Hace ya más de dos años que nació el
movimiento de indignados “15M” y los problemas sociales que provocaron aquel
levantamiento de rebeldía popular han ido a más. No hace falta dedicar mucho espacio
a lo que tenemos claro. Hoy hay más paro y precariedad, más privatizaciones… y
un sistema político caduco que no funciona, lo cual no significa que vaya a
desaparecer por sí solo. Es evidente que la corrupción político-económica que
se denunciaba hace años ha ido a más o, para ser más exactos, ha aumentado el
conocimiento público de lo que ya existía (Bárcenas-PP, Urdangarín, exCEOE,
Bankia…) en medio de un país que transmite la imagen de decadente viejo dirigido por un viejo Jefe de
Estado, con patente de corso para matar, matar animales en peligro de extinción
y cazar fortunas mediante protegidos y testaferros.
Por contra, algunos de los mayores
desmanes del sistema se han parado o al menos se están repensando, por la
oposición activa, directa y masiva de movimientos sociales.
Seguramente su mayor éxito ha sido paralizar
cientos de desahucios y frenar el latrocinio de la banca con una ley
hipotecaria hecha a su medida. Y que se re-piensen nuevas privatizaciones. En
estos dos años la oposición principal al régimen
ha estado en los movimientos de indignados, en las mareas ciudadanas y en unos
pocos, muy pocos, miembros del poder judicial y de minorías políticas y
sindicales.
¿Cuál puede ser el futuro del 15M?
Imaginamos diversos escenarios:
1.
Híper-ideologización
y lentitud. Más de un miembro ha dejado las asambleas por los debates interminables.
El 15M puede ir perdiendo fuerza paulatinamente mientras otros movimientos la
van ganando, tipo mareas ciudadanas. Muchas asambleas pequeñas han desaparecido
en estos dos años o existen solo virtualmente, mientras otras que han
conseguido conectar activamente con los problemas directos, locales-globales,
se han convertido en un pragmático movimiento-soporte
muy activo (desahucios, ayudas solidarias a familias, apoyo a otros
movimientos) y con muchos aciertos. Han demostrado y muestran su utilidad semana
tras semana.
2.
Creación de un
partido político o registrarse como asociación de cara a las próximas
elecciones de 2015. Tendría la ventaja de su incidencia político-electoral
directa. Los cambios hay que hacerlos también en los parlamentos e
instituciones. En última instancia es necesario conseguir cambiar las leyes y
no hay manera de cambiar el sistema sólo desde fuera. Los mecanismos tipo ILP
son fundamentales a la vez que insuficientes. Pero esta opción tendría el grave
inconveniente de que muchas personas dejarían de participar porque precisamente
están en el 15M por ser unitario y apartidista.
3.
El no convertirse
en opción política electoral no debe evitar el debate que se tiene sobre el
tema (bastante vivo actualmente) y el apoyo público a las opciones unitarias
que se consideren más cercanas al 15M en cada nivel (local, estatal europeo).
Para esto es necesario elaborar un programa de mínimos.
4.
A corto-medio
plazo se puede promover la unión-fusión con otros movimientos cercanos,
actuales (tipo coordinadora rodea el
Congreso 25S) o nuevos, que pueden surgir a partir de las mareas en defensa
de los servicios públicos y de otros grupos de población más que indignada,
harta. El sistema asambleario está calando en la sociedad como nueva forma de
organización democrática de los movimientos sociales, superando en eficacia a
las formas tradicionales (sindicatos, asociaciones jerarquizadas,…). Seguramente
el mayor logro del 15M ha sido empapar a la sociedad y a los movimientos
sociales de nuevas formas de organización, de nuevos métodos más democráticos.
El 15M es un movimiento todavía nuevo,
abierto a los cambios y que por lo tanto no debe tener miedo a perder historia
ni siglas si no a ganarlos. Seguramente la mejor vía será una
suma-cristalización de las citadas.
Para leer más sobre el 15M y el análisis
de Tomás Alberich ver: Revista Española del Tercer Sector, nº 22 sept-diciembre
2012: http://www.fundacionluisvives.org/rets/22/articulos/96856/index.html (el registro es gratis para suscribirse a la revista).
Completamente de acuerdo con tu análisis. Además ahora estamos en un momento crucial del nuevo despertar de la ciudadanía ya que por un lado hay que contrarrestar la continua criminalización de las acciones colectivas por parte de algunos sectores de la política y, por otra, se deben evitar los intentos de fagocitar el movimiento 15M que se están dando desde otros. Creo que el éxito o el fracaso de los nuevos movimientos sociales estará, en gran medida, en el acierto en la gestión de estas cuestiones.
ResponderEliminar¡Enhorabuena por el blog y mucha suerte!
Me gustan los pensamientos TAlberich. Te seguiré la pista.
ResponderEliminarEnhorabuena
Cristina
Efectivamente tiene razón el Sr. Tomás Alberich, al expresar que es necesario consensuar un 'programa de mínimos' y exigir a los partidos políticos que lo incluyan en su programa electoral y lo cumplan promoviéndolo y defendiéndolo sus representantes en el Congreso de los Diputados o las cámaras análogas en cada región o estado. Una verdadera ley de transparencia para todos, no sólo para los partidos políticos, claro está, es en España necesaria, por ejemplo. También la reforma de la injusta y desproporcional Ley Electoral vigente en la actualidad. Asegurar el mantenimiento de unos servicios públicos de calidad y hacerlo compatible con su vialibilidad económica. Ciertos aspectos de gestión son aún mejorables, pero no cabe la privatización de los sistemas de áreas tan importantes como la sanidad, la enseñanza o la mayoría de los llamados servicios sociales. Desde lo público es posible la eficiencia. En cuanto al movimiento 15M, cierto compromiso político cabe más allá de la propia calle, tras un encuentro con algunas de las opciones políticas más próximas a los principios de democracia, igualdad, libertad y solidaridad. El actual gobierno se viene burlando de la ciudadanía desde el primer momento de su toma de posesión. Pero internamente no es problema de la ciudadanía; deberán dinamitar su partido y empezar desde cero con limpieza o desaparecer. A buena parte de la izquierda le ocurre lo mismo. Por éso una definición programática de 'mínimos' debería emanar de la ciudadanía más popular, canalizándose el debate con rigor a través del régimen asambleario y abierto del movimiento 15M. No es fácil, pero sí necesario. Y tampoco es desdeñable, si no se encuentran agrupaciones o partidos políticos que se comprometan a los cambios legislativos necesarios, la creación de un frente electoral que aglutine la participación real del pueblo, tras las urnas, en los parlamentos de donde realmente emanan las leyes.
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