Lunes 18 de julio 2022
Después de una casi tranquila reunión de la confluencia local, asamblea pre Pleno municipal que abandono antes de que termine, encamino ruta a casa para que me dé tiempo a cenar. Riego un poquito, como algo y bajo andando a la Estación de tren de Villalba. El bus sale a las 23,59 h. tengo tiempo, pero prefiero ir sobrado y tranquilo, ya que es la primera vez que hago esta ruta viajera. Supongo que la extraña hora de salida es para que no cambie el día y la gente no se haga el lío, porque si pones salida a las 24,00 o 24,01 del día 19 es lo mismo pero se lía la cosa… ¿se debe poner 24h o se pone 00h?
Total que cojo el tren a Madrid, que siempre va con algo de retraso, pero a las 23,00 ya estoy en la estación de Méndez Álvaro.
Sorprende llegar a estas horas a una estación de autobuses y ver a cientos de personas moviéndose en todas direcciones, en un día de diario, sin puente ni nada… El intercambiador es amplio con varias plantas desde el nivel de la estación de tren de cercanías y después de bajar un tanto te vuelves a sorprender al ver tantas dársenas con sus autobuses y a nivel de calle, en fin que no se entiende muy bien. Más y más gente, muchos con las mascarillas puestas o en el brazo, corriendo arriba y abajo.
La espera se hace un poco larga, no hay asientos o bancos para descansar, solo unas barras horizontales donde apoyar mínima parte del trasero. Muy de moda últimamente, inventadas por algún torturador frustrado. Después, por fin, a las 12 menos cinco de la noche empieza el conductor a dejarnos pasar al autobús, haciendo las veces de portero y controlador, junto a la puerta de la estación que da acceso al bus.
Se sientan a mi lado varios tíos grandes, como en buena parte del autobús unos negrazos que van y vienen de Almería a Madrid a trabajar supongo. El bus va casi lleno y con todo tipo de gente, predominantemente juvenil. El acompañante del asiento de al lado se pone a ver pelis en el móvil, con los cascos puestos, permanece en silencio y sin moverse casi toda la noche. No ocurre lo mismo con el de atrás, al que la suerte le acompañó dejándole dos asientos para él solo, pero que aprovecha para despancijarse a lo largo, lo cual no sería ningún problema para los que vamos delante si no fuera porque cada vez que se mueve y despereza lo hace apoyando su brazo sobre nuestras cabezas o tocando las mismas… hasta el punto de que, a la tercera o cuarta vez y ya cerca de nuestro destino, le llamo la atención, sin respuesta aparente por su parte, me ignora totalmente. No sé si está borracho o es así de idiota. Me quedo con la duda.
Emprendido el viaje me voy quedando frío primero, helado después. Al rato además con ganas de ir al servicio. Después ya me duele todo. No sé si es el frío o que me estoy meando a reventar. Sé que el bus tiene que parar en algún momento del recorrido, supongo que hacía la mitad, y no sé si voy a aguantar tanto. Se supone que hay un servicio en el bus pero no lo he visto y no pregunto. Veo que la gente se va tapando paulatinamente con lo que puede. Se saca ropa de bolsas o maletas y se tapan. Nadie protesta o dice algo.
Pero ¡milagro! el bus para cerca de la Carolina, apenas llevamos dos horas y pico de viaje de las seis y media que dura. Bajamos a tropel. Todos a los baños…. Resulta que no, que apenas tenía ganas de mear, que las molestias eran por el frío, un rato en la calle y me recupero para todo. Apenas he dormido. Los asientos son duros como piedras y el espacio mínimo.
Volvemos al bus y pa’Almería todo seguido. Solo vuelve a hacer una parada técnica, para bajar y subir gente. No se deja moverse fuera al resto.
Llegamos casi puntuales, pasadas las 6.30 h a la estación de Almería. Allí está esperándome, sentado tranquilamente Antonio. Nos montamos en gran y viejo Peugeot y tomamos camino a varios sitios antes de ir al Ashram. Me comenta que vamos primero cerca de El Ejido y disfrutamos del paisaje: miles y miles de invernaderos, un mar de plásticos sin fin cubren todo el horizonte. Se va más plástico que mar. El Ejido siempre me recuerda los episodios masivos de racismo de principios de siglo, contra la población que precisamente es parte de su boom económico. Siempre gobierna el PP y ahora Vox tiene más concejales que el PSOE. O sea voto a derecha y ultraderecha y un poquito a centro.
