9 de agosto de 2013

POR UN CAMBIO ORGANIZATIVO EN EL 15M


Desde que nace el movimiento social de indignados "15M" (el 15 de mayo de 2011) discute, y le discuten, su futuro. Permanentemente. 
Primero muchos “expertos” (tertulianos, políticos,…) saludaron el nacimiento de un nuevo movimiento de protesta pero le auguraban “unos días o semanas de vida”. Luego, cuando vieron que no desaparecía, le marginaron y/o criminalizan. Internamente ha consolidado unas formas de funcionamiento radicalmente democráticas y participativas. Esto ha sido uno de sus grandes aciertos y aportes: mostrar que es posible organizarse de una manera diferente, muy democrática, horizontal y con acertada utilización de las TIC. Pero, por contra, no se ha conseguido construir un solo 15M, reconocido y que pueda ir a más. Existen varios que se superponen y que normalmente se apoyan mutuamente pero que a veces crean cierta confusión y, sobre todo, ralentizan en exceso la toma de decisiones para temas fundamentales. Funcionan: la coordinadora de asambleas APM de Madrid y las coordinadoras de otros territorios (autonómicos), que se coordinan débilmente a nivel estatal, más bien se comunican. Y en Madrid los grupos de trabajo de acampada Sol. Paralelamente está el 15M virtual-real, con sus propias dinámicas.
Desde mi punto de vista, después de más de dos años de experiencia, es necesario dar un salto adelante. Sería conveniente apostar por una estructura clara, una organización reconocible como única, con un programa político-social de mínimos, con portavoces rotatorios pero públicos y reconocidos, hacia dentro y hacia fuera. No serían “representantes” o delegados, la democracia representativa no es necesaria en el movimiento o al menos hay que seguir intentando funcionar de forma asamblearia. Pero sí es necesario tener portavoces estables elegidos por un periodo definido (3, 6 meses o el tiempo que se decidiera) y que no se pudiera repetir como portavoz en los siguientes periodos para asegurar la rotatividad. Esto facilitaría que la comunicación pública, tanto en el entorno más cercano como a los medios de prensa, fuera reconocible y clara, a todos los niveles territoriales, además de tener una única coordinación estatal y portavoces del movimiento para sus relaciones internacionales, siempre rotatorios.
La otra vía es la de permanecer como movimiento-marea. Esa es la predominante actual, en la que se ha avanzado bastante en la organización y en la toma de decisiones pero, desde mi punto de vista, no lo suficiente. No es ya solo un “clima” (como acertadamente lo definió Fernandez-Savater en su momento). Es bastante más. Pero la situación de emergencia social actual y las demandas ciudadanas exigen dar pasos decididos. Hay que fijarse en otras experiencias, como la de la PAH, apoyada y participada por el propio 15M. Es cierto que si el movimiento se organiza y estructura más, algunas personas pueden desanimarse, pueden considerar que pierde parte de sus esencias. Pero también hay que considerar que otras muchas han dejado el movimiento cuando han visto que en las asambleas los debates eran casi interminables, agotadores y, lo que es peor, semana tras semana se discutían cosas ya debatidas para poder tomar una decisión consensuada. Ese esfuerzo hay que dedicarlo a otras tareas más efectivas. No estamos para purezas. El 15M no es una “marea” como lo fue al principio. De hecho las mareas ciudadanas están compuestas por la suma de organizaciones, colectivos, sindicatos,… y personas a título  particular. En el 15M todas estamos representándonos solo a nosotras mismas, y ya es bastante. Este fue seguramente el 2º mayor acierto.
Arriesguémonos a dar un paso adelante, sin miedo. La realidad y miles de simpatizantes están demandando cambios.

Tomás Alberich (agosto 2013)



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