9 de noviembre de 2024

EL LENGUAJE INCLUSIVO A DEBATE. Decálogo de propuestas para la reflexión

 

Tomás Alberich Nistal (sociólogo) y Rosa López Fernández (filóloga)

[Artículo publicado íntegramente en la revista: El Viejo Topo – núm. 442 Noviembre 2024]



El lenguaje no es una creación arbitraria de la mente humana, sino un producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad. UNESCO1.

Vamos a tratar un tema o temas realmente polémicos, incluso delicados y de muy difícil solución. Una pregunta central del debate podría ser ¿hablar sólo en masculino o solo en femenino es inclusivo?

La propia pregunta precisa de alguna aclaración lingüística. Cuando decimos solo en masculino o en femenino, nos referimos al empleo del cualquiera de ellos como término no marcado que puede abarcar individuos de ambos sexos. Se denomina uso genérico. En este sentido, solo el masculino genérico está firmemente asentado en el sistema gramatical español, como en otras lenguas. El uso del masculino genérico lo es desde un punto de vista formal (por concordancia) y no referencial, igual que ocurre con palabras como persona o víctima cuyo género gramatical femenino no impide que se refiera tanto a personas o víctimas de cualquier sexo. Es decir, no es lo mismo género gramatical que sexo.

Sin embargo, desde el reclamo del lenguaje inclusivo, se objeta que el masculino genérico invisibiliza a la mujer y que por tanto hay que hacer explícita siempre la relación entre género gramatical y sexo. Realizar esto de forma sistemática tiene implicaciones no sólo en el léxico, sino también en la morfología y la sintaxis de nuestra lengua. En estas estrategias se incluye el uso de la desinencia femenina como genérico -todas las palabras terminadas en a. Este uso, al no devenir del propio sistema de la lengua y por tanto no estar asentado, introduce interpretaciones que excluyen a los varones.

Es decir, que nos hayamos aquí en un conflicto entre las necesidades internas de la lengua, la de mantener una estabilidad en las categorías necesarias para garantizar la coherencia y concordancia y estabilidad de la lengua necesarias para la comunicación, y unas necesidades externas: las de adecuarse a las necesidades comunicativas y a las demandas de una parte de la sociedad y de los movimientos sociales, ya que "a pesar de la relativa estabilidad del lenguaje, sobre todo en cuanto a su estructura gramatical, también las categorías pueden admitir cambios para adecuarse a las necesidades comunicativas, expresivas y de automanifestación de los hablantes" (Giammatteo, 2020) 2.

En esta disputa entre las necesidades intrínsecas de la lengua y las necesidades sociales o sociopolíticas, es donde enmarcamos este artículo. Primero vamos a presentar algunas premisas sobre los usos del lenguaje en general y el uso en el ámbito sociopolítico en particular. Después nos centraremos en las consecuencias de utilizar ciertas estrategias en el lenguaje político y plantearemos algunas recomendaciones o sugerencias. Avisamos que no vamos a decantarnos por opciones claras y determinantes. En las propias guías de lenguaje no sexista, como en la de la UNESCO citada, ya se nos indica que para los problemas de la concordancia no es posible proponer soluciones que sean válidas en todos los casos. En el lenguaje, como en la vida misma, las posturas no tienen porque ser siempre blanco o negro. Perdón por el spoiler.

1. Y por aquí empezamos. El lenguaje busca siempre la economía, es comunicación y también eficacia. En el uso común se impondrá la palabra o expresión más “barata”, la más rápida. ¿Por qué se ha popularizado la palabra spoiler? Básicamente porque es más rápido que decir por ejemplo “perdón por revelar el final de este artículo”. Igual ocurre con escribir “OK” y tantas expresiones importadas. En el lenguaje hablado fácilmente diremos “de acuerdo”, pero en el escrito coloquial y mucho más en whatsapps y demás RRSS ponemos ok, y punto. O decir lawfare… para no tener que escribir o decir “judicialización de la política” o, más exactamente, “manipulación de la judicatura con objetivos políticos”.

No nos estamos refiriendo a la extendida manía de poner términos en inglés, cuando los hay en castellano perfectamente equivalentes, abuso que va a más. Siempre que una palabra o concepto se pueda expresar en español es ridículo, o cuanto menos síntoma de empobrecimiento lingüístico, ponerla en inglés. Por mucho que haya quien lo haga para mostrar un falso conocimiento de idiomas o lo moderno que es.

El lenguaje es un organismo vivo que cambia constantemente, tanto como la comunidad de personas que lo hablan. Adopta palabras nuevas constantemente, esto es imparable y además sano. Pero lo hace con algunas reglas, como la de la economía y la eficacia que decíamos antes. Cuando entra una palabra nueva en el sistema lo hace para cubrir un hueco o desplazar a otras que adquieren matices diferentes. Por ejemplo la palabra “machirulo”, cuyo origen es incierto, "aunque podría tratarse de un acrónimo a partir de macho y chulo o macho y pirulo" (FundéuRAE), hoy ya figura recogida en el diccionario de la Real Academia española de la lengua (RAE). La palabra “señoro” no lo está pero suponemos que pronto figurará, aunque sea utilizada solo en sentido irónico o sarcástico.

2. En estos antecedentes del tema a tratar, conviene también recordar que la inclusividad en el lenguaje no tiene que ser solo en el ámbito del género, también debe serlo en todos los ámbitos y grupos sociales. Caso importante es cuando nos referimos a las personas con alguna discapacidad o en el ámbito de la diversidad funcional. Hasta hace bien poco en la misma Constitución Española y en numerosos documentos oficiales, se las citaba como “inválidos”, minusválidos”, “disminuidos” etc., denominaciones que hoy nos resultan insultantes y totalmente rechazables, tanto en el lenguaje escrito como en el hablado, en cualquier ámbito o circunstancia.

Igualmente ocurre para referirnos a personas racializadas o de otros pueblos, como el gitano, que aún en el siglo pasado se citaban como personas de malvivir y a vigilar por las fuerzas policiales o, tercer ámbito, el de personas LGTBI, cuando se las citaba como “degeneradas”, que realizaban acciones pecaminosas, prohibidas etc. El lenguaje para que sea inclusivo debe ser cuidadoso en todos estos ámbitos.

3. En este artículo nos vamos a centrar más directamente en el debate sobre los cambios en el lenguaje con el objetivo de conseguir que sea inclusivo en el ámbito de los géneros masculino y femenino, y de las personas que no se quieren definir respecto del género (no binarias o con otras denominaciones).

Para que el lenguaje sea totalmente inclusivo para hombres y mujeres en castellano se han ido inventado en las últimas décadas diferentes fórmulas. Primero fue la @ para incluir los dos géneros (por ejemplo tod@s incluye a todos y todas). Luego se consideró más fácil y práctico poner una x (todxs). Estas dos estrategias están limitadas al lenguaje escrito, especialmente en comunicados políticos y sociales donde, para abreviar, se elige frente al uso de otras opciones tipográficas como el uso de la /, como en todos/as.

Bastante después se optó por poner una e (todes). Pero hablar y escribir solo con la e también ha derivado hacia el uso solo para las personas no binarias o que no quieren definirse en ninguno de los géneros, ni masculino ni femenino, lo cual añade más confusión.

Todos los niños, las niñas, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo... Tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento”. Fue la memorable frase de una ministra (sept.2022) por la forma y el fondo. No vamos a entrar en el fondo. Pero está claro que quien utiliza este nuevo género neutro con la e está mostrando, exhibiendo, que pertenece a un determinado ámbito, más bien reducto, sociopolítico. En el futuro ¿hablaremos todes con la e? Pues no lo creemos. Resulta artificioso, difícil y forzado.

4. El femenino genérico en el ámbito político. El uso de estas fórmulas se ha ido extendiendo pero no ha pasado de ser muy minoritario. Igualmente ocurre con la reciente costumbre de la utilización del femenino como genérico. Por más que se empeñen algunos varones en utilizarlo, cada vez que se oye a un político o a cualquier varón decir “nosotras” la mayoría que le escucha lo identificará automáticamente como miembro de un grupo izquierdista o de una minoría, incluso de una minoría radical. Y, lo que es peor, en primera instancia al oírlo despista a buena parte de la audiencia, con lo cual parte del mensaje que va a continuación y quiere transmitir se pierde.

