1 de febrero de 2017

Desigualdad, clases sociales y sociedad de los tres tercios (2ª parte de tres)

El imparable aumento de las desigualdades
Cuando en vez de ingresos (anuales) hablamos de riqueza, la distribución es más desigual, pues ésta se encuentra más concentrada1. A nivel mundial, el 10% de los hogares más ricos poseen el 50% de la riqueza total, mientras que el 60% de los más pobres es el 13%. Si nos fijamos en el 40% de los hogares con menos ingresos comprobamos que disponen de tan sólo el 3% de la riqueza. España, por su parte, no queda lejos de la media. El decil de hogares más ricos acumula un 43% de la riqueza, frente a sólo el 20% para el 60% de los hogares con menos ingresos. [Y sabemos que todos estos datos han ido a peor en 2016/17]. Los altos niveles de concentración de la riqueza en el polo superior de la pirámide de población afectan negativamente al crecimiento económico y pueden ser objeto de grandes controversias, pero, además, cuando hablamos de los más pobres ya no nos estamos refiriendo a un pequeño porcentaje de la población, hablamos del 40% que no se está beneficiando de las ventajas del tan aclamado desarrollo. Estas desigualdades debilitan la cohesión de un tejido social cada vez más desgastado y provocan una profunda desconfianza en unas instituciones que no parecen tener voluntad de atajar el problema.

