15 de agosto de 2013

La batalla de El Cairo (y sus repercusiones aquí).

Como bien sabemos “la historia se repite” pero no de la misma manera y con las mismas consecuencias. A principios de los años noventa un partido islamista moderado ganó las elecciones en Argelia. Sobre la base del “peligro para la democracia” que eso suponía, los militares dieron un Golpe de Estado. Los islamistas llamaron a la población a que se enfrentara al Golpe, primero pacíficamente, después, y en vista de que la represión militar iba a más, de todas las maneras posibles, incluidos enfrentamientos armados. Los militares justificaron entonces la represión en base a la “lucha contra el terrorismo”. El balance fue de más de 200.000 muertos en una década larga de lo que se llamó en Europa “guerra civil”. La realidad es que la manipulación empieza siempre con el lenguaje. No se puede llamar guerra civil a un ejército que masacra a la población. Desde hace años numerosos testimonios, incluidos los de algunos generales que participaron directamente en la represión, han revelado al menos una parte del modus operandi de los militares durante estos años: llegaban a aldeas rurales o barrios aislados, sospechosos de simpatizar con el islamismo, y masacraban a toda la población que encontraban a su paso o hacían estallar bombas o, ellos mismos o los servicios secretos, con ropa no militar realizaban emboscadas o ataques a algún pequeño destacamento militar… Luego le echaban la culpa de todo lo ocurrido a los islamistas, en todos los medios de comunicación nacionales e internacionales, y acudían a las mismas zonas a detener y torturar a toda la población sospechosa… Así, inevitablemente, una parte del partido que ganó las elecciones, cada vez se radicalizó más y pasó efectivamente a engrosar las filas de grupúsculos violentos o terroristas, justificando que hubiera más represión… Combatientes argelinos aparecieron luchando en Afganistán, Irak, etc.

¿Cuál fue la actitud de los gobiernos de la Unión Europea y EE.UU.? Primero reconocieron la limpieza de las elecciones. Después, durante el golpe militar, hicieron llamamientos a una solución “pacífica” y negociada… después reconocieron al nuevo gobierno y mantuvieron las relaciones diplomáticas. Que de ahí salieran argumentos y hombres para alimentar el terrorismo internacional les daba igual. Lo importante es la estabilidad y tener gobiernos “amigos” en cada país. Es decir que obedezcan las decisiones de las grandes potencias y mantengan los acuerdos comerciales (gas barato para España y Europa…). Sin embargo en Turquía no ha ocurrido lo mismo. Igualmente un partido islamista moderado ganó las elecciones hace ya más de una década y se mantiene en el poder. Algunos militares también prepararon un golpe de Estado pero fueron descubiertos a tiempo y recientemente han sido condenados a numerosos años de prisión. La democracia, en sus aspectos más básicos, sigue en Turquía (incluidos los derechos de las mujeres, pero en un país inmensamente machista). Con numerosos recortes, cortapisas, abusos represivos de la policía en casos de protestas ciudadanas… es decir como en la inmensa mayoría de lo que llamamos “democracias” del mundo.

Hoy la denominada “Batalla de Argel” (nombre que recuerda la lucha heroica del pueblo argelino contra la represión colonialista francesa) ha sido olvidada por la mayoría ciudadana o ni siquiera sabe que existió. Pero hay quien quiere reproducir la segunda batalla de Argel, la que se realizó contra un gobierno democráticamente elegido, una batalla también olvidada o que no se quiere recordar (sus protagonistas siguen en el poder) con el golpe en El Cairo y Egipto. Los medios de comunicación españoles hablan de “enfrentamientos entre ambos bandos”, algunos después de sacar imágenes de francotiradores militares masacrando a la gente. ¿Qué dos bandos enfrentados? ¿El que dispara y el que recibe las balas?