La lengua solo existe en virtud de un contrato implícito de la comunidad, es necesario que asumamos ciertas normas o acuerdos para interpretar los mensajes. Nada impide transgredir las normas, pero las innovaciones solo pasarán a formar parte de la lengua cuando la recurrencia o sistematicidad necesaria para el proceso interpretativo tenga lugar. Esto es lo que persigue el uso sistemático del femenino inclusivo en las comunicaciones públicas de algunas organizaciones políticas. Lo queramos o no, ese uso sistemático solo se da por algunos hablantes o en situaciones concretas identificadas con cierta ideología, no forman parte de la lengua compartida por todos ni en todas las situaciones. De hecho el uso sistemático del femenino genérico resulta difícil utilizarlo en el lenguaje común, con los amigos o la familia, fuera de la tribuna o del lenguaje oficial, y esto ahonda en la brecha entre uno y otro lenguaje y por extensión, entre la imagen que tenemos de las personas que lo utilizan o no.

Además el femenino genérico, al estar marcado, limita el desplazamiento, es decir, si no estamos viendo el contexto, resulta difícil interpretar si "nosotras" se refiere al género marcado o a un uso genérico. Aún si el contexto está claro, el femenino genérico provoca un extrañamiento que desvía la atención de la misma función comunicativa.

Por último, el femenino genérico introduce interpretaciones que provocan que buena parte de los varones se sientan excluidos. Contra este argumento algunos postulados esgrimen que las mujeres llevan mucho tiempo realizando este esfuerzo interpretativo (¿se trata entonces de revancha o venganza?). La solución a un problema no puede ser crear otro problema.

5. Diferente recorrido ha tenido la repetición con el desdoblamiento de géneros: todas y todos, las ciudadanas y los ciudadanos, trabajadores y trabajadoras... que se ha ido convirtiendo en lo habitual en cualquier comparecencia pública. Hace dos décadas podía parecer raro o gracioso cuando empezamos a oír lo de “los vascos y las vascas…” al lendakari de la época de forma machacona, pero hoy a nadie extraña. Esta fórmula puede resultar cansina, incluso agotadora en los discursos pero es la más usada.

Ir doblando el género a lo largo de cada frase crea un efecto agotador. Peor aún inventarse palabras o géneros nuevos, especialmente cuando el genérico incluye la desinencia -e, generando ambigüedades donde antes no las había. El efecto conseguido es ridículo y no es de extrañar que la derecha se mofe de ello. Se ha llegado a decir públicamente aberraciones lingüísticas como “cuerpos y cuerpas”, jóvenes y jóvenas... entre otras lindezas. O extrañezas que provocan rechazo, aun cuando su creación no se apartaría de las reglas que facilita el sistema lingüístico para crear nuevas palabras, como es el caso de miembras.

En literatura, en textos de novelas o poesía, el desdoblamiento resulta inviable. Actualmente en algunos ensayos (de sociología, política,…) ya nos encontramos constantes desdoblamientos, con un efecto cansino. Si cada vez que nos referimos a un grupo poblacional o social tenemos que desdoblar alargamos los textos innecesariamente.

6. Desde hace décadas se han publicado, por diversas administraciones públicas y medios, diferentes recomendaciones para no mantenerse en el uso del masculino como genérico en la lengua española, que es desde el que partimos. En estos manuales se suele recomendar utilizar palabras genéricas para no tener que utilizar las de solo un género. Por ejemplo en el folleto de la UNESCO citado, ya bastante antiguo, en columnas se citan palabras de usos tradicionales y las “posibles soluciones”. En vez de decir el hombre, o los derechos del hombre, se recomienda poner la humanidad, el género humano, los derechos humanos. En vez de decir “hombre de negocios”, poner “los hombres y las mujeres de negocios” o “la gente de negocios”. En vez de “las mujeres de la limpieza” usar “el personal de la limpieza”. Así con múltiples ejemplos muy recomendables.

Pero, por otro lado, la utilización de nombres colectivos o abstractos no sustituyen a nombres de persona: no siempre se puede sustituir niños y niñas por infancia o niñez, porque no son término equivalentes. En ocasiones, se pierden matices y no se gana sino que se pierde en exactitud.

7. Para la RAE ni una sola de todas las fórmulas citadas es admisible. Santiago Muñoz, Director de la RAE: “La posición de la RAE es clara. El desdoblamiento altera la economía del idioma. Y yo añado: y la belleza. Este tipo de variantes la estropean. Es una lengua hermosa y precisa. ¿Por qué tiene que venir usted a estropearla?”. Igualmente desde esta institución se han rechazado el resto de fórmulas planteadas, por considerarlas inadecuadas, con diferentes argumentos. En documento reciente, de 13 febrero de este año, contesta la RAE a la mesa del Congreso de los Diputados: Nota sobre las «Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria» (acordadas en la Reunión de la Mesa de las Cortes Generales del 5 de diciembre de 2023): “la recomendación de que se evite la arroba como posible comodín de las vocales -o y -a (l@s parlamentari@s), así como las letras -x (lxs parlamentarixs) y -e (les parlamentaries) en contextos similares. También propone el texto de la Mesa del Congreso (§ II.3) que se evite «el uso de las flexiones de género no recogidas en el Diccionario de la RAE». El mismo texto (§ II.4) recomienda «no abusar de las duplicaciones de género» (los parlamentarios y las parlamentarias). Todo ello supone un avance considerable en relación con algunos textos previos procedentes de la Administración del Estado, lo que constituye, indudablemente, una buena noticia. El punto más conflictivo es la interpretación del llamado «masculino inclusivo», sobre el que persisten discrepancias fundamentales”.

Finalmente el informe concluye “Es más que evidente que cada uno puede expresarse con las fórmulas lingüísticas que libremente elija. En cualquier caso, la RAE ha defendido en sus documentos que no son sexistas muchos usos gramaticales y léxicos del español que las autoridades presentan como tales. Ha sostenido asimismo que no se apoya la igualdad de los hombres y las mujeres de nuestro país pidiendo a los ciudadanos (sean parlamentarios o no) que hagan constantes equilibrios sintácticos, morfológicos y léxicos para evitar opciones lingüísticas que pertenecen a su forma natural de expresarse”.

8. En el lenguaje oficial, legislativo o normativo, concluimos que hay que elegir entre dos males. Utilizar un lenguaje inclusivo pero poco atractivo, con el desdoblamiento de género o sustituido por palabras genéricas, que tienen, en ambos casos, la consecuencia de no ser el lenguaje habitualmente usado por la mayoría. Cuando estás hablando con amistades o la familia casi nadie dice todos y todas, nosotros y nosotras, o población española para no decir ‘españoles y españolas’. Mucho menos se dirá en textos literarios. Por lo tanto, si lo hacemos en el lenguaje de documentos oficiales, se puede considerar que aleja a la población de ese lenguaje y así es señalado también por la RAE. Cuando se lee el BOE puede resultar farragoso y además “aleja” a la población del lenguaje político oficial, lo cual redundaría en un aumento de la brecha entre el mundo político-legislativo y la mayoría social.

El director de la RAE dice: “los juristas, además, somos útiles en la creación de la lengua porque nuestro trabajo consiste en definir situaciones muy inmediatas. Definir es nuestra vida: conceptos, situaciones. Esa es la clave del derecho: la retórica, explicarse bien, con buenas y adecuadas palabras”. Precisamente por este razonamiento no entendemos que se muestren en contra del desdoblamiento o buscar palabras genéricas e inclusivas en las actas del Congreso o en cualquier documento oficial. El lenguaje normativo, que crea derechos y obligaciones, efectivamente debe ser en primer lugar preciso y eficaz. Puede resultar pesado decir “la población residente en Madrid está obligada a…” en vez de “los madrileños están obligados a…”. Pero es más preciso y más inclusivo lo primero que lo segundo. Porque lo 2º: 1, no cita a las madrileñas, 2, puede preguntarse ¿quién es madrileño, el que ha nacido en Madrid, el extranjero que vive en Madrid temporalmente?

Como decíamos, hay que elegir entre dos males: o ser preciso e inclusivo pero con un lenguaje separado del utilizado de forma coloquial, haciendo que a la población el lenguaje oficial le resulte farragoso y difícil; o utilizar un lenguaje sencillo, perdiendo en inclusividad y precisión. Entre estos dos males, nosotros nos inclinamos claramente por elegir la primera opción, ya que pensamos que lo más importante del lenguaje oficial (normas, bandos, lo publicado en los BOE, etc.) es ser preciso y lo más exacto posible, reduciendo al máximo la posibilidad de interpretaciones erróneas y, si además es inclusivo y no sexista, tendrá un valor añadido.