Como indica Krugman2 con las reglas de mercado actuales, es un proceso natural “que las herencias se conviertan en la mayor fuente de riqueza”. Igualmente también podemos considerar un proceso natural el que, una vez que existe libertad de mercado sin restricciones y competencia a nivel mundial, las diferencias salariales no paren de aumentar. Si, por ejemplo, las grandes corporaciones empresariales compiten a nivel mundial, también lo harán globalmente en la contratación de directivos y ejecutivos. Como ha ocurrido con los futbolistas-estrella, esto supone que los salarios más altos seguirán creciendo, hasta llegar a niveles insultantes que, al año siguiente, volverán a crecer. Y los salarios más bajos, los que afectan a cientos de millones de trabajadores, competirán siempre a la baja, si a las empresas les resulta fácil deslocalizarse y mudarse a los países en que más barata sea la mano de obra.
Llegamos a la conclusión de que no es que la crisis haya favorecido el aumento de la desigualdad, es que el proceso ha comenzado más bien al revés: la globalización neoliberal ha provocado un aumento exponencial de las desigualdades durante más de dos décadas y es este incremento uno de los factores por los que ha estallado la reciente crisis (que, a su vez, sigue favoreciendo un nuevo incremento de la desigualdad). Como indica el economista Emilio Ontiveros “El endeudamiento ha sido la vía elegida para compensar la menor generación de rentas por los menos ricos para elevar sus estándares de vida”3. El estudio de Rajan4, economista jefe del FMI, concluye que “Por cínico que pueda parecer, el crédito fácil ha sido utilizado a lo largo de la historia como un paliativo por aquellos gobiernos incapaces de atender directamente las más profundas ansiedades de la clase media”.
¿Por qué España es el país en que más ha aumentado la desigualdad con la crisis, pasando de estar en posiciones intermedias a ser el más desigualitario? Profundizar en esta cuestión excedería de los límites de este artículo. Solo resaltar: 1. Un modelo económico débil, basado excesivamente en los servicios y el turismo y, desde los años noventa, teniendo a la especulación inmobiliaria como factor-motor. Este modelo supone que cuando Europa estornuda España coge la gripe.2. Si las clases medias europeas ven reducidos sus ingresos (por la crisis internacional) lo primero en que reducen gastos es en los más prescindibles: turismo, comprar casa en la playa, etc. El consumo baja, los despidos se cuentan por millones. La desigualdad aumenta en primer lugar porque cuatro millones de españoles pierden su empleo (de 2008 a 2013), llegando a casi seis millones de parados en 2013. A partir de este año el paro registrado disminuye, pero principalmente por el reparto de empleo, creación de subempleo e incremento del precariado. 3. La desigualdad también aumenta porque las políticas sociales y fiscales redistributivas han sido escasas, o al menos insuficientes, especialmente desde finales de los años 90 hasta 2014. En los años de mayor crecimiento no disminuye la desigualdad. Incluso se redujeron o eliminaron impuestos, sobre el patrimonio, las herencias, etc., paralelamente al aumento exponencial de las obras públicas faraónicas y la corrupción.
Desigualdad mundial
Si hablamos de riqueza acumulada los datos son aún más escandalosos. Según el informe de Oxfam5 de 2015, el 1% de los más ricos posee más de la mitad de la riqueza, repartiéndose el menos de la mitad sobrante entre el 99% de la población. Esta desigualdad desorbitada ha aumentado en los últimos años. Entre los más ricos su riqueza no ha dejado de aumentar. Aunque los cálculos de las mayores fortunas son muy complicados de contrastar, los datos que aporta Oxfam (Forbes es una de sus fuentes) son que si en 2010 las 388 personas más ricas poseían la misma riqueza que los 3.600 millones de personas más pobres, en 2015 son 62 las personas que acaparan el mismo volumen de riqueza. En estos cinco años la riqueza de estos 62 individuos ha crecido un 44% (medio billón de dólares). Sin embargo, la mitad más pobre sufrió una disminución de su riqueza del 41% (un billón de dólares). Esto se debe principalmente a la disminución del ingreso real de los salarios en la escala inferior de ingresos. Así, los ingresos medios anuales del decil inferior de la población, sólo se han incrementado en apenas tres dólares en los últimos 25 años.
Por otro lado, las consecuencias de la desigualdad van más allá de lo meramente económico. El estudio de Wilkinson y Pickett6, basado en la comparación de más de 150 artículos científicos, revela que los países con mayores desigualdades económicas tienen mayores problemas sociales y de salud. Lo determinante en los países desarrollados no es el nivel de renta, sino la desigualdad económica entre sus ciudadanos, de forma que ésta provoca o induce mayores índices de enfermedades mentales, drogadicción, embarazos juveniles no deseados, fracaso escolar, violencia, etc. y menores niveles en salud física y esperanza de vida. Lo que importa no es tanto la mayor o menor cantidad de bienes de que se disponga, sino cuál es nuestra posición relativa en la sociedad y si las distintas posiciones se distancian mucho o poco entre sí. “La desigualdad forma parte de las complejas estructuras sociales y la explicación de sus consecuencias pasa por demostrar cómo afectan estas estructuras sociales a las personas”7.
El que países con gran desarrollo económico, medido en el PIB, tengan peores resultados en cuanto a problemas sociales y de salud que otros países con menor renta per cápita o nivel de riqueza, pero con mayor índice de igualdad social, supone para los autores una prueba de que la desigualdad estructural subyacente de esas sociedades es al mismo tiempo causa y efecto del fracaso social en el bienestar, ya que problemas económicos y sociales se retroalimentan mutuamente produciendo desigualdad.