Paramos en uno de los múltiples almacenes/empresas distribuidoras de frutas y verduras. Me cuenta como hablaron con esta empresa hace tiempo, para que donaran al grupo religioso del Ashram género que estuviera no apto para el consumo humano o con fecha próxima de caducidad, en principio para dar de comer a los animales que tienen en el Ashram. Y no solo hicieron eso: les dan cajas y cajas con comida todavía en buen estado. Cargamos un montón en el coche que llenamos a rebosar, con género que costaría varios cientos de euros si se comprara en Madrid. Lo regalan todo. A me comenta que también lo hacen con otra asociación religiosa cristiana. Es una forma de apoyar la labor social que hacen estas entidades. Entre otros aspectos el Ashram –que es de acceso libre y acude todo tipo de gente, algunos bastante pirados, supongo se curan un poco en la estancia. En el Ashram al menos encuentran un poco de paz, comprensión y apoyo. A más de uno/a le habrá venido muy bien la estancia para su recuperación psicológica al menos.
Paramos a echar gasolina en la estación de servicio de La Aldeilla, aunque no se ve aldea alguna por ningún sitio, el nombre tiene su gracia.
Por fin llegamos al municipio de destino, Gérgal. Primero paramos a desayunar, dos buenos cafés con leche con sendas tostadas, pan, buen aceite, tomate y queso fundido. En el Ashram no hay café ni té, ni ningún tipo de bebidas estimulantes, ni por supuesto alcohol ni drogas, ni legales ni ilegales. Así que A aprovecha cada mañana para tomarse un buen café con leche, con todo lo demás.
Todavía queda en el coche un pequeño espacio donde albergar unas cuantas sandías y melones que compra a simpática joven vendedora ambulante. Reanudamos la marcha y me comenta un detalle, entre tantos, de la vida en el Ashram: no usan papel higiénico. Cada uno/a se lava sus partes en el bidé que hay al lado de la taza… Le comento que me parece magnífico, muy ecológico, pero mejor paramos a comprar papel higiénico pa’mi al menos… dice que estará cerrado, no son ni las nueve de la mañana aún… Pero afortunadamente pasamos al lado del super y está abierto¡! Me bajo raudo a la compra, también a por mantequilla y alguna cosa más –elemento esencial para el régimen vegetariano del Ashram, no carne pero sí muchos derivados de la leche, son vegetarianos pero no veganos –el veganismo sería otra religión a añadir y ya tienen bastante con la que tienen y practican. No venden rollos de papel ni sueltos ni agarrados: el mínimo es el paquete de seis rollos, así que haré donación… cargamos al coche-almacén con lo nuevo.
Salimos del pueblo y enfilamos a la pedanía de Las Aneas, donde está nuestro destino. Llegados al pequeño núcleo de población paramos en casa de unos nuevos vecinos, se han asentado un grupo de 6 o 7 alemanes que han comprado un caserío, casa baja y amplia con su estupenda finca de varias hectáreas, situada justo enfrente del Ashram, ambas separadas solo por el barranco de los Malagueños. Un paisaje muy bello, olivos, algunos árboles frutales, huertos. Paramos para regalarles pequeña parte de la donación. Llevan solo unos meses en el lugar. No son devotos de Krishna pero están en ello… simpatizantes de momento.
Por fin nos adentramos por una vieja carretera -llamarla así ya es mucho, camino de cabras más bien, hacia el bendito Ashram. Aparcamos al lado del edificio. Casa de dos plantas, más bien una muy extensa, con bastantes habitaciones, y la buhardilla, diáfana, muy bonita y que conozco luego, es donde está instalado el templo. Y un edificio anexo no visitable, del antiguo gurú que falleció el año pasado, y algunas instalaciones pequeñas. La propiedad es de varias hectáreas, sube hasta la misma montaña, todo es de la asociación religiosa de tradición hindú “Suddha Niryananda Vaisnava Parinava” y el nombre oficial donde estamos es “Jahnava Mandir Templo y Ashram”.
Cuando llegamos el sol ya lleva un rato castigando a los mortales. Hay que descalzarse para entrar al Ashram, a mí me permiten entrar con chanclas, después de dejar los zapatos (deportivas) en la entrada, con otros cerca de la docena que permanecen en la entrada al edificio. Me dejan ese favor no sé si particular o plural. Todos los demás van siempre descalzos. El suelo está bastante limpio. No se puede decir lo mismo de todo lo demás. Las arañas, avispas, moscas y demás bichos son todos hijos de dios, o de Krishna, no lo tengo claro, el caso es que no se les mata. Pregunto: pero las telarañas las quitaréis de vez en cuando y entonces las pobres arañas… “bueno, muy muy de vez en cuando” me responde. Hay un par de nuevas mosquiteras instaladas en las grandes ventanas que reducen bastante el número de animales voladores.