9. Las denominaciones de profesiones y profesionales. Se ha ido popularizando y usando cada vez más la terminación en a para numerosas profesiones. Ya es habitual decir jueza, médica… etc. Aunque aún haya quien, por ejemplo, prefiere escribir “la concejal” en vez de la concejala. Suena tan mal como decir la alcalde en vez de ‘la alcaldesa’. Esto no evita que haya profesiones donde el desdoblamiento es imposible, como: policía, periodista, anestesista, gerente, etc.

En estos aspectos creemos que sí hay un consenso social mayoritario que se va imponiendo. El léxico es más moldeable que la gramática, que afecta al corazón de la lengua, y se adapta más rápidamente a las necesidades sociolingüísticas de los hablantes.

10. Como también anunciábamos, la última moda de utilizar el lenguaje solo en femenino como genérico, identifica solo a una minoría, que es identificada habitualmente como izquierdista o feminista radical. Produce un autoseñalamiento minoritario. Utilizar constantemente el “nosotras” en ruedas de prensa o debates entre representantes políticos, provoca dos efectos, los dos rechazables desde nuestro punto de vista:

a). El “nosotras/os” incide en el discurso del enfrentamiento, de la confrontación: si hay un nosotros/as es porque enfrente hay un ellos o un vosotros. Nosotros somos así, no como vosotros, los otros o los demás… Anima la crispación.

b). Si, además, es solo en femenino, redundará en el discurso habitualmente utilizado por una minoría. Si se desea llegar a la mayoría, si queremos que la mayoría o más gente te vote -se supone-... no utilicemos un lenguaje selecto, ya sea seudointelectual o mini-minoritario.

Se podrá decir que así cambiamos -desde posiciones de liderazgo- el lenguaje positivamente, pero esos cambios serán en todo caso a muy largo plazo. Hoy por hoy son más los problemas que producen que las virtudes que podrían tener, ya que son vistos por la mayoría como una forma artificiosa de imponer un cambio en el lenguaje.


Cuando oímos, por ejemplo en debates electorales entre representantes políticos, decir a una representante de izquierdas “nosotras queremos… nosotras somos partidarias de…”. Sinceramente nos surge una duda: ¿a qué o quienes se refiere?, ¿a las diputadas del grupo en el que está, a las mujeres de su organización política, a su colectivo? El nosotras además de restrictivo desvía la atención de lo principal. Si usted está en ese debate o rueda de prensa en representación de una fuerza política ¿no será más correcto decir: Sumar/Podemos/IU (el nombre que sea) quiere conseguir tal derecho…? Lo útil es nombrar siempre a la fuerza política. El ver a un candidato o candidata, las más de las veces desconocido/a para la mayoría, decir constantemente nosotras aporta la nada. Y redunda, además, en el sectarismo y el lideralismo personalista, no en el liderazgo colectivo. No ayudará a su organización, la está marginando al no nombrarla.

Hemos visto debates donde prácticamente nunca se cita a la organización. Lo cual señala un tercer aspecto: lo importante no son las organizaciones ni los partidos, no es el trabajo colectivo de miles de personas afiliadas, lo importante soy yo y mi estrecho círculo cercano: “nosotras”. Se incide en el tan de moda yoísmo, en una nueva versión, el nosotrosismo.

Acabamos con algunos ejemplos. Creemos que la frase “Sumar defiende el derecho a la vivienda para toda la población”, apela a un público más amplio que decir: “Nosotras defendemos el derecho a la vivienda para todas”, con esta última frase se identificará solo una parte de posibles votantes. Deberíamos diferenciar entre el uso público del lenguaje político cuando queremos llegar a la mayoría y a sumar más votos, del uso del lenguaje interno y coloquial que podemos utilizar dentro de una asociación o colectivo. Otro ejemplo, en el reciente proceso de elección de nueva dirección en IU se presentaron cuatro candidaturas, cada una con un lema o eslogan, todos de carácter general, aludiendo a la defensa de la izquierda, de IU, etc., ninguno con apreciaciones de género menos uno que se proponía como “Arriba las que luchan”. Un error, y “los” que luchan ¿dónde están? ¿Se identificarán con “las” que luchan?

Un último ejemplo. Utilizar en artículos y declaraciones “nosotras” para señalar lo bueno y “ellos” para lo malo. Declaraciones del pasado julio de una ministra, en este caso sobre la persecución de la policía política en tiempos de Rajoy: “nosotras siempre hemos defendido … pero ellos nos han perseguido, etc.”. Pensamos que sería más correcto limitarse a decir que Podemos ha sido perseguido por sus ideas políticas por el Partido Popular. Evitando la utilización de un genérico femenino de forma capciosa, ¿lo femenino es bueno y lo masculino es malo?

Conclusión. Es evidente que existen usos sexistas del lenguaje que hay que evitar y que el feminismo dejará huella en el lenguaje adaptándolo y reflejando una realidad social en la que las mujeres sean cada vez menos discriminadas en la sociedad. Cada uno en nuestro día a día debemos esforzarnos porque así sea. Multitud de guías de diferentes instituciones ofrecen soluciones para utilizar un lenguaje no sexista, tales como el uso de expresiones neutrales en términos de género, cambiar la estructura de la frase, aparte del uso de los pares femeninos y masculinos. La RAE es crítica con la mayoría de estas guías porque parten de la premisa de que el uso del masculino genérico es siempre sexista, lo cual obliga a hacer equilibrios léxicos y sintácticos que a menudo van en detrimento de la claridad y eficacia del lenguaje y que aplicados de forma radical dificultarían el habla.

En el uso del lenguaje inclusivo debe imponerse la racionalidad práctica y utilizar las diferentes herramientas que nos ofrece el lenguaje según el contexto y el uso. No es lo mismo redactar la Constitución, cuyo lenguaje no solamente debe ser preciso sino que tiene un alto valor simbólico, que escribir una novela o charlar con las amistades, siendo conscientes siempre de que en esos equilibrios a veces se escapan matices. Pretender sistemáticamente evitar el masculino genérico genera problemas de concordancia que son imposibles de sistematizar, de solucionar.

Rosa López Fernández y Tomás Alberich Nistal. Septiembre 2024. Artículo publicado en la revista El Viejo Topo, nº 442, noviembre 2024

Se pueden dejar comentarios al artículo de forma libre -sin registrarse- en este mismo blog:

1 Documento Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje. Editado por el Servicio de Lenguas y Documentos de la UNESCO. Sin fecha.

2 Giammatteo, Mabel (2020): El género gramatical en español y la disputa por el género inclusivo”, Cuarenta Naipes, Revista de Cultura y Literatura (Univ. N. de Mar de Plata).

21 de septiembre de 2024

El amor, la política y la vida. Memorias en la España predemocrática (1954-1980)

Adjunto invitación para la presentación de mi primer libro de memorias.

Más información sobre la obra puedes verla en:

https://www.dykinson.com/libros/el-amor-la-politica-y-la-vida/9788410706002/









En un diario se encuentran ‘pruebas de haber vivido’. Franz Kafka.

Los libros son los recipientes donde reposa el tiempo.

Atrapan lo efímero y lo convierten en presencia permanente. Emilio Lledó.


Autobiografía o escribir sobre el yo. 

Presentación de la obra

Los viajes al pasado son imposibles, porque el pasado no existe

Desde pequeño siempre me gustó la ciencia-ficción. Creo que empezó cuando pregunté qué significaba ese encadenamiento de dos palabras y oí por primera vez una explicación: debe estar muy bien que algo imaginado, de ficción, tenga una base científica que lo haga creíble. También el género fantástico puede ser ¡fantástico! Pero desgraciadamente el género ha derivado en que muchas, miles de pelis y novelas se publicitan como de ciencia ficción cuando son solo pura fantasía... y de la mala habitualmente.

