27 de diciembre de 2016

LA NO REALIDAD



En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira,
todo es según el color del cristal con que se mira. 
Ramón de Campoamor (s. XIX) 

Están de moda los conceptos no y pos: la no verdad o posverdad, los no espacios,...
La posverdad es ya un término consagrado por los posmodernistas. Incluso diríamos por los sucesores del posmodernismo, que son aquellos que quieren superar lo moderno (las ideologías) para llegar a lo pos, a lo pos de lo pos, es decir a la posnada.
El Diccionario Oxford ha elegido la posverdad como palabra del año, con la definición de "Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales".

Pero dice Javier Gallego: “No es nada nuevo, es lo que hacen constantemente la política, la propaganda, la publicidad y el mal llamado periodismo, apelar más a los sentimientos que a la verdad. Pero esto tenía ya un nombre: mentira y manipulación [...] La ‘posverdad’ es una palabra posmoderna y ‘posverdadera’ ..., no hay que dejarse embaucar por su misma neolengua que vacía la realidad de su crudeza a base de eufemismos ... La ‘posverdad’ es otra victoria de la mentira” (eldiario.es 14/12/16). Y antes Iker Armentia aclaraba que “La gente prefiere confirmar sus ideas antes que contrastarlas con la realidad”. Algo que ocurre constantemente, ya que elegimos los medios de comunicación y las redes comunicativas que nos son afines.
“El nuevo enemigo de los medios serios son las redes sociales porque han roto con el cártel de comunicación que hemos vivido hasta ahora ... Iñigo Lobato lo llama Ataque de Pánico de los Emisores Legitimados...” (Armentia, eldiario.es, 2/12/16). Son los grandes medios de comunicación los que, a base de manipular, ahora se escandalizan con las redes sociales por hacer lo mismo, pero aún más masivamente, en todo momento y sin su permiso. Distinguir entre medios de comunicación y redes sociales comunicativas será cada vez más difícil.
Los No Espacios son los territorios excepcionales, donde no rige la legislación, son espacios bajo permanente estado de excepción. Anteriormente Marc Augé nos había hablado de “Los no lugares” (Gedisa, 2009) como “espacios propiamente contemporáneos de confluencia anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera, sea a la salida del avión, del tren o del metro que ha de llegar. Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán”. Ahora se ha dado una nueva vuelta de tuerca, los no espacios son cada vez más numerosos: espacios entre vallas fronterizas, espacios entre alambradas donde los humanos no tienen derechos humanos. Salvo que sean miembros de las fuerzas del “orden”. Pueden arbitrariamente ser enviados a un país u otro, a un lado u otro de la doble frontera.
No espacios multiplicados en cientos de campos de refugiados, donde miles, cientos de miles de personas, no tienen derechos porque son refugiados no reconocidos. Se les considera “inmigrantes ilegales”, apátridas sin espacio que viven en permanente estado de excepción (lo cual es una contradicción en sí mismo), ya que no se les aplica la legislación normal de ningún país. Con el ilegal campo de concentración de Guantánamo Bush inauguró estos no espacios en el siglo XXI.
Pero tenemos más. En las no guerras actuales los ejércitos juegan a bombardear como si de un video juego se tratase, hasta el punto de que algunos pilotos han confesado que bombardean como si estuvieran con el videojuego y que es difícil distinguir la realidad no virtual de la que lo es. Más del 90% de los muertos en las guerras de este siglo son civiles (perdón, no son muertos ni asesinatos: son bajas por efectos colaterales, que no termino de usar la neolengua de la posverdad). Con los drones más. Con Obama, Presidente-Nobel de la Paz, y su ministra de exteriores Hilary  Clinton, se ha multiplicado por mil el uso de drones para bombardear objetivos sospechosos. Tan sospechosos como celebrar una boda o un funeral en zonas de conflicto. Pero no se preocupen señores Obama-Clinton. Todo es empeorable. Estamos en el año cero de la era Trump y ustedes pueden pasar a la historia como unos angelitos, un periodo en que todo empeoró pero mucho menos que en el siguiente.
En España tenemos un No Presidente que gobierna sin gobernar y así  no da problemas. Ha elevado a sagrado la no política: hacer nada es lo más eficaz para él y su partido, los demás se van desangrando hasta perecer en luchas internas y en no-debates sobre si pactar o no pactar, o sobre el significado de “no es no”. Ahora ya sabemos que no realmente significa que en principio “de entrada” no, pero también puede ser no votar o abstenerse.
Y tenemos la No-Prensa que antes informaba. El posPaís es el no periódico por excelencia. Cada día, puntualmente, nos regala una no-no ticia (valga la redundancia nonera) sobre las crisis de Podemos. Haciendo exuberancia de imaginación desbordante.
Pero no solamente sobre los podemitas inventan titulares amarillos. Por ejemplo, hace un par de semanas sobre Portugal: Por qué un país en quiebra es el único de Europa que mejora en el informe PISA Así de paso nos enteramos de que nuestro país vecino está en quiebra y nosotros sin saberlo, o ¿es el País el que está en quiebra? y se les ha escapado un error freudiano. ¿O será porque en Portugal toda la izquierda se puso de acuerdo en unos mínimos para gobernar? Y, eso, ya sabemos que no se tolera, ni aquí ni allí.
En España somos los campeones de la no realidad: no tenemos tabloides amarillos, porque el amarillo es el color preferido de los oficiales, han tomado los medios de comunicación posserios. No tenemos partidos de ultraderecha ni neofascistas en los parlamentos, porque todos sabemos que la mitad del PP lo es.
Tenemos otros fenómenos curiosos: noticia de actualidad en el último mes, multiplicada por mil: los padres de Nadia son unos presuntos estafadores. Pero ¿quién sacó en los platós de televisión y en los medios-espectáculo a unos pobres padres que buscaban dinero para curar la enfermedad rara de su hija? ¿A algún periodista o directivo comunicativo se le ocurrió contrastar mínimamente la información antes de pensar que el espectáculo lloroso daba audiencia? No, para qué. Antes el espectáculo era sacar a los padres, ahora lo es acusarles de corruptos y de mil tropelías. Saldrán mil abusos fraudulentos ¿qué periodista va a explicar que fueron los medios los corresponsables del escándalo?
Hasta hemos visto numerosos no-accidentes en corruptas familias pperas y de forma natural infartos no tan naturales, viudas tiroteadas no se sabe por quién, con funerales valencianos infestados de gürtelianos. Qué curioso ¿avisos a navegantes? ¿realidad, ficción? ¿realidad virtual? ¿Cómo distinguirlo?

