Frente al espejo
Cuando digo que tenemos que convencernos de que venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos (Vivir III) ya sé que estoy exagerando, pero solo un poquito. Venimos solos… hasta cierto punto, claro. Los primeros meses-años de nuestras vidas los pasamos como seres totalmente dependientes. Somos animales sociales y como tal nos es imprescindible la relación con los demás, a lo largo de toda la vida, conviene recordarlo. Pero ya en los primeros años aprendemos primero a conocernos, el niño descubre asombrado que eso que mueve ahí abajo es un pie y es su pie, y lo puede mover a su voluntad, después a tocarnos y posteriormente a reconocernos: el impacto en la personalidad de la primera vez que una persona se ve a sí misma en un espejo y “visualiza” que esa imagen completa es ella misma. Esa reflexión es profundamente humana y solo se da cuando el infante ha adquirido una cierta madurez. A un niño/a de unos meses le puedes enseñar un espejo que le da igual, a lo sumo le hará gracia que lo que ve se ríe a la vez que él. Algunos psicoanalistas, como Lacan, han desarrollado verdaderos tratados sobre el choque frente al espejo y su influencia en el desarrollo de una personalidad independiente, la construcción de nuestro propio yo, y que, sorprendentemente, se puede dar entre los seis y los dieciocho meses (ver: “estadio del espejo” de Jacques Lacan, p. ej. en Wikipedia).
Cuando digo que tenemos que convencernos de que venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos (Vivir III) ya sé que estoy exagerando, pero solo un poquito. Venimos solos… hasta cierto punto, claro. Los primeros meses-años de nuestras vidas los pasamos como seres totalmente dependientes. Somos animales sociales y como tal nos es imprescindible la relación con los demás, a lo largo de toda la vida, conviene recordarlo. Pero ya en los primeros años aprendemos primero a conocernos, el niño descubre asombrado que eso que mueve ahí abajo es un pie y es su pie, y lo puede mover a su voluntad, después a tocarnos y posteriormente a reconocernos: el impacto en la personalidad de la primera vez que una persona se ve a sí misma en un espejo y “visualiza” que esa imagen completa es ella misma. Esa reflexión es profundamente humana y solo se da cuando el infante ha adquirido una cierta madurez. A un niño/a de unos meses le puedes enseñar un espejo que le da igual, a lo sumo le hará gracia que lo que ve se ríe a la vez que él. Algunos psicoanalistas, como Lacan, han desarrollado verdaderos tratados sobre el choque frente al espejo y su influencia en el desarrollo de una personalidad independiente, la construcción de nuestro propio yo, y que, sorprendentemente, se puede dar entre los seis y los dieciocho meses (ver: “estadio del espejo” de Jacques Lacan, p. ej. en Wikipedia).
A partir
de los 7 años comienzan los ritos del paso, del tránsito de la infancia al mundo de los adultos, que suelen estar
resueltos en torno a los 9 años en la mayoría de las culturas tradicionales (ya
sea la “primera comunión” u otras pruebas más duras). Decíamos que solo a
partir de los 7-9 años el ser empieza a abandonar la infancia para empezar a
ser persona “mayor” y comienza a pensar que a lo mejor no todo el mundo está
pendiente de él (para bien o para mal). Que lo que vemos es una realidad
independiente a nosotros y que lo que nos pasa es en buena medida producto de
lo que hacemos y que hay otros aspectos que no controlamos ni vamos a controlar
nunca. Y, lo que es peor, que en este mundo tenemos que buscarnos la vida y, más aún, que si uno desaparece, la vida y el
mundo seguirán su curso, seguirán igual. Triste pero es así.
Lo que quiero expresar con que “estamos solos…“ es especialmente que:
·
Cada persona es todo un universo, distinto y
maravilloso. Por mucho que vivamos en comunidad, en familia, en pareja,… cada
persona es un ser irrepetible y debe aprender a decidir por sí misma. Esto
también está relacionado con los Derechos Humanos: históricamente a buena parte
de la sociedad se le ha negado sistemáticamente esta capacidad de decisión, el libre albedrío (y aún se les niega en
algunas subculturas): niñas o mujeres que son obligadas a casarse por motivos
económicos, personas que son de hecho “vendidas” o tratadas como esclavos.
Infancia a la que se le negaba ser “persona” hasta la mayoría de edad, ancianos
a los que se les priva de su capacidad de decisión –se les considera una carga
porque ya no producen-, etc.
·
Por mucho que los demás nos aconsejen, nos ayuden
o desayuden, nos quieran o nos odien… las decisiones importantes de nuestra vida
las toma uno para uno, una persona para sí misma, no los demás. No le echemos
la culpa a nadie de nuestros errores. Que cuando nos miremos al espejo nos
digamos (ahora sí, de mayor y plenamente consciente): ese/a soy yo, ahí estoy,
para bien o para mal, las decisiones que he tomado tomadas están, lo que hice y
lo que deje de hacer fui yo quien lo decidió, no fue por/im-puesto de los
demás, pero pertenece al pasado… ¡no le demos más vueltas!
·
El Duelo. La soledad bien vivida es especialmente
importante cuando se nos muere un ser querido o nos ocurre alguna importante
desgracia. Por mucho que sean muy necesarios los abrazos, besos y apoyos de los
demás, hasta que una persona no es capaz de encontrarse a solas consigo misma,
a solas en una habitación, en su casa y pueda pensar sosegadamente… y se diga:
sí, ha muerto, es terrible, pero tengo
que seguir viviendo. Hasta que eso no ocurre no comienza realmente el duelo.