Por mucho que se empeñen en la literatura de seudociencia-ficción en relatarnos viajes al pasado para modificarlo y así modificar lo que está por llegar... es y será imposible. El pasado no existe como tal existencia externa o fuera del que lo está pensando. Solo existe en nuestra imaginación, en nuestras cabezas. Incluso, cada vez que recordamos algo fácilmente lo modificamos, lo recordamos de diferente manera. O lo cosificamos tratando de no modificarlo, que quede como una imagen fija de algo que fue de una manera y después interpretaremos de múltiples formas. La imagen podemos intentar que esté congelada, la interpretación variará. Igual ocurre con los objetos del pasado y con las fotos, videos… cuando los volvemos a contemplar nos evocan algo diferente e inexistente, más allá del papel o los píxeles.

A todos nos ha pasado alguna vez que, revisando imágenes pasadas, en algún momento descubrimos algo que no habíamos visto antes o no se nos había ocurrido hasta ese momento. De repente descubrimos algo “nuevo” en lo que estamos viendo, algo que nos sorprende porque no habíamos caído nunca en ese detalle, o lo relacionamos con algo que no habíamos imaginado… pero ¿realmente es así o nos estamos inventando hechos imposibles o no recordados?

Sí es posible modificar el pasado pero solo en nuestros pensamientos, tanto en cuanto modificamos algo de lo que recordamos. El pasado concreto de un hecho lo hemos modificado porque solo vive en nuestras cabezas.

En realidad, no hay dos novelas iguales ni dos personas que hayan leído la misma novela. Ni siquiera Los miserables es igual que Los miserables. Vuelve a leerla y verás”. Javier Cercas (Terra Alta, 2023:65).

Podemos imaginar, y esto sí que es ciencia-ficción, que en el futuro seremos capaces de visionar u oír el pasado, incluso el más remoto. En la medida en que se acumulan datos, millones de datos, sobre cada paso dado en nuestras vidas. Podemos imaginar que las ciencias físicas avancen tanto en la percepción y análisis de cada movimiento, de cada sonido, de cada cambio celular… que en el futuro existan formas de conocer el pasado con exactitud.

Mientras ese futuro llega o no, seguiremos realizando memorias, historias de vida, biografías... en base a nuestros recuerdos y a materiales guardados, referencias, etc.

En mi caso, síndrome de Diógenes mediante y creciente desde pequeñito, acumulo decenas de documentos, papeles y fotos familiares, aunque en los años 50/60 no era lo habitual, menos en las casas de no pudientes, y decenas de escritos personales, pensamientos infantiles y adolescentes escritos a mano y guardados. Tengo los libros y trabajos escolares y documentos oficiales, tan variados como el “Libro de Calificación Escolar” (de 1965 a 1972), el “Certificado de Nadador” (1967) o carnets de socio de entidades diversas y estrambóticas. El del “Club de Amiguitos de Toddy” debe ser el más antiguo, por la foto no levanto ni diez años (carece de fecha).

He optado en estas memorias por ser lo más exacto posible. No novelar historias y experiencias, aunque la memoria de mis memorias –valga la redundancia- pueda fallar y pueda haber algún error. Relato tal cual la historia, como la he vivido. Una experiencia de radical desnudez. A veces irreverente o irrelevante, pero siempre tratando de ser lo más conciso, detallista, realista y objetivo posible. Por eso pido perdón de forma anticipada por el aburrimiento que pueda causar. Y ofrezco un truco para el lector/a con prisa: no hace falta leer los escritos y diarios antiguos reproducidos literalmente y con total exactitud. Te los puedes saltar, aunque seguramente algunas risas te perderás -van en letra más pequeña para que sea fácil saltárselos.


9 de agosto de 2024

Sumar para no desaparecer. Las lecciones de unas elecciones.

Pasados un par de meses de las votaciones al Parlamento europeo se han echado en falta análisis pormenorizados de los resultados, al menos de las grandes cifras por Comunidades Autónomas y por partidos. Veámoslo en una primera aproximación y, específicamente, qué ha pasado en Sumar y un cálculo sobre cuantos votos ha podido aportar cada uno de sus partidos integrantes. En esta ocasión, un acercamiento casi solo cuantitativo y que cada cual saque sus propias conclusiones. 
Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que cada convocatoria electoral es diferente. Se puede tomar como referencia los resultados de los partidos en los últimos años en las convocatorias electorales municipales, autonómicas y generales pero solo muy relativamente. Para empezar el análisis, en las elecciones a la UE la abstención siempre es mayor que en cualquier otra convocatoria. En las últimas al Parlamento europeo la participación en España fue del 49,2%, casi igual que la media de los países de la UE (51%), menor que en cualquier otra convocatoria electoral. 
En las elecciones al Parlamento de la UE, los datos oficiales del escrutinio dieron a Sumar 811.545 votos, el 4,7% del total de los emitidos. Un resultado muy modesto por no decir de simple fracaso. Se presentó como “Coalición Sumar”, conformada en estas elecciones por los partidos Movimiento Sumar, Catalunya en Comú, Compromís, Izquierda Unida, Más Madrid, Verdes Equo, Chunta Aragonesista, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Nueva Canarias-Bloque Canarista. Veamos primero un análisis por Comunidades Autónomas. Hay bastantes diferencias entre unas regiones y otras. Las cuatro con más población (Andalucía, Cataluña, Madrid y Valencia) aportaron un total de 562.498 votos, el 69,3% del total de los votos a Sumar en España, cuando la población de estas CCAA supone 28,97 millones, el 59,6% del total de la población española. Es decir, ha habido una diferencia aproximada de diez puntos entre el voto a Sumar en estas cuatro CCAA y la media en España, que se corresponde con el tradicional voto a las opciones más de izquierdas en las grandes áreas metropolitanas y zonas densamente pobladas, mientras que en las Comunidades con más población rural y dispersa los votos a la izquierda del PSOE son siempre menos. Pero además entre estas CCAA ha habido también grandes diferencias en el voto a Sumar (de más a menos): Comunidad Valenciana 150.142 (7,63% de los votos emitidos en la Comunidad), Andalucía 148.120 (5,09%), C. de Madrid 161.405 (5,08%), Catalunya 102.831 (4,3%). 

El debate en Sumar, la confección de las listas y los resultados 
Nos interesa sobre todo fijarnos en los datos absolutos y en la comparativa de participación entre CCAA, porque es bien conocido que la abstención perjudica más a las izquierdas y que el interés por votar va a estar influido directamente por lo que haya ocurrido antes de las elecciones, básicamente en cómo se confeccionan las listas y las semanas previas a la cita electoral, incluida la propia campaña. Sumar, hasta ahora, no se ha querido reconocer a sí misma como una coalición electoral aunque básicamente sea solo eso. Es decir, los dirigentes de Sumar -Yolanda Díaz y su equipo próximo- impusieron una serie de condiciones a los partidos si querían formar parte de la coalición electoral, entre estas condiciones ha estado que las listas se pactaban por arriba, justificándose primero en que el adelanto electoral de las generales de julio 2023 no daba tiempo a un proceso de primarias y de elección desde las bases, lo cual hubiera exigido un nuevo censo común y un proceso amplio de construcción de abajo hacia arriba, bien fuera en forma de frente amplio (partidos más personas) o de creación de un nuevo partido político unitario. Este argumento fue aceptable en julio de 2023 pero no lo era un año después, para las elecciones europeas de junio 2024. Aun así los partidos de la coalición lo aceptaron ante la perspectiva de que la única alternativa que se les dejaba era asumirlo o salirse de la coalición Sumar. Pero pactar la elaboración de las listas por arriba exige inteligencia, mesura y un buen encaje de bolillos, si no se quiere cabrear a una parte de los partidos y que su afiliación decida en buena medida quedarse en casa durante la campaña electoral, y anteriores votantes ídem el día electoral. Parece ser que es lo que ha ocurrido si nos fijamos en los datos, más en unas votaciones como las europeas donde la abstención siempre es muy elevada. 

