? Los mayores ¿están o se sienten abandonados? No lo creo. En las encuestas a la población mayor en España se repiten algunas ideas: se tiene miedo a las discapacidades futuras y, entre las preferencias, están simultáneamente la de querer ver frecuentemente a la familia (mantener estrechas relaciones familiares y de amistad) pero también el deseo de la independencia y explícitamente dicen: “no quiero ser una carga para nadie, quiero vivir en mi propia casa”.

Vivimos más años y estos cinco planos serán ocupados por diferentes personas a lo largo de nuestra vida. No querremos media naranja: trataremos de ser cada uno nuestra propia y única naranja, entera. Pero con múltiples relaciones, desde la cooperación y la inter-independencia y siendo conscientes de que vivimos en una red de relaciones dentro del mismo árbol-comunidad y que no todas las relaciones nos importarán lo mismo.
Concluyendo: nada es para toda la vida (ésta es tan larga y tan cambiante…). La sociedad liquida (como nos dice Bauman) produce por un lado un mayor sentimiento de inseguridad, inestabilidad, por otro, una gran necesidad de volver hacia el interior de cada uno, de cambiar la seguridad por la confianza, en uno mismo, y en los demás, sean quienes sean: en la vida en suma. ¿Cómo van a influir estos cambios en los procesos de envejecimiento y en las formas de vida de la población de mayor edad? Esa es la aventura que, esperemos, nos tocará vivir.


Citas Bibliográficas:
Bauman, Z. (2006): Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid, Siglo XXI.
Gil Calvo, Enrique (2006). Artículo publicado en El País Babelia, 2.09.06.
Kundera, Milan (1991): La Inmortalidad. Barcelona, Círculo de Lectores.
Thalmann, Yves-Alexandre (2008): Las virtudes del poliamor. La magia de los amores múltiples. Barcelona, Plataforma Editorial.

4 comentarios:

  1. Interesante reflexión sobre las relaciones de pareja en este mundo cambiante. Me ha encantado

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  2. "...Ojalá vivas en tiempos interesantes" Decía el oráculo chino... Y sí, vivimos -para bien y para mal- en tiempos interesantes. Lo bueno es que contamos con observadores como tú, para describirlos, para explicarlos y hasta para vislumbrar su evolución hacia el futuro. Describir el cambio social formando parte de él, e incluso provocándolo y deseándolo, es aventurado, pero imprescindible. Enhorabuena, Tomás. Buen comienzo del blog. ¡Ánimo y... a mantenerlo! :) Abelardo de la Rosa

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  3. Lo más interesante que se ha leído hace mucho tiempo. Me encanta que se redefina los distintos planos de las relaciones de pareja, para no tenerlos de forma abstracta y si bien definidos, sin que nadie se frustre que no saque nota en todos.
    Enhorabuena !!!!!!

    María Alberich.

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  4. Sugiero que amplíes lo de los 4 o 5 planos de relación diferentes, con ejemplos, vivencias,...

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