El cuarto de baño un poco cochambroso. Es lo que hay. Tampoco esto es un hotel. La gran lata-papelera con restos de papeles sucios junto a la taza mejor no la comentamos.
Me enseña mi habitación. Da casi al norte, bastante fresquita. Me quedo a echar una cabezadita, dado que apenas he dormido por la noche. Se está bien dadas las circunstancias. Pero la vaca está en la habitación de al lado y no para de quejarse y mugir, de vez en cuando la acompañan algunos perros a modo de coro. No es que esté la vaca en la habitación de al lado. Es que la amplia habitación, con seis camas en tres literas, tiene solo una pequeña ventana pero que da justo al lado del sitio donde está la santa vaca del Ashram. Luego la visito, es enorme, está un poco flaca y me dicen que se queja solo para que le den más y más comida. Está permanentemente encerrada en un habitáculo de unos 25 o 30 metros cuadrados, donde se puede mover a su antojo, con una parte techada, pero se debe aburrir bastante.
También la cabra, atada permanentemente a un árbol para que no destroce todo. A me explica que la vaca se metió una vez en el huerto y fue un desastre. Además si se la saca a pasear y se para, se niega a caminar en un momento dado y no hay dios que la mueva, perdón no hay hombre ni mujer que la mueva. Se necesitan 4 o 5 humanos solo para empujarla un poco.
El resto de animalia lo constituyen un simpático burro y un caballo enano o sea un pony.
Y respecto de los animales humanos, que se me olvidaba, lo constituyen en este momento como residentes, además de A solo una chica húngara, Amy. Los demás, el dirigente, líder o gurú del Ashram está con una compañera checa vendiendo cosas por las playas de Almería y no volverán hasta dentro de unos días. O sea que no les voy a ver. Son muy majos. Los conocí en una charla en la asociación La Barraca y pasaron una noche en mi casa. El gurú es, ejerce y emana una gran sencillez –envidiable- y tranquilidad.
Aparte vive cerca, en casa alquilada a la asociación, una joven sueca, Nova, simpatizante de los krishnas, con mala leche y dueña de una perra con más mala leche todavía, y sus simpáticos y pesados cuatro perritos, de la última camada. Los cinco más la dueña dan bastante el tostón según A, pero no puede criticarla y ni mucho menos insultarla porque todos son igualmente hijos de Krishna. Y como Amy es bastante animalista los perros están acostumbrados a hacer lo que les da la gana.
Después de una breve visita al terreno nos ponemos a comer. Solo fruta me ofrece A para estar los dos días previstos desintoxicándonos… a modo de prueba. Yo estoy tan cansado y el calor es ya tan total que le digo que sí que vale, lo que quiera. La sandia y los plátanos están estupendos. Por lo menos la sed y la sensación de sequedad total se alivia, especialmente con la sandía y la debilidad con los plátanos. Y después de comer la siesta, vuelta a dormir un rato…
Ahora ya he conseguido dormir algo. Cuando me levanto de la segunda siesta pienso lo típico que en algún momento se piensa en todos los viajes, sobre todo en los largos y en el extranjero, a mí al menos siempre me ocurre: ¿Qué narices hago yo aquí? para qué he venido? No será mejor irse y volverse ya para casa?
El objetivo ya está cubierto: conocer el Ashram de Almería. Ya lo conozco y punto. En este caso la duda sobre si merece la pena el viaje, o mejor dicho si merece la pena mantenerse en el viaje y no es mejor volverse ya. La duda, decía, no me surge después de una semana o varios días, me ha surgido a las pocas horas de llegar al destino. Bueno, habrá que aguantar un poco. Un poco más. Porqué las ganas de irse: tal vez sea que ya está visto lo principal. Las estancias resultan poco gratas o sea pelín cutres... El calor. La sequía total, la sequedad en la piel…. El viaje me ha recordado por momentos a algunas zonas de Nicaragua, eran tan secas que hasta los cactus se morían de sed. No es el caso de la zona, de la pedanía donde estamos, tienen abundante agua, y en el ashram más. Pero en cuanto salimos de ahí el paisaje es el desierto. Cuando viajamos por Almería, como esta mañana, el paisaje es tan bonito como desolador-desolasol.