Aportaciones por partidos 
Veamos algunas aproximaciones a los votos que posiblemente han aportado cada partido u organización a los resultados electorales de Sumar. Izquierda Unida es la única organización con implantación estatal que queda en Sumar (después de la salida de Podemos), salvo el muy minoritario Equo-Verdes. IU cuenta con federaciones en todas las CCAA y, según sus datos publicados, en la actualidad tiene 1.700 concejales, representación municipal en ciudades de todas las provincias, con sedes, organización territorial, etc. La última vez que IU se presentó sola a unas elecciones generales obtuvo casi un millón de votos, fue en 2015 en competencia con un Podemos en ascenso. Las últimas europeas en las que IU se presentó sola fueron las de 2014, obtuvo 1.575.308 votos y Podemos 1.253.837, a pesar de la amplia abstención. 
IU es la fuerza mayoritaria de Sumar en todas las CCAA excepto en Cataluña y comunidades de Valencia y Madrid. Hemos revisado los datos obtenidos en las tres últimas elecciones regionales y han ido variando notablemente. Pero está clara la predominancia institucional de Compromís frente a IU en la valenciana y de Más Madrid frente a IU de Madrid. El caso catalán es más complejo, la antigua IU catalana junto a Iniciativa per Catalunya están integradas en Catalunya en Comú, pero si IU se hubiera presentado sola en las elecciones de este año, sabiendo que es circunscripción única en toda España y ningún voto se pierde, seguro hubiera obtenido un puñado de votos, al menos un 20% del total obtenido por Sumar en Cataluña. 
Así, para aplicar un cálculo homogéneo, podemos considerar que en estas tres CCAA las fuerzas autonómicas respectivas aportarían a Sumar cerca del 80% de los votos obtenidos, mientras que en el resto sería al revés, con Andalucía a la cabeza, en las que IU aportaría un 80% de los votos y el resto de los partidos minoritarios de Sumar se puede considerar que aportan como mucho el 20% restante. Ya que quiénes están en ese resto de partidos: Verdes-Equo, Chunta Aragonesista, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Nueva Canarias-Bloque Canarista y el nuevo partido creado por Yolanda Díaz y su equipo denominado “Movimiento Sumar” (que crea confusión con la Coalición Sumar pero ahí está con ese nombre) son muy minoritarios, nunca se han presentado solos a unas elecciones generales (salvo la Chunta) ni a unas europeas, por lo tanto aportan muy pocos votos al escrutinio estatal, pero aportan prestigio a la Coalición Sumar e imagen de unidad, aportan también visiones sectoriales positivas, como es el caso de Los Verdes. En algunas encuestas con preguntas abiertas sobre intención de voto, estos partidos han llegado como mucho al 2 o 3% de voto en algunas regiones. Estos cálculos incluyen un partido imposible de determinar en intención de voto “Movimiento Sumar”. Si se hubiera presentado este partido solo, sin IU, MM, Compromís, Comunes, etc. ¿qué votos hubiera obtenido? Siendo generosos en los cálculos de intención de voto se puede considerar que la suma de estos partidos minoritarios sería entorno al 15 a 20% dentro de Sumar. Por supuesto esto es un cálculo discutible. Si lo comparamos con elecciones anteriores, hay CCAA donde es posible que otros partidos diferentes a IU han aportado más de un 20%, pero el voto a Sumar ha sido tan escaso que el cálculo final no varía. Por ejemplo en Galicia Sumar ha obtenido 23.159 votos al Parlamento europeo (un 2% de los votos en esta Comunidad), por lo que lo aportado respecto al total de 800.000 es muy exiguo. O Canarias donde en Sumar iban dos partidos regionales que es posible que aportaran más de un 20%, pero Sumar ha obtenido un total de 27.127 votos, casi igual que en Galicia, por lo que, a la hora de analizar cuanto electorado ha aportado cada partido al resultado final de ochocientos mil, la variación con estas regiones es casi nula. 
El nuevo cálculo en base a estos porcentajes nos da las siguientes cifras (a partir de los resultados citados del escrutinio): 
- Comunidad Valenciana 150.142 votos obtenidos por Sumar. Votos “aportados” por Compromís: 120.113 (80%), por IU: 30.028 (20%). 
- Andalucía 148.120. Votos aportados por IU (80%): 118.496. 
- C. Madrid 161.405. Votos aportados por Más Madrid: 129.124, resto a IU, 32.281. 
- Catalunya 102.831. Votos aportados por los Comunes (Catalunya en Comú) 82.264, resto a IU 20.566. 
- Resto de CCAA: votos a Sumar 249.047, aportados por IU: 199.238 (80%). 
Si sumamos los datos anteriores de IU nos da un total de 400.609 aportados a la Coalición, justo algo más de la mitad del total de los votos obtenidos en Sumar. Consideramos que es un cálculo muy moderado: IU ha tenido pérdida de votos en las convocatorias electorales de la última década, pero no ha tenido ninguna crisis relevante, ni bajas importantes o escisiones (a diferencia por ejemplo de Podemos). Aunque su intención de voto en 2024 fuera la mitad de la de hace una década, IU tendría medio millón de votos directos en unas elecciones generales y 787.654 en las europeas si se hubiera presentado en solitario (recordemos que tuvo 1.575.308 votos en 2014). 
Así, el resumen de votos aportados por las principales fuerzas políticas a Sumar en el parlamento europeo habrá sido, de más a menos: Izquierda Unida 400.609. Más Madrid: 129.124. Compromís: 120.113. Comunes 82.264. Todas estos estos cálculos, como decíamos, son muy discutibles. Seguro que más de un votante de IU mientras los leía habrá pensado que deberían ser mayores para esa formación, lo mismo habrán pensado el resto. Pero a nivel global, a falta de estudios cualitativos y cuantitativos en profundidad, se aproximarán bastante a la realidad. 
Ahora veamos la composición de la lista electoral presentada por Sumar en las pasadas elecciones: Nº 1 de la lista: independiente, nombrada por Yolanda Díaz (una persona desconocida para el conjunto del cuerpo electoral). Nº 2: a propuesta de los Comunes, nº 3 de Compromís, nº 4 de IU, nº 5 Más Madrid. Cómo debería de haber sido, en base a los cálculos anteriores: el nº 1 de IU, 2º de MM, 3º de Compromís, 4º de Comunes. Prácticamente lo contrario a lo que se hizo. 
No entro a valorar la conveniencia o no de poner a personas independientes en puestos de salida, esto se supone debería depender de su grado de popularidad y de la aprobación por consenso de los partidos, en lo que, hoy por hoy, es una coalición electoral. Se hicieran como se hicieran los cálculos preelectorales se sabía que IU, con total seguridad, sería la fuerza que más votos aportaría a Sumar, seguida de Más Madrid -que recogía también votos de simpatía al extinto Más País en otras regiones.
En conclusión, lo más significativo es que la composición de la lista supuso un castigo directo a IU -que por primera vez en la historia se queda sin representación en Europa, y a Más Madrid, y un premio incomprensible a los Comunes catalanes, que desde la propia creación de Sumar han controlado la coalición junto a Yolanda Díaz. En este caso agravado por el escaso resultado y ser la única Comunidad importante donde Podemos ha obtenido más votos que Sumar. 
Si a una fuerza se la humilla y margina, como ha sido el caso de IU ¿se le puede pedir a su afiliación que participe entusiásticamente en la campaña electoral? ¿que peguen carteles, que sean apoderados, etc.? Respecto de la campaña en sí un par de detalles. En Cataluña y en Comunidad Valenciana, junto al logo de Sumar aparecían los de los Comunes y Compromís respectivamente. En la región madrileña, como en el resto, no aparecía el de Más Madrid, ni IU, ni nada. Carteles solo con la foto de Yolanda Díaz y de la candidata ocupando todo el espacio y, en una pequeña esquina, el único logo de Sumar. 
Tenemos a la mejor ministra de Trabajo de los últimos ochenta años, pero una exigua cúpula ha querido construir una nueva organización marginando a los partidos que le han dado base y estructura, el esqueleto y músculo de la nueva entidad. Así no se va ninguna parte. Esperemos que en septiembre se empiece, de verdad y desde cero, a construir democráticamente, de abajo hacia arriba, una nueva entidad, un frente amplio o como le quieran llamar.

24 de mayo de 2024

SIGNIFICANTES POLÍTICOS. UNA APROXIMACIÓN A SU DISTRIBUCIÓN Y EFICACIA

 Álvaro Blázquez y Tomás Alberich

Los partidos políticos poseen unas características discursivas derivadas de un argumentario que, en principio, se pretende que tenga la máxima eficacia, siempre manteniendo una línea ideológica que aporta significantes para convencer a una parte importante del electorado. La ideología suele partir de valores éticos, mientras que la eficacia se centra más en la capacidad de convicción. Sin embargo ambas pueden derivar, en el peor de los casos, en propuestas falsas, engañosas o que no se tienen intención de cumplir. En el camino quedan significantes flotantes, que sirven para todo (según Laclau, caracterizados por su naturaleza ambigua y polisémica) o significantes vacíos, es decir, los que no pasan de la pura retórica (o significantes sin significado)

En esta ocasión, pretendemos realizar un análisis de estos significantes de una forma sintética y fácil. Para ello, se ordenarán en dos columnas que serán contrapuestas según su marco ideológico preponderante. Los principales partidos políticos nacionales en España son en la actualidad cuatro, pero resulta más clarificador aglutinarlos en dos opciones o bloques (derechas o izquierdas), precisando después en los comentarios, si acaso, diferencias entre opciones políticas concretas.

