Del libro: Desde las
Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas
[breve
historia de los movimientos sociales] Cap. 1. Las teorías. (4)
Desde nuestro punto de vista, las asociaciones y los
movimientos sociales nacen principalmente como respuesta a las
contradicciones sociales, como reacción a los choques entre fuerzas
que tienen intereses contrapuestos o con el fin de conseguir la
satisfacción de unos intereses o demandas que son los de una parte
de la sociedad. Por lo tanto esa sería la explicación de su
nacimiento “natural” y, para entenderlos, nos situaríamos cerca
del paradigma de la identidad, aunque, en su crecimiento, entren en
juego otros muchos factores y el desarrollo posterior de los
movimientos también dependa de su capacidad de movilización de
recursos.
No hay por qué ocultar que en toda sociedad hay
personas y grupos con intereses diferentes y que fácilmente pueden
ser contrapuestos y entrarán en confrontación. Pero
¿qué es lo que ha ocurrido en el análisis social? Siempre ha
habido contradicciones y conflictos sociales, y pensadores que
analizaban cuál era la contradicción principal en cada momento y
situación, tratando de explicar los conflictos sociales a partir de
esa fractura o fracturas (económica, sexual, ecológica...).
Según Karl Marx, como hemos visto, la contradicción
principal y determinante en la sociedad humana es la económica, la
derivada de la contradicción entre grupos y clases sociales que
luchan por sus propios intereses económicos, con arreglo a la
posición que ocupan en el sistema y en relación con la propiedad de
los medios de producción. Por su parte, Sigmund Freud analizaba que
todo se podía explicar desde la sexualidad, estudiando la evolución
de las contradicciones de cada persona desde el punto de vista
sexual, y observando que los conflictos colectivos también pueden
derivar de pulsiones sexuales reprimidas, como puede ser por el
complejo de Edipo, deseo de matar al padre,
a la autoridad, a la que admiramos pero nos reprime y que necesitamos
superar para sentirnos libres.
Desde un punto de vista más global, holístico,
Jesús Ibáñez, en 1991, nos hablaba de que vivimos en cuatro tipos
de intercambios o “explotaciones”. En palabras de Tomás
Villasante:
“La explotación de la naturaleza
en primer lugar, pues es con el medio espacial-temporal con lo
primero que nos relacionamos ... La explotación del hombre por el
hombre, pues parece que en la historia de la humanidad es una
constante la lucha de clases (...) La explotación de las personas
diferentes, sea por los patriarcas en las familias, o los
colonizadores o conquistadores de otros pueblos (...) Y la
explotación de uno mismo, que Ibáñez identifica con la dominación
de las mentes, ideas y mensajes por posiciones dogmáticas o
ideológicas que imposibilitan el pensar por un mismo” (Villasante,
2014:122).
Johan Galtung
Como veremos, las cuatro explotaciones
que citábamos de Jesús Ibáñez, se pueden ampliar a siete u ocho
contradicciones o fracturas, pero también se pueden agrupar en tres
marcos generales de contradicción (propuestas de Sánchez-Casas):
1.- Las relativas al mundo de la producción:
fruto del choque entre el Estado y el
Mercado, el capital y los trabajadores, o los países ricos y
multinacionales con los países y zonas empobrecidas, al igual que
las contradicciones internas en la sociedad de los tres tercios
(ricos, clases medias y excluidos), que producen contradicciones de
carácter marcadamente económico. De estas contradicciones se deriva
la lucha de clases y, como consecuencia, el movimiento obrero y los
movimientos a favor de un reparto más justo de la riqueza.
2.- Las fracturas relativas al hábitat:
de las que surgen los movimientos ecologistas, ciudadanos, por la
vivienda, consumidores, por la tierra...
3.- Las fracturas de socialización:
de género (a partir de la contradicción sexual), edad
(generacional), etnias - racial y cultural... Se mueven en el marco
de la contradicción entre más democracia y derechos humanos
universales frente a más desigualdad/falta de derechos. Derechos
para todos por igual o diferenciación de derechos según edad,
género, color, cultura, religión,…
Johan Galtung (1930, Oslo) nos habla de siete tipos
de contradicciones sociales, a las que habría que añadir, desde mi
punto de vista, la contradicción entre la vida y la muerte o entre
la enfermedad y la salud. O desde la apreciación cultural de lo que
se considera “normalidad” y lo que se considera diferente
funcionalmente, como es lo relativo al concepto de “discapacidad”
o de diversidad funcional. Por eso a partir de las cuatro
“explotaciones” o de las tres grandes fracturas sociales, podemos
hablar de un total de ocho contradicciones que aparentemente nos
explicarían el porqué del surgimiento de todos los movimientos
sociales. Son las que figuran en el cuadro 2.
Colocadas según cierto orden de origen: la primera
siempre es la contradicción del hombre con la naturaleza (como en el
caso de las explotaciones indicaba Ibáñez), el de la “civilización”
con el mundo natural. El primitivo invento de la agricultura fue en
su origen el que más arrasó con zonas naturales. Le sigue la de
género a partir de las diferencias según el continente corporal,
del cuerpo según la categorización social del sexo. Y la de por
edad, por ejemplo la infancia no tenía derechos en muchas
sociedades. Las raciales y culturales se podrían agrupar en las
contradicciones derivadas del respeto (o no) al diferente, al otro.