Los muertos de manifestantes contra el anterior régimen de Mubarak se calculan en más de dos mil, hace unos dos años. Ahora no se ha querido dejar una democracia defectuosa y parcial salir adelante. El coste será de miles de muertos. Porque Egipto, con más de 80 millones de personas, es más importante que cualquier otro país de la zona, también por su peso económico y estratégico. Mursi y su partido de los Hermanos Musulmanes han cometido numerosos errores desde su llegada al poder, en un país dividido, pero tímidamente ha tratado de realizar algunos avances, de restablecer relaciones de apoyo al pueblo palestino y de disminuir el inmenso poder del ejército en Egipto. Hay que recordar que en las elecciones presidenciales se enfrentaron Mursi y el candidato apoyado por los militares. Triste elección para los progresistas y laicos del país, pero así fue (tener que elegir entre un candidato religioso y uno continuador de la dictadura). Y sobre todo hay que recordar que el ejército egipcio es un “Estado dentro del Estado” que controla directamente, según muchas fuentes, hasta el 40% de la economía del país. Es decir, estamos hablando de un país capitalista, de libre mercado, pero con un ejército que es el dueño “público” de miles de fábricas y empresas, de todo tipo (industria, energía, agricultura, servicios, sistemas de comunicación,…) que usa para ejercer su poder pero también para mantener privilegios y en beneficio propio directo de miles de jefes militares, que tienen sus propios sistemas de suministro y compras, servicios, casas, propiedades públicas de uso privativo… y que recibe miles de millones de dólares anuales de EEUU por mantener su alianza Egipto-USA-Israel. Todo esto estaba en cuestión frente al nuevo poder civil.

Además de estos beneficiados con el Golpe de Estado ¿quién sale vencedor en la escena internacional?. Evidentemente fuerzas dispares: los primeros y más directamente el Estado de Israel (que estaba perdiendo un aliado histórico en su política represiva con los palestinos) y los grupos pro-terroristas, tipo Al-Qaeda, que, de nuevo, encontraran personas y argumentos contra la hipocresía occidental y su política de “doble rasero” (todo vale contra el Islam o Palestina). Después, si las cosas siguen su curso, nos encontraremos con nuevos grupos “terroristas” y después, dentro de unos meses o años, nuevos atentados aquí.

Por eso resulta bochornosa, cuando no directamente colaboracionista con los golpistas, la postura de la mayoría de los dirigentes de la UE. Y es especialmente lamentable, para los que nos movemos en la izquierda política, la titubeante postura de la mayoría de los partidos democráticos, la cruel miopía cuando no el apoyo a un lenguaje manipulador y criminal que habla del enfrentamiento entre dos bandos, etc. La gravedad exige hablar claro y dejarse de mentiras.

Para los movimientos sociales exige también una reflexión (que dejamos para otro momento) a partir de lo que se ha creído como la “revolución de la plaza de Tahir” (intento revolucionario-democrático frustrado). Si eran evidentes las diferencias entre los movimientos de indignados de allá y de acá lo ocurrido lo revela aún más.
Las catastróficas consecuencias del proceso de Golpe de Estado-Masacres-SeudoGuerra Civil-auge del Terrorismo, exigen la movilización europea. Empezando por las organizaciones políticas y sociales. Aunque no lo queramos reconocer, nos jugamos mucho en ello.
(16 agosto 2013).

10 comentarios:

  1. Interesante enfoque el de tu artículo, aunque algo tramposo, olvidas en tu comparación con el caso Argelino que fue Occidente y en especial la izquierda europea quien aplaudió el golpe de Estado Argelino para que,no triunfase una opción islamista en Argelia.
    Las intervenciones occidentales en el mundo árabe han sido muy desafortunadas y el llamamiento a la movilización , que sin duda comparto, exige una reflexión en profundidad de las relaciones Oriente-Occidente. Nuria

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  2. no estoy de acuerdo con su comentario

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    1. El comentario de Nuria está confundiendo "izquierda" con la institucional, es decir en el caso de España izquierda con Psoe.