Todos los significantes aparecerán contrastados, fijándose en tendencias discursivas más que en valores absolutos; es decir, que el mérito, la seguridad y el orden, por mostrar los tres primeros ejemplos, queden del lado de la derecha, no significa que la izquierda renuncie a ellos, sino que en sus discursos, estos conceptos aparecen en muchas más ocasiones en un lado que en otro. Incluso pueden darse casos de “robo” de significantes; por ejemplo, la libertad aparece en las últimas décadas apropiado por partidos de derecha, cuando a mediados de siglo XX este significante estuvo claramente orientado hacia la izquierda.

También se utilizarán simples negaciones conceptuales cuando sea necesario. Por ejemplo, la derecha niega (o desdeña) el machismo o el racismo, mientras que la izquierda niega la existencia de una ideología de género. Se trata, en fin, en buscar significantes contrapuestos y ver cuales de ellos tienen una mejor eficacia discursiva.


IZQUIERDA

DERECHA



Igualdad

Mérito

Rehabilitación social

Seguridad

Represión (contra)

Orden

Acogida migrantes

Control inmigración

Derechos

Libertad

Intelectualismo

Lenguaje directo

Justicia fiscal

Bajar impuestos

Nacionalismo poblacional

Nacionalismo territorial

Plurinacionalidad

Identidad nacional

Políticas de género

Ideología de género (contra)

LGTBIQ+

Familia

Contra el Machismo

Negación machismo

Contra el Patriarcado

Negación patriarcado

Feminismo

Feminismo liberal

Derecho al aborto

Derecho a la vida

Eutanasia

Muerte “natural”

Lenguaje inclusivo

Mofa del lenguaje inclusivo

Servicios sociales

Paguitas”

Servicios públicos “gratuitos”

Servicios públicos concertados

Racismo (contra)

Negación racismo

Decrecimiento

Crecimiento

Ecologismo

Crecimiento sostenible

Cambio climático antropogénico

Cambio climático natural

Colapsismo

Progreso tecnológico

Vivienda pública

+ Construcción







Igualdad – Mérito. Si la izquierda reivindica la igualdad sin una definición más concreta, es posible que el mérito tenga un mayor potencial discursivo: tener lo que cada uno se merece según su esfuerzo resulta un mensaje muy atractivo. Sin embargo, cuando se pasa a concretar mejor la igualdad, por ejemplo en la igualdad de derechos, el significante cobra mucha fuerza. La igualdad sin una mayor definición puede resultar artificiosa, un concepto clónico, por lo tanto no tan eficaz como se puede creer. Por último, resaltar que la derecha ha decidido últimamente apropiarse del concepto de igualdad (igualdad de todos los españoles) tergiversando el conflicto catalán que ellos mismos crearon o potenciaron.

Rehabilitación social y Prevención - Seguridad – La seguridad es un significante político clave. Si la existencia del Estado se justifica por algo es por esa renuncia de los ciudadanos a defenderse por sí mismos mediante la violencia. Los diferentes servicios públicos, también de una vital importancia, son incluidos muy posteriormente en la historia. Muchos gobiernos de derecha y extrema derecha (Bolsonaro, Trump) ganaron elecciones sobre todo por la percepción (que a veces puede no ser real) de falta de seguridad, sobre todo en grandes metrópolis. La rehabilitación social de la delincuencia es un avance civilizatorio indudable, pero a mucha gente le sigue importando más una buena seguridad que una rehabilitación de “dudosos” resultados.

Represión (contra) – orden. La represión hoy en día en un país como España tiene un calado importante en lugares como Cataluña, con cientos de presos políticos, y el País Vasco, con un tremendo conflicto reciente. La represión política en otras regiones es sentida por una parte muy reducida de la población (tras manifestaciones, con sentencias injustas, etc). La importancia de la represión del Estado (policial, judicial) es mínima, por lo tanto el significante represión no remueve precisamente muchas conciencias. El concepto de orden abarca un significado más amplio que de la seguridad, es de carácter conservador clásico; sin embargo una de las estrategias de la derecha implica también alterar ese orden, secuestrando instituciones como la justicia o ninguneando otras que no controla.

Acogida de migrantes - Control de la inmigración. Un tema ya importante en España, pero crucial en Europa. Según datos de CIBOD en 2023, dentro de la UE solo en España existe un gobierno de izquierdas, pues en Alemania, Eslovenia y Malta existen gobiernos calificados como de centro-izquierda. En el resto (22 países) gobiernan o grandes coaliciones, o equipos de centro derecha y derecha. Este panorama se debe, en otros factores, al impacto de una inmigración que, por otro lado, es muy necesaria en muchos de estos países. En España, incluso el Gobierno estatal lleva años intentando frenar la inmigración mediante acuerdos con Marruecos, sabedor de que la entrada masiva de migrantes es muy impopular. Es evidente que hay un tanto por ciento muy alto de población que desea un control más o menos contundente de los movimientos migratorios, por lo tanto la izquierda suele perder mucha capacidad de convicción en este campo.

Derechos - libertad. Como significados contrapuestos resultan bastante paradójicos. En principio, la defensa de los derechos ciudadanos debería constituir un argumento mucho más potente que el ambiguo significante de la libertad, sobre todo cuando este cae un manos de la derecha, donde parece que, más que libertad, lo que se reivindica es “mi” libertad sin importar la de otros, o directamente la impunidad. Sin embargo, analizando resultados electorales como los de Madrid, donde la “libertad” (sin ni siquiera añadir un programa explicativo) fue una indudable bandera de enganche, parece que la eficacia de este significante desnudo fue exitoso.

Intelectualismo - Lenguaje directo. El lenguaje intelectual, muy ligado a la Universidad, posee una riqueza y una lucidez encomiable cuando se expresa bien elaborado, pero es poco eficaz en el debate político. El lenguaje directo, siempre con un mayor riesgo de ser demagógico y sobre todo simplista, es claramente utilizado por la derecha como estrategia electoral. La izquierda, por lo tanto, debe buscar un lenguaje sintético y con fuerza, que huya a la vez del simplismo y la demagogia, por ejemplo, centrándose en una mejor gestión y en mucha menos corrupción que la derecha. Por lo que no se debería dejar de utilizar el lenguaje directo, por ser claro y entendible, incluso popular-populista en el buen sentido. Por poner un ejemplo: es más exacto decir que hay que buscar “soluciones habitacionales” para toda la población, pero si se dice “viviendas”, o “el derecho a la vivienda” se entenderá mejor.

Justicia fiscal – Bajada de impuestos. En una ocasión, J. L. Rodríguez Zapatero afirmó que bajar impuestos, si esto es posible, puede ser de izquierdas. Tenía razón. De hecho, su gobierno ha sido el único que devolvió una partida de ingresos recaudados a los españoles. En todo caso, la izquierda suele explicar bien por qué los impuestos actuales son necesarios y, sobre todo, afirmar que de lo que se trata es que paguen más los que más tienen. Sin embargo, existe un sector de trabajadores cualificados, profesionales y autónomos que, a pesar de reducciones de impuestos otorgados para el principio de la actividad, se siente castigados por una alta imposición que les lleva a considerar que soportan un Estado confiscatorio. Este sentimiento es aprovechado por la derecha, que en España no se ha caracterizado precisamente por bajar impuestos, sino más bien por todo lo contrario, aunque no existe un recuerdo claro de esta evidencia.

Hay una diferencia clara en la forma de ver y sentir los impuestos entre un asalariado y un autónomo. Éste puede elegir, por ejemplo, lo que paga para tener más o menos pensión, el asalariado en parte también pero, de partida, se lo da hecho la empresa, le entrega la nómina y, salvo que solicite un aumento de las retenciones -caso bastante marginal- no tiene que hacer nada. El autónomo se ve más obligado a cargar directamente con sus propios impuestos, una visibilización que genera más rechazo en el pago.