5. Sociedad de clases medias, dual y de los tres tercios.
La exclusión social, como proceso multidimensional y dinámico, sitúa a personas y grupos en un limbo que no permite sean considerados como miembros de pleno derecho de la sociedad. La exclusión implica algo más que pobreza y desigualdad, pues determina otros aspectos que no se pueden medir únicamente de forma cuantitativa, tales como las formas y modos de pertenencia a una sociedad, reflejando las situaciones de desigualdad que se dan en las sociedades contemporáneas 8.
Aunque al concepto de pobreza se le atribuyen generalmente connotaciones de tipo económico, no hay que olvidar la categorización social que lleva aparejada, pues no sólo se refiere a la percepción de unos ingresos por debajo de una cantidad determinada, sino a los medios de que dispone una persona para lograr la satisfacción de sus necesidades, realizar su desarrollo vital y una participación social de acuerdo con unos estándares mínimos.
El sistema económico por el que nos regimos ha ido restringiendo en las últimas décadas el objetivo redistributivo del Estado de Bienestar, de forma que, al llegar a una situación de crisis económica como la actual, los mecanismos de exclusión se han diversificado, yendo más allá de la lógica de clases imperante hasta ahora, surgiendo nuevos modelos de estratificación social. Esto da lugar a una dualidad social que impide a una parte de la población el acceso a los recursos y oportunidades que la sociedad ofrece a la ciudadanía integrada, creando así “infraclases” o bloque de excluidos. Utilizaremos el término de “bloque” para referirnos a una agrupación o conjunto de varias clases sociales con rasgos comunes.
Los excluidos ya no son solo aquellos grupos tradicionalmente al margen de los circuitos de participación, sino que pueden llegar a serlo por situaciones coyunturales que los alejen de los cauces de integración social: paro estructural y empleo precario, economía sumergida, accidentes incapacitantes, migraciones, enfermedades, familias monoparentales, etc.
En la lucha contra la exclusión social el mecanismo de inserción más efectivo es el empleo, ya que la renta obtenida a través de él es el determinante básico de las oportunidades de consumo de los individuos y su distribución puede ser modificada mediante impuestos y transferencias, que son los instrumentos principales de redistribución de la política económica de los gobiernos. Pero el empleo no es importante solo por la significación retributiva de ingresos, sino también por su potencial capacidad integradora dentro de la estructura social. Y el tipo de empleo es determinante, más desde el comienzo de la Gran Crisis o Gran Recesión (2007 en USA, 2008 en España), que ha favorecido el nuevo fenómeno de “trabajadores pobres”, precarios que son excluidos de las ayudas sociales por trabajar unas horas al mes, unos días al año, o en empleo sumergido, semi-sumergido, etc. al que, en conjunto, denominamos “precariado” (palabra que significa proletariado en situación precaria o precarizado). El precariado forma parte de un conjunto más amplio, el de la población excluida o, más exactamente, el bloque que consideramos como conjunto de población vulnerable que está por debajo del umbral de la pobreza, en el que se suma el precariado y las denominadas “infraclases” de excluidos, donde hay que incluir también a la población jubilada o prejubilada con pensiones bajas (menos del SMI), la población con discapacidad o rasgos de diversidad funcional invalidante para el mercado y/o expulsada sin retorno del mundo laboral o que nunca se ha llegado a incorporar a él y las personas inempleables, marginadas de diferente signo (lo que Marx denominaba lumpen proletariado).

