Tiene gracia que con todo lo que ha salido al descubierto de los paraísos fiscales, ninguno de los políticos ni famosos destapados se haya atrevido a denunciar a ningún medio periodístico y sí lo haya hecho Cebrián (en cuanto su nombre ha salido reflejado por las empresas offshore de su exmujer y después algunas de las conexiones económicas de quien es uno de los pesos pesados del poder en España).
Antes del Gobierno de Zapatero (hasta 2005) se le había dejado a un solo medio todo el público consumidor de prensa de izquierdas y de centro izquierda de este país, o sea la mayoría de la población española, para un solo grupo empresarial, el editor de El País-La Ser-Canal+ y numerosas publicaciones subalternas (ver gráfico). El poder de este grupo ha sido tan grande que, ya en los años noventa, se decía que El País no era el medio de comunicación oficioso del PSOE, más bien era al revés: el PSOE era el medio político utilizado por El País...
Y ambos han seguido muy unidos, da la impresión que cada vez más. De 1982 a 1996 el PaíSOE gobernó España sin competencia. Con el destape de los papeles de Panamá se están empezando a descubrir algunas redes del entramado empresarial que apoya a Cebrián y a Felipe González, y en esas redes está la misma petrolera que les regalaba acciones. Y luego dicen que la casta no existe.
A principio de siglo, con la creación de los nuevos medios digitales y redes sociales empezaron los problemas para Prisa, al tener algo de competencia. Después, una pelea empresarial sobre los derechos de emisión de los partidos de fútbol, produjo una escisión de los inversores de los nuevos grupos televisivos y así nació la Sexta tv y el diario Público (2006-7), propiciada por el Gobierno Zapatero. El monopolio Prisa sobre la información ligeramente socialdemócrata o progresista terminó definitivamente.
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Nuevos medios para el público de izquierdas fueron beneficiosos para la libertad de expresión y ampliaron una sana competencia. El dinero no tiene ideología dicen algunos: la Sexta pertenece al mismo grupo empresarial que edita La Razón. El caso es vender, pero al menos hay más pluralidad. O más bien hay que decir que la ideología del dinero es esa: hacer dinero. Objetivos: “Libertad” para el capital y el deterioro de los medios de comunicación públicos, que les encanta.
Pero Zapatero hizo ahí una buena jugada: ante la protesta de algunos medios por permitir más canales de televisión en el reparto del pastel publicitario, prohibió los anuncios en la TVE pública, con lo cual se favorecía a los medios privados (que propugnan siempre la competencia del libre mercado para los demás, no para ellos) y a la vez favorecía a los consumidores de la televisión pública, mejorando su calidad libre de cortes, y además se aprobaba un estatuto que garantizaba su mayor independencia informativa. Normativa que rápidamente abolió el PP en cuanto ganó las elecciones.
Para mayor desgracia, la crisis, con los problemas económicos y la mala gestión privada llevaron a que Cuatro tv (de Prisa) fuera absorbida por el grupo de Tele5 y la Sexta por el de Antena3, con lo cual teles de izquierda independientes ni una. Afortunadamente periodistas provenientes de El País o El Mundo han conseguido montar algunos medios digitales independientes que se mantienen (diario.es, infolibre, público,...), aunque bastante dispersos y aún sin consolidar mucha audiencia. Esperemos que unos de estos se unan en proyectos de más calidad.
En este panorama, no es por tanto casualidad que el grupo de la Sexta se decante desde el principio por apoyar a posibles alternativas al PSOE. Antes de que existiera Podemos fueron cruciales en el estrellato meteórico de Pablo Iglesias y de su equipo, para que fuera conocido por la mayoría de la población.
El grupo de la Sexta descubre un nicho de oportunidad política en el equipo de Pablo Iglesias y lo explota al máximo. Cuando Podemos se hace excesivamente evidente en su éxito también apoya a Rivera, para que Ciudadanos se consolide como alternativa al corrupto PP y para que el aprendiz de brujo Pablemos no mate al padre fácilmente. Y haya más reparto de juego, a ser posible teledirigido, nunca mejor dicho. Al fin y al cabo la casta en España se mantiene por ese conglomerado que de siempre ha sumado a constructoras-fútbol-televisiones-política, y detrás la banca, controlando a los controladores.
La izquierda tradicional, y la transformadora, representada sobre todo por IU-UP y grupos minoritarios, ha sido marginada y maltratada en todos los medios. Pero, con la jugada de Pablo de ir a la gran coalición de las izquierdas, la situación ha cambiado radicalmente, a pesar de que se había negado reiteradamente hasta hace cuatro meses. El partido de las elecciones está en el aire y el ganador es incierto. Por primera vez en casi cuatro décadas, el bipartidismo imperfecto ha muerto. El encuentro se está poniendo realmente apasionante.
Solo sabemos algo con certeza: la casta hará todo lo posible y lo imposible por no perder cuota de poder. No digo ya perder “el poder” si no simplemente algo del poder en el que están instalados.
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