Nacionalismo poblacional – nacionalismo territorial. Mientras el nacionalismo poblacional, es decir, un nacionalismo que se apoya en el sentimiento identitario común de un pueblo asentado sobre un territorio, es reivindicado por la izquierda y cierta derecha moderada o centrista; el nacionalismo territorial, es decir, aquel que solo le interesa la posesión de un territorio, sin importar los sentimientos identitarios de la población perteneciente a éste, es más propio de partidos de extrema derecha y, en cierta medida, también de izquierdas jacobinas, que siempre han estado presentes, sobre todo en Francia. Turquía, Israel o Birmania son ejemplo de estados territoriales, donde la población no mayoritaria es fuertemente reprimida; los nacionalismos escoceses, portugueses o daneses, por poner tres de muchos ejemplos, al ser poblacionales no representan una amenaza a otros pueblos.

Plurinacionalidad – identidad nacional. De modo más concreto, la plurinacionalidad, planteada en cierta manera por la Constitución Española al referirse a regiones y nacionalidades, es recogida por la izquierda, mientras que la derecha reclama directamente la identidad española por encima de cualquier otro sentimiento identitario de carácter regional o europeo. Sentimentalmente es mayoritario, y por lo tanto más eficaz, este último, salvo en el País Vasco y Cataluña.

Políticas de género – Ideología de género (contra). Las políticas de género se refieren a la protección, respeto y también reivindicación de las mujeres y a los diferentes colectivos LGTBI, algo que la derecha define como una ideología que enfrenta a la mujer contra el hombre y que incluso “fomenta” la homosexualidad. Por lo general, la derecha está contra la educación sexual en los colegios, la cual debe dejarse en manos de los padres o, incluso, de la Iglesia. El punto más débil de la izquierda en estos significantes está en el transexualismo, un colectivo muy minoritario (no más de diez mil personas) al que se otorga el derecho de cambiar de sexo de forma gratuita en algunas comunidades autónomas, incluso a menores de edad. Libros como “Nadie nace en un cuerpo equivocado” -un éxito de ventas-, denuncia, entre otras consideraciones, la hormonación continua como un error y un peligro para la salud. En este último campo, el discurso de la izquierda pierde mucha eficacia.

LGTBIQ+ - Familia. La derecha defiende la familia tradicional (muy mayoritaria como es sabido) y también las uniones homosexuales tras aceptarlas después de fuertes protestas en los años 90. La izquierda también defiende la familia heterosexual, pero no con tanto ahínco, no como modelo preferencial. El contraste entre una palabra tan identificable como familia y las complicadas siglas LGTBI (o incluso LGTBIQ+), que poca gente sabe realmente que significan, perjudica a la izquierda.

Machismo (contra) – “Negación” del machismo. Aunque el machismo ha descendido en términos generales en la sociedad española, éste sigue sin duda existiendo, pero aquí la derecha tiene una buena escapatoria, achacando más comportamientos machistas a los colectivos migrantes, lo cual es desgraciadamente cierto. El que exista un porcentaje ligeramente superior de comportamientos machistas entre la población inmigrante no soluciona nada, ni explica la violencia machista en España, pero tampoco se debe negar por la izquierda.

Contra el patriarcado - Negación del patriarcado. Se entiende por patriarcado el dominio del hombre en todas las instituciones de un país, desde la familia hasta el Estado, aparte de empresas y organizaciones religiosas. Se puede decir que en España no existe ya un patriarcado en lo público, y sí en algunos ámbitos familiares, aunque cada vez menos. Desciende también, aunque no suficientemente, en la gran empresa. Solo en instituciones privadas como la Iglesia Católica y en la mayoría de las religiones, existe un patriarcado claro y nítido, privadas pero con protección y abundantes subvenciones públicas. Es decir, ni se puede decir que España es una sociedad patriarcal, ni negar que éste existe en algunos ámbitos de la sociedad. En general, podría afirmarse que la denuncia del patriarcado resulta poco eficaz, pues es una realidad que las mujeres cada vez ganan más terreno en todos los ámbitos sociales.

Feminismo – feminismo liberal. Por feminismo liberal se entiende un feminismo no vinculado al movimiento LGTBIQ+, contrario a las cuotas y partidario de que las mujeres compitan con los hombres en igualdad de condiciones -evidentemente un planteamiento muy “teórico”. En cuanto al feminismo clásico o progresista, muchas expertas coinciden en definir una cuarta ola que comenzó claramente en España en el año 2016 (huelga general feminista en 2018, MeToo en EEUU, Vivas nos queremos en Iberoamérica), lo cual no quiere decir que no hubiera activismo feminista antes de esa fecha). Esta cuarta ola incide en la violencia de género, en la protección económica de las mujeres maltratadas, pero también en conceptos equívocos como la brecha salarial, reivindicada en conjunto, pero que muchas feministas lo han presentado como desigualdad de salario por un mismo puesto de trabajo, cuando esta desigualdad es casi inapreciable según datos existentes, especialmente en las Administraciones públicas. Parece que la brecha salarial y otro concepto como el “techo de cristal” se refiere sobre todo a puestos de responsabilidad en las empresas, donde las diferencias persisten. También han existido algunas declaraciones que condenan al género masculino por el simple hecho de pertenecer a él, junto con otros aspectos que han generado una reacción importante en una parte de la sociedad. Por ello, es posible que ciertos postulados del feminismo actual, y sobre todo algunas de sus representantes políticas, haga perder votos a la izquierda.

Derecho al aborto – derecho a la vida. Las interrupciones voluntarias de embarazos es un tema éticamente muy complejo, pero que los países más avanzados del mundo resolvieron ya en los años 70 permitiendo a las mujeres tener asistencia médica libre e incluso gratuita para abortar. Sin embargo, movimientos conservadores y cristianos sacan una y otra vez este tema que la derecha política intenta rentabilizar. En todo caso, en este campo la izquierda tiene más eficacia.

Eutanasia – muerte “natural” . En este tema la izquierda tiene gran ventaja, pues reivindica la libertad del individuo, quedando la derecha en clara contradicción con sus postulados “liberales” o de libre elección personal.

Lenguaje inclusivo – mofa del lenguaje inclusivo. El lenguaje inclusivo es, en principio, recomendable. En cuanto a profesiones, es acertado decir, por ejemplo, la “jueza” en vez de “la juez”, incluso doblar el género en casos como “señoras y señores”, etc. Pero ir doblando el género a lo largo de una frase crea un efecto agotador, y peor incluso es hablar solo en género femenino o inventarse palabras o géneros nuevos. El efecto conseguido es casi ridículo, y no es de extrañar que la derecha se mofe de ello. Se ha llegado a decir públicamente aberraciones lingüísticas como “cuerpos y cuerpas” o “autoridades y autoridadas”, entre otras lindezas. Utilizar el lenguaje solo en femenino, como genérico, identifica a una minoría izquierdista. Produce un autoseñalamiento minoritario. No parece adecuado utilizar constantemente el “nosotras” en ruedas de prensa o debates entre representantes políticos, cuando lo correcto sería decir el nombre de la entidad política que representas. Por ejemplo, lo correcto: “Partido X defiende el derecho a la vivienda para toda la población española”, no decir: “Nosotras defendemos el derecho a la vivienda para todas”, con esta última frase se identificará solo una parte de la gente.

Servicios sociales – paguitas. Hasta el ultraliberal Antonio Escohotado llegó a afirmar que hay gente que no puede mantenerse por sí misma debido a una serie de acontecimientos adversos, él lo llamaba sencillamente “mala suerte”: enfermedades, orfandades, entornos familiares tóxicos, fuertes carencias económicas, etc. Aunque es cierto que no puede achacarse estas causas digamos “externas” en un cien por cien de los casos, éstas si que son muy mayoritarias.

Cabe preguntarse también por qué la derecha no incluye en las paguitas a sus comisionistas, falsos asesores, etc. El Estado se deja en apoyos económicos unos 6 mil millones de euros al año, descontando pensiones cotizadas y desempleo. Lo que sí sería interesante para la izquierda es plantearse un trato de “tú a tú” con el Estado, es decir, si el Estado ayuda, que el ciudadano también devuelva esa ayuda en forma de trabajos para la sociedad. Se llegaría así a la formula de trabajo para todos, que defiende cierta izquierda como alternativa a la renta básica. Aunque evidentemente esa devolución de ayudas no puede ser automática, exige mecanismos complejos y ajustar tiempos vacíos que deben ser cubiertos por una ayuda básica universal.