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  3. las relaciones con los países islámicos tienen que ser de respeto mutuo, pero siempre desde la defensa integral de la declaración universal de los Derechos Humanos

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  4. Estoy muy de acuerdo con Tomás y aporto una contribución personal y es que jode bastante que se derroque una dictadura gracias a la primavera árabe, promovida fundamentalmente por demócratas laicos, y de ahí salgan unas elecciones que ganan los islamistas, que no son precisamente lo que consideramos demócratas en occidente; pero eso lo que significa es que el pueblo de estos países es mayoritariamente islamista, ¿y cómo se resuelve esta contradicción? Seguro que de muchas maneras, pero nunca con un golpe de estado militar, que nunca es democrático y que seguro que va a generar más terrorismo.
    Pepe Blanes

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  5. Varios matices: los Hermanos Musulmanes no son un partido islamista moderado, así que equiparar este caso con el de Argelia sobra. Deberías también informar de que ha habido muchos fallecidos entre el éjercito egipcio, lo cual demuestra que los Hermanos Musulmanes también disparan y constituyen efectivamente un bando -véase esto: http://www.liveleak.com/view?i=194_1376554704 - Y por último, lo de la "política represiva" de Israel contra los palestinos es un recurso muy manido e hipócrita, habida cuenta de las innumerables concesiones que hacen los israelíes (alimentos, electricidad, ayuda médica, etc.) con aquellos que no han demostrado ni una vez un deseo sincero por tener su propio Estado y sí muchas por acabar con el Estado judío, pero viendo que te mueves en la izquierda política que censura sistemáticamente a Israel, es de entender esa opinión; por suerte, no toda la izquierda piensa así.

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    1. Los Hermanos Musulmanes promovieron un candidato que ganó las elecciones a la Presidencia. Esto es lo importante . Y ahora lo que ha habido es un golpe de Estado. Precisamente lo que trata de manifestar el artículo es que la represión brutal contra una parte de la población lo que hará es que las partes más radicales de ese movimiento se inclinen primero por la autodefensa y después por la guerrilla o como le queramos llamar. Sobre los palestinos y su situación de perpetua represión, expulsión de sus tierras, ocupación sionista, etc. me parece tan evidente que no hace falta comentar más (T. Alberich).

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    2. Sobre los palestinos, lo que a ti te parece evidente puede no serlo para mucha gente. Por ejemplo, lo de perpetua represión (falso, como ya te he indicado, reciben muchas ayudas de Israel), lo de la expulsión de sus tierras (falso, no eran "sus" tierras, como pareces entender) o la ocupación sionista (falso, ya que Gaza no está ocupada y si Cisjordania está ocupada aún es responsabilidad de Jordania, por la falta de interés de los palestinos por su Estado, y por la incapacidad de ofrecer a Israel fronteras seguras). Pero que en fin, tu punto de vista propalestino y anti-israelí es tan evidente que no hace falta que te matice más. Saludos.

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  6. Efectivamente, la aceptación de un resultado electoral, siempre que haya garantías de su limpieza, ha de ser tenida en cuenta. El parlamento surgido de unas urnas, por otra parte, ha de promover el diálogo, el pacto, el consenso e incluso el encuentro, siempre. Eso ha de ser así porque todas las sociedades son diversas y plurales. Fuera el 'pacto social' quedarán los que incumplen las leyes básicas y fundamentales, que en realidad obedecen a principios fundamentales en los que la lógica y el propio sentido natural se imponen. Casi todo el mundo medianamente libre y desarrollado tiene un sentido interno de justicia y moral aceptablemente válido. Sólo si el ejercicio del poder emanado de las urnas agrede principios y leyes universales, fundamentales o las propias Cartas Magnas de cada estado, habrá de ser derogado. En cualquier la toma del poder por la fuerza, las contra-revoluciones y las deposiciones de responsables elegidos democráticamente, o los golpes de estado acaban subvirtiendo el más mínimo umbral e orden y propiciando más abusos. Todo ésto a su vez provoca una espiral continua de respuestas violentas que acaba inundando a toda la sociedad, tanto a la parte reprimida como a la represora, desapareciendo toda noción de justicia o derecho en la práctica. Una tragedia demasiado habitual en la historia de la humanidad, no sólo en el mundo árabe-musulmán.

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