28 de abril de 2016

Las contradicciones y fracturas sociales

Del libro: Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas
 [breve historia de los movimientos sociales] Cap. 1. Las teorías. (4)

Desde nuestro punto de vista, las asociaciones y los movimientos sociales nacen principalmente como respuesta a las contradicciones sociales, como reacción a los choques entre fuerzas que tienen intereses contrapuestos o con el fin de conseguir la satisfacción de unos intereses o demandas que son los de una parte de la sociedad. Por lo tanto esa sería la explicación de su nacimiento “natural” y, para entenderlos, nos situaríamos cerca del paradigma de la identidad, aunque, en su crecimiento, entren en juego otros muchos factores y el desarrollo posterior de los movimientos también dependa de su capacidad de movilización de recursos.

No hay por qué ocultar que en toda sociedad hay personas y grupos con intereses diferentes y que fácilmente pueden ser contrapuestos y entrarán en confrontación. Pero ¿qué es lo que ha ocurrido en el análisis social? Siempre ha habido contradicciones y conflictos sociales, y pensadores que analizaban cuál era la contradicción principal en cada momento y situación, tratando de explicar los conflictos sociales a partir de esa fractura o fracturas (económica, sexual, ecológica...).

Según Karl Marx, como hemos visto, la contradicción principal y determinante en la sociedad humana es la económica, la derivada de la contradicción entre grupos y clases sociales que luchan por sus propios intereses económicos, con arreglo a la posición que ocupan en el sistema y en relación con la propiedad de los medios de producción. Por su parte, Sigmund Freud analizaba que todo se podía explicar desde la sexualidad, estudiando la evolución de las contradicciones de cada persona desde el punto de vista sexual, y observando que los conflictos colectivos también pueden derivar de pulsiones sexuales reprimidas, como puede ser por el complejo de Edipo, deseo de matar al padre, a la autoridad, a la que admiramos pero nos reprime y que necesitamos superar para sentirnos libres.

Desde un punto de vista más global, holístico, Jesús Ibáñez, en 1991, nos hablaba de que vivimos en cuatro tipos de intercambios o “explotaciones”. En palabras de Tomás Villasante:

“La explotación de la naturaleza en primer lugar, pues es con el medio espacial-temporal con lo primero que nos relacionamos ... La explotación del hombre por el hombre, pues parece que en la historia de la humanidad es una constante la lucha de clases (...) La explotación de las personas diferentes, sea por los patriarcas en las familias, o los colonizadores o conquistadores de otros pueblos (...) Y la explotación de uno mismo, que Ibáñez identifica con la dominación de las mentes, ideas y mensajes por posiciones dogmáticas o ideológicas que imposibilitan el pensar por un mismo” (Villasante, 2014:122).

Johan Galtung
Como veremos, las cuatro explotaciones que citábamos de Jesús Ibáñez, se pueden ampliar a siete u ocho contradicciones o fracturas, pero también se pueden agrupar en tres marcos generales de contradicción (propuestas de Sánchez-Casas):

1.- Las relativas al mundo de la producción: fruto del choque entre el Estado y el Mercado, el capital y los trabajadores, o los países ricos y multinacionales con los países y zonas empobrecidas, al igual que las contradicciones internas en la sociedad de los tres tercios (ricos, clases medias y excluidos), que producen contradicciones de carácter marcadamente económico. De estas contradicciones se deriva la lucha de clases y, como consecuencia, el movimiento obrero y los movimientos a favor de un reparto más justo de la riqueza.

2.- Las fracturas relativas al hábitat: de las que surgen los movimientos ecologistas, ciudadanos, por la vivienda, consumidores, por la tierra...

3.- Las fracturas de socialización: de género (a partir de la contradicción sexual), edad (generacional), etnias - racial y cultural... Se mueven en el marco de la contradicción entre más democracia y derechos humanos universales frente a más desigualdad/falta de derechos. Derechos para todos por igual o diferenciación de derechos según edad, género, color, cultura, religión,…

Johan Galtung (1930, Oslo) nos habla de siete tipos de contradicciones sociales, a las que habría que añadir, desde mi punto de vista, la contradicción entre la vida y la muerte o entre la enfermedad y la salud. O desde la apreciación cultural de lo que se considera “normalidad” y lo que se considera diferente funcionalmente, como es lo relativo al concepto de “discapacidad” o de diversidad funcional. Por eso a partir de las cuatro “explotaciones” o de las tres grandes fracturas sociales, podemos hablar de un total de ocho contradicciones que aparentemente nos explicarían el porqué del surgimiento de todos los movimientos sociales. Son las que figuran en el cuadro 2.
Colocadas según cierto orden de origen: la primera siempre es la contradicción del hombre con la naturaleza (como en el caso de las explotaciones indicaba Ibáñez), el de la “civilización” con el mundo natural. El primitivo invento de la agricultura fue en su origen el que más arrasó con zonas naturales. Le sigue la de género a partir de las diferencias según el continente corporal, del cuerpo según la categorización social del sexo. Y la de por edad, por ejemplo la infancia no tenía derechos en muchas sociedades. Las raciales y culturales se podrían agrupar en las contradicciones derivadas del respeto (o no) al diferente, al otro.
Por medio tenemos el gran bloque fundamental de las socioeconómicas. En 7º lugar las espaciales y las de espacio-nacionales, que, sumadas a las anteriores, tantas guerras han provocado. Y finalmente la citada vital. Las contradicción política no figura aparte porque está en todas: aunque históricamente las socioeconómicas son las que más directamente han dado lugar a la aparición de movimientos y partidos políticos, realmente la política existe en todas las demás: partidos y políticas de medio ambiente, de género, culturales, nacionalistas, etc.