Volvamos a la descripción del Ashram… con las fotos adjuntas. La entrada: está una primera estancia pequeña, el espacio para los zapatos y una mini tienda con productos de la India o más o menos traídos de allí, y los libros impresos de acá, todo a la venta para las visitas. Luego el amplio espacio de estancia a modo de salón, da al sur y hay una gran cristalera-ventanas, magnífico para el invierno debe ser estupendo, en verano no tanto. Hay cuadros, fotos de gurús, estatuas para adorar o lo que quieras, aparato de música, estufa de leña -junto a la misma una caja con cacas secas de vaca que es buen combustible para el invierno, asientos, aparatos para tocar música, tambores... Algo consustancial a los krishnas es la música, siempre. O se está en silencio total o hay música de fondo. Ver tele cero. En una habitación contigua hay trastos y una gran televisión muerta.
Luego la cocina, con algunas partes que se caen a pedazos pero bien apañada. Y después las habitaciones. Encima, como decía, está el templo. Es un gran espacio diáfano, con un techo curvado por el peso y los años. Al fondo de esta buhardilla templo está el “altar” un espacio vertical lleno de figuras y figuritas, con una especie de visillo-mosquitera que se levanta a modo de estor-cortina vertical, se recoge, y es donde están las figuras de Krishna y otras pequeñas, muñequitos… como un nacimiento católico pero en vez de portal de Belén y pastores tenemos figuras indias a las que adorar. También en el altar vertical se ofrecen ofrendas a los dioses, alimentos especiales para ellos, etc. Se les ofrecen y luego se lo comen los ofrecedores. Se mantiene la estancia limpia, aquí es obligatorio estar todos descalzos, hay que mantener la pureza del espacio.
Por las mañanas se realiza en el templo la ‘pulla´ (escrito puja, https://es.wikipedia.org/wiki/Puja_(hinduismo). Se celebra a las 4,30 de la mañana… a las 5 cuando la preside AdJ. Le vuelvo a contar otra vez que hacen mal la cuenta, que las 4.30 en la India es las 6.30 en España si contamos respecto al sol. Que aquí en verano el mediodía es a las 14.00h, pero por ejemplo en Alemania lo hacen bien y el mediodía es a las 12, a las 12 del mediodía… como su propio nombre indica. Pero no le convenzo, masculla algo sobre que es a las 4.30 o las 5 porque se trata de hacer un sacrificio… En fin, las semejanzas entre todas las religiones son sorprendentes, como iremos viendo. El caso es joderse un poco más, no basta con lo que nos joden los demás, los poderosos, las injusticias, las enfermedades, etc. nosotros añadimos el sacrificio. voluntario. Volveremos sobre el tema más adelante, si queda tiempo y ganas.
Por la tarde nos vamos de excursión a la zona de los telescopios gigantes que hay justo en la montaña que da la espalda al Ashram, estamos en la falda de esta montaña a la que el peugeot sube con gran facilidad, en una carretera casi privilegiada, se nota donde hay dinero, la instalación del observatorio es de un consorcio/instituto hispano alemán.
Antes hemos recogido a dos compas alemanes, que viven en el mismo cortijo donde dejamos comida por la mañana: Bruno y Jasmin, compañía que no habla nada de español, solo un poco de inglés y alemán. B sí habla español, lo aprendió leyendo y estudiando durante su oficio de taxista en Hamburgo. Se fue de Alemania porque le obligaban a llevar mascarilla en el taxi durante la pandemia de 2020. Me comenta A que le echaron de la empresa por negarse a llevarla. Luego B me cuenta orgulloso que solo ha tenido que ponerse la mascarilla en dos ocasiones en su vida, para entrar en edificios oficiales que se la exigían. Ha huido él y los otros cinco o seis alemanes de todo, de la pandemia, de cómo nos engañan, de lo mal que está el mundo y, supongo, de la guerra de Ucrania. Un tipo simpático y majísimo, de casi la cincuentena. Eso sí tan negacionista que ni se pone el cinturón de seguridad en el coche… Pero iba atrás me responde A cuando se lo comento. Creo que también es obligatorio, respondo. Polaco de origen. Así que habla polaco, alemán, español y un poco de inglés al menos. Disfruta de todo y de su nueva vida alejada de la civilización. Tienen en el nuevo caserío cabras y gallinas, y comienzo de gran huerta abajo, en medio del barranco que les separa del Ashram. Una maravilla. Me pregunta si he ordeñado alguna vez… le respondo que no, nunca. Me responde, siempre orgulloso y satisfecho, que el ¡sí! tres veces en estos días.
Comentamos este nuevo movimiento de alemanes comprando terrenos en la zona. En el interior de Almería los precios son muy asequibles, al igual que en otras zonas de la España rural del interior. Esta llegada de centroeuropeos que huyen me recuerda a la otra gran movida de finales de los 80, venían huyendo del accidente de la nuclear de Chernóbil (abril 1986). Muchos se fueron a Canarias, el punto más lejos –y más interesante según las posibilidades de cada cual.
