¿En qué sociedad vivimos? En una
sociedad individualista que contradictoriamente se caracteriza por la
dependencia de los demás, la delegación y el corporativismo. “Las
causas que provocan la falta de participación son: la dependencia
(…), la delegación (…) y la compartimentación o el
fraccionamiento del análisis de la realidad y de sus soluciones, que
se manifiesta en tres aspectos: compartimentación temporal [vivir el
presente] (…), disociada del futuro (sin perspectiva) y del pasado
(sin memoria histórica); compartimentación en el espacio (…) [y]
sectorial” (Martín Recio, 1997). Podemos decir que entre las
causas de la falta de participación e implicación de la ciudadanía
en los asuntos públicos estarían estas tres “enfermedades”
sociales. ¿Por qué no se participa más de lo que ya se hace?
Primero, por la dependencia
interpersonal, la dependencia de todos para todo. La
dependencia de los especialistas pero también del marido, de la
mujer, del padre y de la madre, de los subsidios, de las ayudas
sociales… Si nos duele algo dependemos de lo que nos diga el
especialista, de lo que nos dicen en el centro de salud, en el
gabinete psicológico… ¿Dónde quedó el “conócete a ti mismo”?
Las noticias están trufadas de referencias a “expertos”. Si hay violencia en la sociedad, entre los y las jóvenes o en la escuela, los expertos nos dirán por qué y cómo actuar. Todo medio de comunicación que se precie entrevistará a un catedrático o a un gran especialista que nos aportará unas cifras, unos porcentajes, aparentemente objetivos, pulcros, incuestionables e irrefutables. Pero, ¿se pregunta alguna vez, de verdad, en profundidad y rigurosamente, a la población, a los jóvenes, a los estudiantes, a los afectados por la noticia…? ¿Se les da la palabra para que hablen con libertad y, sobre todo, para que participen en la solución, o solo se les considera parte del problema? ¿Dónde queda la experiencia directa, tanto personal como grupal? ¿Dónde queda el saber popular, la acumulación de experiencias transmitidas a través de múltiples generaciones?
Se nos olvida que para "curar" es necesario tener en cuenta no sólo los diagnósticos que hace la medicina sobre los síntomas, sino también lo que las personas afectadas estén dispuestas a hacer para conseguir el cambio que se precise.
Se retransmite diariamente la imagen de
que gran parte de la sociedad vive de las subvenciones, de los
subsidios y de las ayudas sociales: los agricultores, la población
inmigrante, las personas con discapacidad, incluso todas las personas
mayores -pensionistas, las asociaciones… Parecen vivir de “Papá
Estado”, no de su trabajo o del esfuerzo realizado. Así, no es
extraño que buena parte de quienes trabajan y de las clases medias
quieran menos Estado, menos burocracia, menos impuestos… Menos
subvencionar a esos grupos que se ven como una carga. Aún más: esa
imagen ha calado tan hondo que muchos de los grupos citados se
consideran a sí mismos como una carga social, son dependientes de
lo que el Estado quiera darles de pensión, de subvención o de ayuda
social (o por la Ley de Dependencia), y eso con la
arbitrariedad de lo que se otorga graciosamente; por quienes
gobiernan en cada nivel de la administración: políticos, políticas
y/o funcionariado del Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma, el
Estado, la Unión Europea…, ellos han perdido su autonomía
como personas libres y han perdido la seguridad de vivir en un Estado
(de Bienestar) que tiene la obligación de proteger a toda la
ciudadanía. Conclusión: política del miedo, soy dependiente,
perteneciente a clases pasivas y una carga para la sociedad,
y, si protesto, puedo perder lo que graciosamente me dan.
...
Más sobre los significados del
concepto de dependencia:
- Cuando hablamos de discapacidad nos recuerda su relación con la conocida precisamente como “Ley de Dependencia”. Así la llamamos todos. No del nombre completo y oficial: Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia (2006).
- Cuando hablamos de adicciones hablamos de “drogodependientes”, las personas que tienen una dependencia de una o varias sustancias, de las que no se pueden librar, independizar.
- En la educación de nuestros hijos es escandalosa la sobreprotección, el exceso en el control y en no dejarles independizarse. Esto es generalizado e influye negativamente en su educación. Pero, además, España es uno de los países del mundo donde más tarde se independizan los jóvenes. Estamos generando “una sociedad de personas socialmente dependientes, ‘personas mantequilla’, que, a la primera adversidad, se derriten” (Patricia Ramírez: 2015. El País Semanal).
2º. La delegación permanente
educa y socializa a las personas en la responsabilidad mínima,
personas de responsabilidad limitada: yo voto, yo elijo, tú
actúas. Elegimos concejales y concejalas, diputadas, presidentes de
asociación… y, a partir de ese momento, que solucionen los
problemas, “que para eso les he votado”. Que solucionen los
problemas de mi comunidad, de mi edificio, de mi barrio, de mi
urbanización, de mi ciudad… Es el concepto más generalizado (y
negativo) que se ha generado socialmente sobre lo que entendemos que
es el Estado de Bienestar.