La diferencia fundamental con Harvey (y los diversos neomarxismos) es que, desde nuestro punto de vista -siguiendo a Galtung y a otros autores-, las contradicciones de nuestra sociedad no tienen sólo una base o raíz económica. Y, ni mucho menos, la mayoría de ellas tienen una causa relacionada con el capitalismo.
Lo importante es si consideramos o no que cada contradicción tiene su propia lógica, son independientes unas de otras y si han existido o no en las sociedades feudales, capitalistas y de economía planificada (socialista-burocrática o de capitalismo de Estado). Por poner solo un ejemplo, el patriarcado, como el machismo actual, existen tanto en familias burguesas como en las clases trabajadoras, y ha existido en todos los países y sistemas socioeconómicos de los últimos siglos. Que sean independientes no significa que en la realidad concreta no estén entremezcladas. Siguiendo con los ejemplos, la violencia machista se vivirá y se desarrollará de manera diferente según la situación económica de cada familia y comunidad, como la ecológica, la cultural, etc. La economía influirá en la contradicción pero no es lo determinante para que aparezca.

El aumento de las desigualdades socioeconómicas ha sido tan fuerte y extenso en las últimas décadas que ha provocado que centenares de analistas sociales investigaran y se centraran en el estudio de este tema. También creo que es la causa por la que algunos pensadores en vez de utilizar el concepto más amplio de “contradicción” hablen directamente de “desigualdades”:

“En su modelo, Therborn distingue tres dimensiones de desigualdad social estrechamente relacionadas entre sí: la desigualdad vital que diferencia a los grupos de edad en que se descompone el ciclo biográfico; la desigualdad existencial que segrega a los distintos grupos de estatus por género, casta, etnia, raza, religión, identidad, etc., y la desigualdad de recursos que discrimina a las clases sociales por su diferencial acceso relativo al poder y la riqueza” (Gil Calvo, 2015, cursivas en el original).
Como vemos, el sociólogo sueco Göran Therborn, nos remite a una re-visión actual de los mismos temas ya tratados: a las principales contradicciones expresadas hace décadas por Jesús Ibáñez, Sánchez-Casas, Villasante, etc.
Conclusión sobre las contradicciones
Lo curioso de las contradicciones es que, en la mayoría de los casos, parece que tratamos de ocultarlas, de no reconocer que existen. Lo cual, también la mayoría de las veces, lo que provoca es su enquistamiento y su aumento, lo que a su vez provocará su explosión. Tanto a nivel individual como colectivo. A nadie le gusta que los demás le muestren sus contradicciones, aunque sea por su carácter o forma de ser (que te señalen las apreciaciones de origen machista, racista, etc.). Y, a nivel global, parece que queremos pensar que vivimos en un mundo feliz, o potencialmente feliz, sin contradicciones. Rechazando expresar que vivimos en un mundo profundamente injusto: de explotación, no solo de unos colectivos sobre otros (oligarquía sobre los trabajadores, los excluidos,...), sino que también explotamos la naturaleza, unas naciones sobre otras, etc. Pero precisamente el reconocimiento de la existencia de las contradicciones ha hecho posible en muchos casos su superación, como decía Harvey, y la posibilidad de avances en la Humanidad. Evidentemente, los que están en una posición privilegiada y explotadora serán los primeros en tratar de que se oculten las contradicciones fundamentales, en que se tapen con otros aspectos o contradicciones (seudo culturales, religiosas,...). Las contradicciones entre clases sociales existen (a nivel nacional e internacional) y su análisis es fundamental para entender muchos de los conflictos sociales contemporáneos.


Fuente: elaboración propia. Se toman como referencia las siete contradicciones descritas por Galtung (1992).


[Este artículo se ha redactado a partir de un extracto del apartado incluido en el capítulo 1º del libro: “Desde las Asociaciones de Vecinos al 15M y las mareas ciudadanas [breve historia de los movimientos sociales]”. Editorial Dykinson (2016).

En próximas entradas de este blog seguiremos publicando algunas partes significativas del libro. Las referencias bibliográficas completas figuran en el último capítulo del libro.]

2 comentarios:

  1. Cecilio Pintado Alonso18 de mayo de 2016, 7:06

    Creo que la más importante de la explotaciones de J Ibáñez es sin duda la 4ª: la exolotación del pensamiento de uno mismo. Parece que esta, al ser psicológica e introspectiva (es decir, que tiene que ver sobre el análisis en profundidad sobre lo que ns está pasando a cada uno de nosotros como seres particulares, qué nos mueve al obrar) se deja de lado y se prefiere incidir en las otras tres, "sociales", donde es más facil encontrar el culpable: el hombre en general, la clase social o el patriarcado: ¡Nada holístico!

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  2. muchas gracias por su comentario, realmente a tener en cuenta. Cierto que siempre es más fácil echar la culpa a los demás de nuestros problemas, tan cierto como que existen clases sociales y no todos estamos en igualdad.

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