2 comentarios:

  1. Una interesante visión que nos permite entender algo más lo que ocurre a nuestro alrededor.
    ¡Muchas gracias Tomás por compartir tus pensamientos con nosotros!.

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  2. El presente artículo me parece una reflexión interesante y oportuna. Del mismo resaltaría especialmente la cita que se hace: “La gente prefiere confirmar sus ideas antes que contrastarlas con la realidad”. Este hecho no es algo nuevo sino una constante en la condición humana que solo ha conseguido romper, de forma parcial, la ciencia moderna. Podríamos denominarlo “el mundo de las ideologías”, en el que ha estado sumergida la cultura humana hasta hace muy poco y del que apenas hemos sacado la cabeza. En una lista de las personas que más habían influido en la historia de la humanidad, hecha en 1978 por el astrofísico Michael H. Hart, aparecían ideólogos en los primeros puestos (Mahoma, Jesucristo, Buda, Confucio y Pablo de Tarso), solo Newton se colaba en segundo lugar tras Mahoma. ¿Llegarán el inglés y otros científicos a alcanzar el primer puesto y los siguientes en algún momento, o seguirán siendo ideólogos los que encabecen el ranking durante mucho tiempo? A juzgar por los negacionismos de todo tipo (del evolucionismo, del cambio climático,..) que están cogiendo fuerza y que están llevando a algunos sus defensores a ser prohombres destacados de la política mundial, todo es posible si no logramos evitarlo.
    Merecería una reflexión y otro o varios artículos más tratar de explicar la persistencia de las ideologías pese a los enormes avances de la ciencia. Analizar cuanto se debe al peso de las tradiciones culturales, a una exigencia humana ancestral por tratar de explicar el mundo y nuestro lugar en él, y cuanto a la persistente dominación de unas clases sobre otras, de unos grupos sobre otros y de unos individuos sobre otros. Con las ideologías y en nombre de sus principios se ha justificado todo, desde la explotación económica hasta todas las demás, así como la eliminación física de personas, de culturas, de pueblos o de razas. La historia está cargada de ejemplos.
    Estamos tan acostumbrados a hacer ideología que cuesta darse cuenta de ello. Como es bien sabido quienes primero estudiaron el tema de forma sistemática y alertaron sobre el papel de las superestructuras ideológicas fueron Marx y Engels. Sus escritos son el origen del materialismo histórico como método para entender y explicar la historia y las relaciones económicas. Tal vez tampoco ellos pudieran zafarse totalmente del influjo de las ideologías, pero su pensamiento y su praxis fueron un referente para el movimiento obrero y emancipatorio de los siglos XIX y XX. Tras la caída de la URSS y del comunismo chino los ideólogos del capitalismo se han apresurado a dar por muerto el marxismo y las revoluciones que se inspiraron en él. Lo que no se suele decir y por tanto ignora la mayoría es que Marx nunca creyó que el socialismo como sistema económico-social surgiese en los países económica y políticamente más atrasados; él siempre pensó que sería en los de la Europa Occidental. Forma parte de las tareas del presente entender mejor porqué las cosas ocurrieron de otra forma, analizar la capacidad de las clases dominantes de los países capitalistas más avanzados para exorcizar el peligro de la revolución social externalizando una parte de la explotación a los países del Tercer Mundo. El Estado de Bienestar del Primer Mundo no es ajeno a la necesidad de esa conjura, que exigió un cierto reparto social de las plusvalías extraídas a costa de la población de aquellos países y del expolio de la riqueza material y biológica de nuestro planeta. Tras la caída del comunismo el capitalismo occidental ha incrementado la colonización económica del mundo mediante la deslocalización productiva y la globalización comercial. La ausencia de un oponente disuasorio le ha permitido además eludir el reparto interior de la riqueza generada. Las clases trabajadoras de Europa y EEUU han empezado a padecer las consecuencias del nuevo escenario mundial, haciendo interpretaciones de muy diversa índole porque las ideologías siguen pesando demasiado en la explicación de las cosas y en la adopción de políticas para afrontar las nuevas realidades.

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