Servicios públicos gratuitos – servicios concertados. La derecha afirma que la externalización (privatización), por ejemplo de la gestión de hospitales públicos, implica un funcionamiento más eficaz, al igual que los colegios concertados aportan mejor calidad de enseñanza. Lo único cierto es que los colegios concertados poseen si acaso unas mejores instalaciones, aparte de cobrar doblemente, del Estado y a las familias, y que los hospitales de gestión privada cuestan más dinero a las arcas públicas por existir una intermediación y un beneficio empresarial. Si un hospital público funciona mejor que uno de gestión privatizada, sería bueno preguntarse, ¿con qué recursos se dota ese hospital público? Detrás de todo esto existen empresas, agentes privados y fondos de inversión que esperan hacerse cargo de negocios seguros, sin riesgo, a costa de las arcas públicas. Ese es un argumento principal para la izquierda.

En las cuentas públicas de las Comunidades Autónomas hay una gran mentira: indican lo que dedican a “sanidad” y a “educación”, y anuncian cada año que gastan más dinero en estas áreas, pero raramente se consigue saber realmente a que dedican más dinero: al pago de sanidad y educación privadas y privadas-concertadas, y menos o igual a las públicas.

Racismo – Negación del racismo. La izquierda debería tener claro que España no es un Estado racista, como lo fue Sudáfrica o lo es Israel. A nivel social, puede existir más xenofobia (temor o fobia al extranjero) que racismo, algo limitado a actitudes dentro de alguna hinchada futbolera o de grupos de extrema derecha. Aunque racismo y xenofobia son términos fácilmente intercambiables, se ha denunciado con frecuencia que existe “racismo institucional”. La izquierda debería tener más cuidado en no utilizar estas palabras tan gruesas. Es cierto que, por ejemplo, las fuerzas policiales inciden más en los controles callejeros sobre grupos étnicos, pero también lo es que personas maltratadas las hay en todos los grupos sociales.

Decrecimiento – Crecimiento. El concepto de decrecimiento queda muy limitado, dentro de la izquierda, al mundo ecologista, basado en que no hay recursos infinitos en un planeta finito. Este término es poco escuchado en los grandes medios de comunicación, por lo que apenas genera debate. La percepción básica popular es que un decrecimiento en el país nos hará más pobres. Habría que explicar muy bien que, en realidad, hay sectores que deberían decrecer (ej: turismo de grandes cruceros, consumo farmacéutico, agroindustria, sector financiero, etc) mientras que otros sectores podrían crecer (atención sanitaria, educación pública, agroecología, etc). En todo caso, no es un significante amable de sostener. Hoy en día “decrecimiento” se identifica fácilmente con crisis económica. Sería recomendable seguir utilizando significantes como “estado de bienestar” o “sostenibilidad”, por muy tópico que este pueda ser.

Ecologismo – Crecimiento sostenible. Los significantes son parecidos a los anteriores, solo que más ampliados. Lo que claramente puede justificar un crecimiento económico es un aumento apreciable de población, la cual sea receptora de ese crecimiento, no solo de unos pocos. Lo único que podría achacarse al ecologismo es, a veces, una compenetración insuficiente con el mundo rural y algún exceso sobreproteccionista puntual, mientras que el crecimiento sostenible acaba siendo un significante vacío utilizado por grandes intereses económicos.

Cambio climático antropogénico - Cambio climático natural. Una vez aceptado el cambio climático por todo el arco político, la extrema derecha recoge el escepticismo de algunos científicos afirmando que éste es de carácter natural, con el argumento de que somos nosotros los que debemos adaptarnos al clima y no el clima a nuestros deseos o necesidades. La clave del debate, sin embargo, sigue siendo la misma ¿es el CO2 (y otros gases) responsables de un efecto invernadero excesivo o no? El aumento medido del CO2 actual es de 417 pmm, más de un 50% respecto a niveles preindustriales. Es evidente que esto tiene sus efectos en el clima (veranos hasta dos meses más largos), mayores sequías, etc. Algo que tiene un carácter muy empírico (y, aún así, se pone en cuestión) por lo que sí es un significante muy positivo para la izquierda.

Colapsismo – Progreso tecnológico. En estos significantes hay que resaltar que el colapsismo es un concepto que pertenece más a la izquierda alternativa, mientras que la fe en el progreso tecnológico es compartido por la derecha y la izquierda moderada. Es evidente que el colapsismo no está presente entre las mayores preocupaciones de las clases populares. Si algún día llega, cogerá desprevenida por lo tanto a la mayor parte de la población. Los políticos de izquierda harían bien en constatar, al menos, la posibilidad de que podría llegar a corto-medio plazo, pero sin llegar al catastrofismo, pues este genera angustia y por lo tanto rechazo entre la población. El colapso, como el decrecimiento, son desgraciadamente conceptos difícilmente asumibles por la mayoría. En alguna ocasión se ha explicado desde el mundo científico que el colapso está llegando poco a poco, que es gradual. En este caso, el propio significado de la palabra “colapso” es inadecuado.

Vivienda pública – Más Construcción. La simple fórmula de construir más pisos para solventar el problema social de la vivienda ya se experimentó durante el segundo gobierno Aznar y, no solo no se consiguió bajar los precios, sino que se generó una burbuja inmobiliaria que acabó en fuerte crisis económica. Aún así, la derecha sigue propugnando la receta “más construcción”, confiando en la poca memoria de la gente.

La vivienda social es la fórmula que defiende la izquierda, pero existe cierto acuerdo en que ésta debe de ser de alquiler (aunque sea permanente), no en propiedad. La vivienda es una gran inversión y la gran deuda de la mayoría de las familias. El Estado, pues, no debería privilegiar con una propiedad privada a unas ciudadanos con respecto a otros.

La acción pública contra las viviendas vacías es urgente, definiendo y explicandolo bien: no segundas residencias, sí las claramente vacías, a partir de la 3ª vivienda perteneciente a la misma persona o familia. Hoy día se puede controlar fácilmente, por ejemplo, por el no consumo de suministros. El aumento de impuestos a este tipo de viviendas es una medida urgente. La izquierda no puede defender que no existan viviendas vacías y/o que se expropien, pero sí publicitar que se las castigue con impuestos progresivos.

Conclusiones

Resulta difícil, aparte de poco recomendable, evaluar asertivamente qué significantes tienen mayor eficacia, columna izquierda o columna derecha, sin una buena encuesta que lo sustente. Pero sí puede ser cierto que la izquierda tiene que, no solo mejorar algunos de ellos, sino abrazar algunos significantes que quedan en la otra parte. En concreto, la izquierda podría reivindicar y explicar más conceptos como la libertad, la seguridad, el mérito o las cargas fiscales. Hacerlas suyas, a la vez que vendría bien descargar, al menos un poco, otros significantes donde el acento puede ser excesivo: migración, racismo, derechos LGTBI, patriarcado. El único campo que debería ser fuertemente revisado es el referente al denominado lenguaje “inclusivo”, por las razones antes expuestas. La derecha abusa y manipula significantes identitarios (ser español, disfrutar de los bares, saber salir adelante con el esfuerzo propio, derecho a la seguridad frente a la delincuencia), mientras que la izquierda cada vez tiende a caer más en reproches anti-identitarios: porque tú no eres migrante, no eres transexual, no eres “no binario”, no eres pobre (en un país donde un 74% de la población no lo es). Por eso, la izquierda, sin abandonar la defensa de las minorías, sí debería poner aún más acento en la defensa de los servicios públicos, la gestión honesta y eficaz, la actuación contra la corrupción (propia y ajena) y la reforma de instituciones que abusan de su poder (sobre todo la Justicia).

En todo caso, siempre habrá que tener en cuenta que las derrotas electorales de la (o las) izquierdas se deben más a estrategias sucias como la desinformación, los bulos, los “lawfares” (acoso judicial). Para la derecha, la mentira en sus diferentes versiones supone un arma esencial, ya que defender de forma preferente los intereses de las clases altas, siempre muy minoritarias, supondría evidentemente derrotas electorales permanentes.