De la sociedad dual a la de los tres tercios
La teoría económica de la sociedad de los tres tercios establece que la sociedad se divide en tres estratos principales9. Un primer tercio formado por la clase dominante, cuya representación cuantitativa es minoritaria. Son los más beneficiados del sistema, logrando puestos de trabajo con alta remuneración, gracias generalmente a su riqueza o a la alta cualificación. Un segundo tercio está constituido por las clases medias profesionales, trabajadores asalariados de muy diversa cualificación que logran participar de las ventajas del engranaje de la sociedad de consumo, al haber accedido a puestos de trabajo seguros o al menos estables (fijos de empresas privadas o de entidades públicas), más los trabajadores por cuenta propia, los pequeños empresarios, etc. Este grupo es el más amplio en términos cuantitativos. El último tercio, inicialmente no muy numeroso pero que en las últimas décadas está ampliando alarmantemente su extensión, está formado por los “pobres” entendidos desde el concepto tradicional de pobreza absoluta, en situación permanente de exclusión social, pero también y cada vez más, por los citados anteriormente de la pobreza relativa.
Este último tercio pone de manifiesto la lógica del Mercado Total, que se ha convertido en paradigma del crecimiento económico y social para los teóricos neoliberales, y que sitúa al Mercado como regla suprema del sistema que ha de imponerse. El dirigente socialdemócrata alemán Peter Glotz fue uno de los primeros autores que utilizó, ya en los años ochenta, la expresión de la sociedad de los tres tercios, o de “los dos tercios” en el mismo sentido que el citado. Glotz planteaba el dilema al que se enfrentaba la socialdemocracia alemana: si electoralmente solo le interesa trabajar para los dos primeros tercios ¿quién se ocupa del tercero?10 Eva Bertram nos resume los grupos principales de la estratificación de Glotz: en la sociedad tendríamos una pequeña parte (el 0,5%) que tienen el poder, son los más privilegiados y se imponen mediante lo que comunican, crean los símbolos (programadores, analistas mediáticos, de las finanzas, etc.) ... y un tercio de los de abajo que son los “sin trabajo, sin techo, de las rentas mínimas, jóvenes sin trabajo, etc.11
Por su parte Villasante, también en los años ochenta, utilizaba el concepto de “la sociedad de los dos tercios” al analizar la crisis de los movimientos sociales urbanos y el enfrentamiento entre diferentes bloques sociales, que le llevaba a mostrar que la “contradicción principal” estaba entre el “Bloque dominante (capital financiero)” y el “Bloque social alternativo” en el que situaba a los dos tercios restantes: “Pequeña propiedad, especialistas asalariados y trabajadores eventuales”12. En este bloque alternativo situaba a los dos tercios que incluyen desde pequeños propietarios y asalariados cualificados (2º tercio) hasta el último tercio, en el que se encuentran trabajadores eventuales y personas excluidas. La contradicción principal ya no estaría entre el proletariado y la burguesía como había planteado Marx. El bloque social alternativo nacería por las sucesivas “Crisis del Control Social”: “Crisis de la Iglesia y de los valores sociales tradicionales. Crisis de la Universidad, de los profesionales y el caciquismo. Crisis del marxismo y de la actuación política tradicional”.
Figuras de la estratificación
Tenemos así diferentes teorías sobre jerarquización y estratificación social que se corresponden con la evolución desde el feudalismo hasta el capitalismo globalizado contemporáneo, y que podemos representar con diferentes formas geométricas (Gráfico 3 -Figuras 1 a 5):
1) Sociedad tradicional. Piramidal, jerarquizada rígidamente y estratificada ordenadamente según estamentos, donde la mayoría de la población forma parte de la base y pocos están en el vértice. Se correspondería con las fases anteriores al capitalismo, sociedades predominantemente agrarias con estructuras sociales feudales, de castas y de monarquías absolutistas.
2) Sociedad industrial incipiente. Con una burguesía creciente, comercial y artesana-industrial, en que se ensancha paulatinamente la parte central de la pirámide, caminando hacia un trapecio y a una figura casi rectangular. Siglos XVIII y XIX de Europa y Norteamérica.
3) Sociedad industrial madura o avanzada13: se sigue ensanchando el centro de la pirámide, sumando a unas clases medias que se convierten en mayoritarias numéricamente, favorecidas por el crecimiento del Estado de Bienestar. Forma de rombo o “estructura en diamante”, con poca población en la cúspide y poca población empobrecida. Es un proceso que se da principalmente desde los años 30 a los 80 del s. XX (Occidente y países de la OCDE).
4) Sociedades duales.
A mediados del s. XIX, Marx y Engels, aunque habían analizado el fenómeno de los fraccionamientos hasta en ocho diferentes clases en diferentes países, pronostican que la mayoría de la población se situaría en el futuro inmediato en sociedades industriales, ocupadas directamente (o en el entorno) de solo dos clases sociales, enfrentadas y claramente predominantes: la burguesía y el proletariado. El resto de la población serían sectores marginales o dependientes de los dos anteriores, como el campesinado de sociedades no suficientemente industrializadas, el lumpenproletariado y, en las zonas intermedias, estaría la pequeña burguesía, de comerciantes, autónomos y pequeños industriales, sometida a las presiones constantes de ambas clases sociales, y teniendo que optar por una o por la otra:
“La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase [...] Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”.14