Hay situaciones en que uno está liado con el fallecimiento, gente y gente que
te llama, que te muestra su apoyo, te da el pésame,… con toda su buena voluntad,
pero que lo que hacen es distraerte, confundirte, molestarte, cuando una
comienza a salir de la situación, a superarla, encontrándose a si misma,
alguien te llama para darte el pésame y mostrar su apoyo, y es como comenzar el
proceso de nuevo. Mejor apagar los teléfonos. Todo esto lo que hace es retrasar
que uno se encuentre consigo mismo y pueda al menos “comenzar” a comprender y
por lo tanto empezar a superar la situación. No nos
refugiemos ni evadamos en los demás. Lo que podemos conseguir es retrasar y
alargar el sufrimiento necesario e inevitable.
Vivir en soledad sin aislamiento
“Vivir la
soledad”: también en este tema me parecen acertadas las palabras de Doria
cuando dice: “… así como la soledad y el retiro es una bendición para el alma,
por el contrario el aislamiento puede
ser enfermizo y patológico por lo que conviene proceder a resolverlo con valor
e inteligencia.”
Para ser
persona es necesario estar consigo mismo, estar en soledad en la meditación….
Hay mucha personas que desgraciadamente se les niega esa posibilidad de estar
a solas, incluso físicamente: si la
mayor parte del día se está trabajando, o estudiando, y el resto se pasa en
transporte y en familia y viviendo, cada vez más, en pisos/en espacios hacinados… es imposible el
disfrute de la soledad, de la vida en contemplación pausada, del disfrute de la
auto-evasión en la meditación personal. Esa que es necesario para madurar y
para ser capaz de analizar la realidad, tanto de los grandes problemas como de
las pausas del día a día.
Sobre la independencia y la no necesidad de aprobación
“Abraham
Maslow: La más alta cualidad de un ser
realizado consiste en ser independiente de la buena opinión de los demás.
Esta idea hace referencia a la superación de esa necesidad soterrada de
complacer a los demás, para que en el fondo ‘nos quieran’” (Doria, pág. 19).
Tenemos
un cierto miedo soterrado a que si no complacemos a los demás se producirá el
desamor. El que queramos que nuestras opiniones sean constantemente
compartidas, apoyadas y aprobadas por los demás está muy en relación con
nuestro Ego, con el deseo inalcanzable y constante de satisfacer al Ego. Aparte
de otros aspectos múltiples, que darían para mucho debate, como el miedo
prehistórico y comunal de que si los demás no tienen buena opinión sobre
nosotros podemos ser “expulsados del grupo”, quedarnos sin amor y sin nada, de
cuando la expulsión del grupo significaba la muerte irremediable.
Por el
contrario, el interés constante en complacer a los demás tiene también una
motivación egoísta pero más sana que la anterior: está en relación con el
mimetismo. Aspiramos a hacer/ver al otro feliz para aumentar nuestra propia
felicidad, para contagiarnos de esa felicidad compartida. Lo cual es una
aspiración sana y natural. El que “rían nuestros chistes” no es solo para
satisfacer a nuestro Ego, sino también para reírnos nosotros mismos, la risa es
contagiosa y beneficiosa… ojalá sepamos también reírnos de nosotros
mismos.
Referencias
Doria,
Jose Mª. "Materiales para el Proceso de Educación de las Emociones
en 40 días", Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (apartado:
Diario de un psiconauta), y consultas realizadas en: http://blog.jmdoria.com/
Bibliografía. Recomendados:
- Krishnananda (2007): De la Codependencia a la Libertad: cara a cara con el miedo. Mostoles (Madrid): editorial Gulaab. El autor realmente se llama Thomas O. Trobe y es un médico siquiatra norteamericano. Mezcla sus vivencias personales con análisis sicológicos y recomendaciones de ejercicios para el análisis "interior", analizar las vivencias personales, los problemas de pareja, familiares (relación que tuvimos con los padres),...
- Tolle,
Eckhart: se hizo famoso con su obra de 1997 (edición en español 2006): El poder del ahora. Otra obra suya más
actual y breve (2009): Un nuevo mundo,
ahora. Barcelona: Debolsillo.
(Alberich, diciembre 2013)
Dichoso el hombre o la mujer que encuentra la soledad cuando la busca y encuentra la compañía cuando la soledad le persigue. La soledad puede ser tan inmensa y desgarrada como la sequedad del desierto y tan placentera como un atardecer. La soledad hace tristes y desgraciados, hace poetas y artistas, y, al mismo tiempo, hace dichosos y desdichados, y, en definitiva, nos hace personas especialmente cuando aprendemos a convivir con ella, a aceptarla, a aprovecharla e incluso a compartirla.
ResponderEliminar¿Y el silencio? ¿No está relacionado con la soledad?
Gracias, Tomás, por el texto y perdón por mis dislates.
Cristina
Soledad, divino tesoro,
ResponderEliminartedioso tic tac de ultratumba,
mirar nuestro alma al desnudo,
diria: "¡atreverse a ser!".
Soledad...,
tan clara como un nacimiento,
tan negra como lo real,
es contigo que se es,
aunque no se quiera ser...
"es contigo que se es...." efectivamente sin soledad (y sin silencio) no se "es" persona, solo dejarse llevar
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