Las instalaciones de los telescopios son sorprendentes: 6 o 7 grandes esferas, algunas enormes… más un conjunto de edificios que parece una pequeña ciudad: son sus instalaciones, hotel, cafetería… todos los edificios y esferas blancos, parece una pequeña NASA o instalación lunar.
20 julioLa noche bien. Duermo ampliamente, me despierto a eso de las seis, estoy por subir al templo pero no, lo dejo para mañana si eso.
Por la mañana me doy un buen paseo por la finca, con la fresca todo está muy bien. Luego en coche a tomar café en la piscina. Las compas se bañan. A y yo nos quedamos en el bar de la piscina, solo tienen café, no tienen ni un bollo ni nada de acompañante. Si nos acompañan las moscas, a tropel en la cara, las piernas, etc. mejor hubiera sido bañarse, debajo del agua nos hubieran dejado en paz.
Vuelta al Ashram. Comida igual, plátanos, sandia, picotas… algo más que no me acuerdo, unas verduras me parece.
Nos vamos por la tarde con los dos alemanes a un rastro cerca de Las Negras. El viaje, de más de cien kilómetros me produce una cierta depresión: el desierto de Almería es muy bonito, pero todo seco. El aire que entra por las ventanas quema. Ni pregunto si hay aire acondicionado. Aquí lo único que condiciona es la sequedad total. La garganta seca, la piel seca…
Les dejamos en el mercadillo que se está montando. Y nos vamos a una playa cercana. Son las 8 de la tarde más o menos, después ya casi vemos la puesta del sol. Pero no, nos vamos antes a cenar de verdad, a pueblo cercano. Una buena y abundante fritura de pescado. Rompemos el vegetarianismo radical, un poco al menos. Me he dado un baño en el mar muy reconfortante, después de dos días sin ducharme. Como es una playa salvaje –a pesar de que hay cientos de personas- tampoco hay duchas pos, pero da casi igual, el caso es haberse bañado en el mar. Vuelta de otros cien km aprox.
Por la noche regamos, el agua es abundante. Las estrellas más. Hacía muchos, muchos años que no veía tantas y la Vía Láctea en el horizonte estrellado.
21J
Al día siguiente me despierto a las seis y pico y, haciendo un esfuerzo sobrehumano, subo a ver la puja al templo. Hacer la pulla es literal, tal cual en su doble sentido -te haces la pulla a ti mismo, o tal vez el sentido es único. Entro y no veo a nadie ¿se habrán ido ya? No. A nota mi presencia y me llama, está detrás de la columna central por eso no le había visto. Salgo al patio-terraza, es de noche, se ven las estrellas, pero ya pocas, no como anoche, estamos al alba, está comenzando a amanecer. Me dice que también está B, está dormitando o rezando al fondo en lo oscuro del templo y no le había visto. Al rato entra también compi húngara. Se corre el visillo que tapa el a modo de altar. Hacen posturas de adoración, se postran ante Krishna varias veces, en el suelo con posturas más eróticas que otra cosa, además de relajantes y creo que buenas para la espalda. Después tocan diversos instrumentos y cantan un poquito. Me ofrecen que elija instrumento musical pero no me siento preparado, no me atrevo.
A la salida comentan que el mercadillo fue desmantelado por la policía local, una cosa de locos, porque había un montón de puestos y se supone que estaba autorizado. Pero se habían quejado los comerciantes. Tiene toda la pinta de una canallada y abuso de autoridad.
Después descanso en cada habitación. O sea una cabezadita que les viene muy bien. Me despido de H y me voy en el superbólido con A al pueblo, a desayunar bien. Y después tiramos para Almería. Otra vez echamos gasolina, más costes tan inesperados como pequeños.
Sri Swami Prema Rajendra Das |
El viaje de vuelta bien desde Almeria. Salimos a eso de las 9.30. El bus tiene los asientos mejores que los del de la noche qué pena. El frío molesta pero es llevadero, sobre todo porque me he puesto dos camisetas. Además me he acordado de coger los tapones para los oídos. Así la música y la tonta conversación repetitiva del conductor con su acompañante no me rallan la cabeza demasiado.
En Méndez Alvaro el choque es brutal. Pasar del frío a los casi 40 grados de las 4 de la tarde madrileña… No querías calor, sequía y sequedad en el ambiente… pues dos tazas. Con lo bien que estábamos en el Ashram. Conclusión, la cabeza es un mar de contradicciones.
De vuelta a la civilización, de vuelta a casa he incorporado la costumbre de tomar sandía antes de la comida. Muy bien. Las compro al doble de precio que en Almería y tienen la mitad de sabor.
(Para el libro de memorias)
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