Esta sociedad dual se puede dibujar como dos “rombos” enfrentados y solapados (figura 4). En el mismo sentido se expresan autores contemporáneos, posmarxistas o neomarxistas, que consideran que seguimos en procesos de proletarización creciente.
La sociedad dual de integrados/excluidos
El desarrollo de la versión moderna de esta sociedad dual es la estructura de las “sociedades tecnológicamente avanzadas”, donde se produce una “coincidencia de dos sistemas con poca comunicación. El superior con una mayoría de clases medias ordenadas meritocráticamente. El inferior con un amplio núcleo de infraclases y excluidos”15 que vemos en la figura 4bis.
En las sociedades posindustriales desarrolladas la mayoría de la población estaría situada en el “rombo” o semicírculo superior, mientras que una minoría está en el inferior. En las sociedades empobrecidas sería al revés. Se ha caminado hacia una sociedad dual pero no la prevista por el marxismo de proletarios y burgueses, si no la de “integrados” y normalizados por un lado y la de los que están fuera, los excluidos. En medio solo queda un pequeño grupo, los círculos de la vulnerabilidad, los que están en el entorno del borde de la pobreza.


1 OCDEa, ob. cit, 2015.
2 Paul Krugman, “Eso sí que es ser rico” El País-Economía, 11 mayo 2014.
3 Emilio Ontiveros, “Perturbadora desigualdad”, en José Félix Tezanos (ed.), Los nuevos problemas sociales. Duodécimo Foro sobre Tendencias Sociales. Editorial Sistema, Madrid, 2012, pág. 30.
4 Rajan, 2010, citado por Ontiveros, 2012, pág.31.
5 Deborah Hardoon, Ricardo Fuentes-Nieva y S. Ayele, Una economía al servicio del 1%: Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema, Oxfam, 2016 http://oxf.am/ZniS
6 Richard Wilkinson, y Kate Pickett, Desigualdad: un análisis de la (in)felicidad colectiva, Turner Publicaciones, Madrid, 2009.
7 Willkinson y Pikket, ob. cit., pág. 22.
8 Eva Sotomayor y Belén Agrela, “Vulnerabilidad y exclusión social. La gestión de los cuidados”, en Yolanda de la Fuente (coord.) Situaciones de dependencia y derecho a la autonomía: una aproximación multidisciplinar, Alianza Editorial, Madrid, 2009, págs. 262-265.
9 Juan Nepomuceno García Nieto, Pobreza y Exclusión Social. 1987. Disponible en: Fundació Lluís Espinal. Centre d´estudis Cristianisme y Justicia. http://www.cristianismeijusticia.net/sites/www.cristianismeijusticia.net/files/es20.pdf
10 Antoni Domenech, ponencia "The Right to Egalitarian Democracy". En: Tenh Congress of the Basic Income European Income Network Barcelona, sept. 2004
11 Eva Bertram: Die Informatisierung von Gesellschaft und Wirtschaft und ihre Auswirkungen... (traducción propia, consulta: enero 2016) http://www.diplom.de/e-book/219973/die-informatisierung-von-gesellschaft-und-wirtschaft-und-ihre-auswirkungen Y en Glotz, “Las grandes rupturas”, pp.: 60-68, en Nueva Sociedad, n º 72, Julio-Agosto de 1984. Disponible on-line en: http://www.nuso.org/upload/articulos/1172_1.pdf
12 Tomás R. Villasante, Comunidades Locales. Análisis, Movimientos Sociales y Alternativas. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1984.
13 José Félix Tezanos “Desigualdades y estratificación social en España”, Salustiano del Campo y José Félix Tezanos Editores, La Sociedad, España Siglo XXI. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2008.
14 Karl Marx y Friedrich Engels [1848], Manifiesto Comunista. Editorial Progreso, Moscú, 1979.

15 Tezanos, ob. cit. 2008, pág.404.

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