6 de diciembre de 2013

Venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos

Frente al espejo



Cuando digo que tenemos que convencernos de que venimos a este mundo solos, para vivir solos y morir solos (Vivir III) ya sé que estoy exagerando, pero solo un poquito. Venimos solos… hasta cierto punto, claro. Los primeros meses-años de nuestras vidas los pasamos como seres totalmente dependientes. Somos animales sociales y como tal nos es imprescindible la relación con los demás, a lo largo de toda la vida, conviene recordarlo. Pero ya en los primeros años aprendemos primero a conocernos, el niño descubre asombrado que eso que mueve ahí abajo es un pie y es su pie, y lo puede mover a su voluntad, después a tocarnos y posteriormente a reconocernos: el impacto en la personalidad de la primera vez que una persona se ve a sí misma en un espejo y “visualiza” que esa imagen completa es ella misma. Esa reflexión es profundamente humana y solo se da cuando el infante ha adquirido una cierta madurez. A un niño/a de unos meses le  puedes enseñar un espejo que le da igual, a lo sumo le hará gracia que lo que ve se ríe a la vez que él. Algunos psicoanalistas, como Lacan, han desarrollado verdaderos tratados sobre el choque frente al espejo y su influencia en el desarrollo de una personalidad independiente, la construcción de nuestro propio yo, y que, sorprendentemente, se puede dar entre los seis y los dieciocho meses (ver: “estadio del espejo” de Jacques Lacan, p. ej. en Wikipedia).
A partir de los 7 años comienzan los ritos del paso, del tránsito de la infancia al mundo de los adultos, que suelen estar resueltos en torno a los 9 años en la mayoría de las culturas tradicionales (ya sea la “primera comunión” u otras pruebas más duras). Decíamos que solo a partir de los 7-9 años el ser empieza a abandonar la infancia para empezar a ser persona “mayor” y comienza a pensar que a lo mejor no todo el mundo está pendiente de él (para bien o para mal). Que lo que vemos es una realidad independiente a nosotros y que lo que nos pasa es en buena medida producto de lo que hacemos y que hay otros aspectos que no controlamos ni vamos a controlar nunca. Y, lo que es peor, que en este mundo tenemos que buscarnos la vida y, más aún, que si uno desaparece, la vida y el mundo seguirán su curso, seguirán igual. Triste pero es así.   

Lo que quiero expresar con que “estamos solos…“ es especialmente que:

·        Cada persona es todo un universo, distinto y maravilloso. Por mucho que vivamos en comunidad, en familia, en pareja,… cada persona es un ser irrepetible y debe aprender a decidir por sí misma. Esto también está relacionado con los Derechos Humanos: históricamente a buena parte de la sociedad se le ha negado sistemáticamente esta capacidad de decisión, el libre albedrío (y aún se les niega en algunas subculturas): niñas o mujeres que son obligadas a casarse por motivos económicos, personas que son de hecho “vendidas” o tratadas como esclavos. Infancia a la que se le negaba ser “persona” hasta la mayoría de edad, ancianos a los que se les priva de su capacidad de decisión –se les considera una carga porque ya no producen-, etc.
·        Por mucho que los demás nos aconsejen, nos ayuden o desayuden, nos quieran o nos odien… las decisiones importantes de nuestra vida las toma uno para uno, una persona para sí misma, no los demás. No le echemos la culpa a nadie de nuestros errores. Que cuando nos miremos al espejo nos digamos (ahora sí, de mayor y plenamente consciente): ese/a soy yo, ahí estoy, para bien o para mal, las decisiones que he tomado tomadas están, lo que hice y lo que deje de hacer fui yo quien lo decidió, no fue por/im-puesto de los demás, pero pertenece al pasado… ¡no le demos más vueltas!      
·        El Duelo. La soledad bien vivida es especialmente importante cuando se nos muere un ser querido o nos ocurre alguna importante desgracia. Por mucho que sean muy necesarios los abrazos, besos y apoyos de los demás, hasta que una persona no es capaz de encontrarse a solas consigo misma, a solas en una habitación, en su casa y pueda pensar sosegadamente… y se diga: sí, ha  muerto, es terrible, pero tengo que seguir viviendo. Hasta que eso no ocurre no comienza realmente el duelo. Hay situaciones en que uno está liado con el fallecimiento, gente y gente que te llama, que te muestra su apoyo, te da el pésame,… con toda su buena voluntad, pero que lo que hacen es distraerte, confundirte, molestarte, cuando una comienza a salir de la situación, a superarla, encontrándose a si misma, alguien te llama para darte el pésame y mostrar su apoyo, y es como comenzar el proceso de nuevo. Mejor apagar los teléfonos. Todo esto lo que hace es retrasar que uno se encuentre consigo mismo y pueda al menos “comenzar” a comprender y por lo tanto empezar a  superar la situación. No nos refugiemos ni evadamos en los demás. Lo que podemos conseguir es retrasar y alargar el sufrimiento necesario e inevitable. 
   