3º. Unidos a los dos aspectos
anteriores encontramos los problemas del corporativismo y el
localismo: la compartimentación permanente. Lo importante es lo
cercano, lo que me afecta directamente; lo de fuera, lo de los demás,
no importa. La vida profesional desarrolla valores únicos e
hiper-especializados. La mayoría de las asociaciones y
organizaciones del Tercer Sector se mueven en una lógica también
localista y/o corporativista. Buena parte de la sociedad vive en
mundos separados. La “sociedad militar”, la eclesiástica, la de
los “católicos”, la de los “musulmanes” que aparentemente
tienen sus propias normas, sus propias lógicas y, más aún,
defienden sus propias éticas. Son eso: “sociedades”, se
autodenominan así para recrearse como mundos paralelos. La
multiculturalidad puede también acentuar ese problema: grupos-guetos
de la misma procedencia sin apenas relación. Desconociendo, o
pretendiendo que se desconozca, que es siempre más lo común y lo
que nos une que lo que nos separa.
También ocurre con el lenguaje
experto: los y las profesionales de la medicina, la arquitectura, la
sociología, la educación o las ingenierías escriben y hablan para
que les entiendan sólo sus colegas de profesión, un lenguaje
propio, tecnificado, codificado, excluyente y cerrado a los demás.
Obligatorio incluso para poder desarrollar su currículo profesional
y que así sus corporaciones profesionales les reconozcan como
miembros propios de su comunidad científica, les admitan y puedan
publicar en sus revistas de prestigio, de impacto.
El corporativismo va muy ligado a esta
tendencia a la súper especialización. Y todo ello se baña
en una cultura propicia que podemos ver en el refranero popular:
“aprendiz de mucho, maestro de nada”; “el que mucho abarca poco
aprieta”… Lo que nos lleva, en fin, al inefable la
política para los políticos, que resume la segregación
corporativista, como si lo “político”, que es lo global y que
nos afecta a todas las personas, deba quedar reducido al ámbito
político “profesional”. Tanto ha calado esta cultura
segregacionista que en el Tercer Sector y en las asociaciones aún
sigue siendo habitual escuchar comentarios como “aquí no se viene
a hacer política”, “la asociación es apolítica”.
“Hablamos de un
modelo de concepción del mundo que desmotiva a pensar globalmente y
refuerza únicamente la actuación en un campo tan específico que, a
la manera que denunciaba Morín (1995), ciega a la inteligencia”
(Manzano, V. 2007).
Pero ¿qué puede
hacerse?, ¿qué se está haciendo? Frente a la dependencia
permanente, si queremos individuos libres, superando la separación
entre la teoría enseñada por el sistema educativo y la práctica,
podemos desarrollar la autonomía de las personas, el
autoaprendizaje, el proceso de desarrollo del ser, de la persona.
Frente a la delegación permanente podemos desarrollar experiencias
de participación ciudadana, corresponsabilidad, solidaridad y
democracia directa: no podemos ni debemos delegar todo. Frente
al corporativismo encontramos la acción integral, multidisciplinar e
interdisciplinar, tanto a nivel local como global.
Para conocer en profundidad los
problemas sociales y, sobre todo, para trabajar en su solución,
¿contaremos con la población afectada o solo nos fiaremos de lo que
diga un puñado de expertos sociales? Las acciones a realizar,
el gasto público, ¿lo decidirán dos o tres personas con poder
político o se decidirá con y desde la población afectada? Aunque
esas personas con poder han sido democráticamente elegidas, ¿se les
votó para que lo decidieran todo o será más democrático que se
creen nuevos cauces y formas de participación que favorezcan la
implicación ciudadana?
Las ciencias sociales vienen
desarrollando, desde hace bastantes años, teorías y metodologías
que favorecen estos valores más democráticos. En todo caso,
queremos dejar claro que no pretendemos anular el papel de los y las
profesionales y especialistas en el aprendizaje y en el análisis de
la realidad: se trata de profundizar y ampliar la democracia actual
mediante procesos participativos. “Democratizar la democracia” es
el planteamiento de Boaventura Sousa Santos, que retomamos para poder
superar los problemas que subsisten en nuestras sociedades.
Cuadro 1: Problemas y enfermedades de la democracia en nuestras sociedades | |
Síntomas de la democracia actual | Objetivos a desarrollar |
DEPENDENCIA
Burocracia. Dependencia de los subsidios, de
las subvenciones, del especialista… |
AUTONOMÍA
Educación autorreflexiva y crítica,
autoconocimiento personal y colectivo. Democracia participativa y
directa1. |
DELEGACIÓN
(Yo voto: que me lo solucionen ellos) |
PARTICIPACIÓN
Implicación, corresponsabilidad,
solidaridad. |
COMPARTIMENTACIÓN
Corporativismo,
localismo.
GLOBALIZACIÓN
uniforme con más desigualdad.
Multiculturalismo excluyente, asimilación
impuesta, fundamentalismos… |
ACCIÓN INTEGRAL
local, regional y
global: glocalismo.
Compartir,
cooperar (desarrollo de la sociedad del conocimiento en un mundo
en red interconectado).
Redistribución,
justicia social. Derechos Humanos. Interculturalidad.
Descentralización, subsidiariedad.
Libertad. Más y mejor democracia,
“democratizar la democracia”. |
Fuente: reelaboración propia (Alberich, 2008). Se utiliza como referencia de las ”enfermedades” las propuestas de Martín Recio (1997). |
* Este artículo se ha
redactado a partir de un extracto ampliado de la Introducción del libro, de próxima aparición: “Desde
las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas [breve
historia de los movimientos sociales]”. Editorial Dykinson.
En próximas entradas de este blog
seguiremos publicando algunas partes significativas del libro. Las
referencias bibliográficas completas figuran en el último capítulo.
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La definición y una explicación básica de los conceptos y
términos que utilizamos la podemos encontrar en la sección
Diccionario del Blog del autor:
http://tomasalberich.blogspot.com.es/p/blog-page.html
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