Por medio tenemos el gran bloque fundamental de las
socioeconómicas. En 7º lugar las espaciales y las de
espacio-nacionales, que, sumadas a las anteriores, tantas guerras han
provocado. Y finalmente la citada vital. Las contradicción política
no figura aparte porque está en todas: aunque históricamente las
socioeconómicas son las que más directamente han dado lugar a la
aparición de movimientos y partidos políticos, realmente la
política existe en todas las demás: partidos y políticas de medio
ambiente, de género, culturales, nacionalistas, etc.
La diferencia fundamental con Harvey (y los diversos
neomarxismos) es que, desde nuestro punto de vista -siguiendo a
Galtung y a otros autores-, las contradicciones de nuestra sociedad
no tienen sólo una base o raíz económica. Y, ni mucho menos, la
mayoría de ellas tienen una causa relacionada con el capitalismo.
Lo importante es si consideramos o no que cada
contradicción tiene su propia lógica, son independientes unas de
otras y si han existido o no en las sociedades feudales, capitalistas
y de economía planificada (socialista-burocrática o de capitalismo
de Estado). Por poner solo un ejemplo, el patriarcado, como el
machismo actual, existen tanto en familias burguesas como en las
clases trabajadoras, y ha existido en todos los países y sistemas
socioeconómicos de los últimos siglos. Que sean independientes no
significa que en la realidad concreta no estén entremezcladas.
Siguiendo con los ejemplos, la violencia machista se vivirá y se
desarrollará de manera diferente según la situación económica de
cada familia y comunidad, como la ecológica, la cultural, etc. La
economía influirá en la contradicción pero no es lo determinante
para que aparezca.
El aumento de las desigualdades socioeconómicas ha
sido tan fuerte y extenso en las últimas décadas que ha provocado
que centenares de analistas sociales investigaran y se centraran en
el estudio de este tema. También creo que es la causa por la que
algunos pensadores en vez de utilizar el concepto más amplio de
“contradicción” hablen directamente de “desigualdades”:
“En su modelo, Therborn distingue
tres dimensiones de desigualdad social estrechamente relacionadas
entre sí: la desigualdad vital que diferencia a los grupos de
edad en que se descompone el ciclo biográfico; la desigualdad
existencial que segrega a los distintos grupos de estatus por
género, casta, etnia, raza, religión, identidad, etc., y la
desigualdad de recursos que discrimina a las clases sociales
por su diferencial acceso relativo al poder y la riqueza” (Gil
Calvo, 2015, cursivas en el original).
Como vemos, el sociólogo sueco Göran Therborn, nos
remite a una re-visión actual de los mismos temas ya tratados: a las
principales contradicciones expresadas hace décadas por Jesús
Ibáñez, Sánchez-Casas, Villasante, etc.
Conclusión sobre las contradicciones
Lo curioso de las contradicciones es que, en la
mayoría de los casos, parece que tratamos de ocultarlas, de no
reconocer que existen. Lo cual, también la mayoría de las veces, lo
que provoca es su enquistamiento y su aumento, lo que a su vez
provocará su explosión. Tanto a nivel individual como colectivo. A
nadie le gusta que los demás le muestren sus contradicciones, aunque
sea por su carácter o forma de ser (que te señalen las
apreciaciones de origen machista, racista, etc.). Y, a nivel global,
parece que queremos pensar que vivimos en un mundo feliz, o
potencialmente feliz, sin contradicciones. Rechazando expresar que
vivimos en un mundo profundamente injusto: de explotación, no solo
de unos colectivos sobre otros (oligarquía sobre los trabajadores,
los excluidos,...), sino que también explotamos la naturaleza, unas
naciones sobre otras, etc. Pero precisamente el reconocimiento de la
existencia de las contradicciones ha hecho posible en muchos casos su
superación, como decía Harvey, y la posibilidad de avances en la
Humanidad. Evidentemente, los que están en una posición
privilegiada y explotadora serán los primeros en tratar de que se
oculten las contradicciones fundamentales, en que se tapen con otros
aspectos o contradicciones (seudo culturales, religiosas,...). Las
contradicciones entre clases sociales existen (a nivel nacional e
internacional) y su análisis es fundamental para entender muchos de
los conflictos sociales contemporáneos.
Fuente: elaboración propia. Se toman como referencia las siete
contradicciones descritas por Galtung (1992).
[Este artículo se ha redactado a
partir de un extracto del apartado incluido en el capítulo 1º del
libro: “Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas
ciudadanas [breve historia de los movimientos sociales]”. Editorial
Dykinson (2016).
En próximas entradas de este blog
seguiremos publicando algunas partes significativas del libro. Las
referencias bibliográficas completas figuran en el último capítulo
del libro.]
Creo que la más importante de la explotaciones de J Ibáñez es sin duda la 4ª: la exolotación del pensamiento de uno mismo. Parece que esta, al ser psicológica e introspectiva (es decir, que tiene que ver sobre el análisis en profundidad sobre lo que ns está pasando a cada uno de nosotros como seres particulares, qué nos mueve al obrar) se deja de lado y se prefiere incidir en las otras tres, "sociales", donde es más facil encontrar el culpable: el hombre en general, la clase social o el patriarcado: ¡Nada holístico!
ResponderEliminarmuchas gracias por su comentario, realmente a tener en cuenta. Cierto que siempre es más fácil echar la culpa a los demás de nuestros problemas, tan cierto como que existen clases sociales y no todos estamos en igualdad.
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