    Vivir en soledad sin aislamiento
“Vivir la soledad”: también en este tema me parecen acertadas las palabras de Doria cuando dice: “… así como la soledad y el retiro es una bendición para el alma, por  el contrario el aislamiento puede ser enfermizo y patológico por lo que conviene proceder a resolverlo con valor e inteligencia.”
Para ser persona es necesario estar consigo mismo, estar en soledad en la meditación…. Hay mucha personas que desgraciadamente se les niega esa posibilidad de estar a  solas, incluso físicamente: si la mayor parte del día se está trabajando, o estudiando, y el resto se pasa en transporte y en familia y viviendo, cada vez más, en pisos/en espacios hacinados… es imposible el disfrute de la soledad, de la vida en contemplación pausada, del disfrute de la auto-evasión en la meditación personal. Esa que es necesario para madurar y para ser capaz de analizar la realidad, tanto de los grandes problemas como de las pausas del día a día.  

Sobre la independencia y la no necesidad de aprobación
“Abraham Maslow: La más alta cualidad de un ser realizado consiste en ser independiente de la buena opinión de los demás. Esta idea hace referencia a la superación de esa necesidad soterrada de complacer a los demás, para que en el fondo ‘nos quieran’” (Doria,  pág. 19).
Tenemos un cierto miedo soterrado a que si no complacemos a los demás se producirá el desamor. El que queramos que nuestras opiniones sean constantemente compartidas, apoyadas y aprobadas por los demás está muy en relación con nuestro Ego, con el deseo inalcanzable y constante de satisfacer al Ego. Aparte de otros aspectos múltiples, que darían para mucho debate, como el miedo prehistórico y comunal de que si los demás no tienen buena opinión sobre nosotros podemos ser “expulsados del grupo”, quedarnos sin amor y sin nada, de cuando la expulsión del grupo significaba la muerte irremediable.
Por el contrario, el interés constante en complacer a los demás tiene también una motivación egoísta pero más sana que la anterior: está en relación con el mimetismo. Aspiramos a hacer/ver al otro feliz para aumentar nuestra propia felicidad, para contagiarnos de esa felicidad compartida. Lo cual es una aspiración sana y natural. El que “rían nuestros chistes” no es solo para satisfacer a nuestro Ego, sino también para reírnos nosotros mismos, la risa es contagiosa y beneficiosa… ojalá sepamos también reírnos de nosotros mismos. 

Referencias
Doria, Jose Mª. "Materiales  para el Proceso de Educación de las Emociones en 40 días", Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (apartado: Diario de un psiconauta), y consultas realizadas en:  http://blog.jmdoria.com/
Bibliografía. Recomendados:

- Krishnananda (2007): De la Codependencia a la Libertad: cara a cara con el miedo. Mostoles (Madrid): editorial Gulaab. El autor realmente se llama Thomas O. Trobe y es un médico siquiatra norteamericano. Mezcla sus vivencias personales con análisis sicológicos y recomendaciones de ejercicios para el análisis "interior", analizar las vivencias personales, los problemas de pareja, familiares (relación que tuvimos con los padres),...

- Tolle, Eckhart: se hizo famoso con su obra de 1997 (edición en español 2006): El poder del ahora. Otra obra suya más actual y breve (2009): Un nuevo mundo, ahora. Barcelona: Debolsillo.
- Toda la obra de Epicuro. Por ejemplo ver en: http://es.wikipedia.org/wiki/Epicuro
(Alberich, diciembre 2013)

3 comentarios:

  1. Dichoso el hombre o la mujer que encuentra la soledad cuando la busca y encuentra la compañía cuando la soledad le persigue. La soledad puede ser tan inmensa y desgarrada como la sequedad del desierto y tan placentera como un atardecer. La soledad hace tristes y desgraciados, hace poetas y artistas, y, al mismo tiempo, hace dichosos y desdichados, y, en definitiva, nos hace personas especialmente cuando aprendemos a convivir con ella, a aceptarla, a aprovecharla e incluso a compartirla.
    ¿Y el silencio? ¿No está relacionado con la soledad?
    Gracias, Tomás, por el texto y perdón por mis dislates.
    Cristina

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  2. Soledad, divino tesoro,
    tedioso tic tac de ultratumba,
    mirar nuestro alma al desnudo,
    diria: "¡atreverse a ser!".
    Soledad...,
    tan clara como un nacimiento,
    tan negra como lo real,
    es contigo que se es,
    aunque no se quiera ser...

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  3. "es contigo que se es...." efectivamente sin soledad (y sin silencio) no se "es" persona, solo dejarse llevar

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